Redacción/CDMX
Hace ya 60 años, Brasil se enfrentó a 21 años de dictadura militar, más de 20 mil personas fueron arrestadas entre los años 1964 y 1985, marcando un periodo oscuro en la historia del país, que a la fecha sus habitantes no olvidan.
En las últimas semanas tuvo lugar en cines locales la película “Ainda estou aquí” (Todavía estoy aquí), del director Walter Salles, que trata sobre una familia destruida por la dictadura militar brasileña.
No es común que las tragedias locales destaquen en los cines del país sudamericano. Sin embargo, este filme ha tenido un gran éxito, y con casi 3 millones de entradas vendidas, la película ha sido nominada al Globo de Oro por mejor película en lengua extranjera y preseleccionada para los Oscar en la misma categoría.
Basada en hechos reales y ambientada en la década de 1970, la película cuenta la historia de la familia Paiva, de clase alta de Río de Janeiro. Rubens Paiva, padre de familia y excongresista de izquierda, es detenido por militares en 1971, sin conocerse su paradero.
La historia se centra en su esposa, Eunice Paiva y su lucha por la justicia.
“Las comedias y otros temas tienen más posibilidades de convertirse en megaéxitos, pero esto (la dictadura) es un tema muy tabú para nosotros”, comentó la psicoanalista y escritora brasileña Vera Laconelli.
Porque a diferencia de Argentina y Chile, Brasil fue el único país sin condenar a sus torturadores, dado que los militares brasileños fomentaron la idea de que el silencio del gobierno era la mejor manera de enterrar el pasado.
Fue hasta 2011, que la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff estableció una comisión nacional de la verdad con el objetivo de investigar los abusos. Cabe recalcar que Rousseff fue exguerrillera torturada durante la dictadura.
Sin embargo, cuando comenzaba el ajuste de cuentas de la dictadura, el informe del 2014 no fue respetado, debido a que surgieron llamados a un retorno al gobierno militar en las protestas callejeras contra las revelaciones de corrupción.
Por esta razón, Marcelo Rubens Paiva, hijo de Rubens, decidió contar en su libro “I’m Still Here”, la historia de su familia a fondo. Fue así como más tarde las fuerzas de extrema derecha comenzaron a fortalecerse cada vez más.
Al observar este auge de la extrema derecha, el cineasta Salles notó la fragilidad que aún generaba el recuerdo de la dictadura y vio la oportunidad de que su país por medio del cine enfrentara su trauma para evitar que la historia volviera a suceder.
Un mes después del estreno de la película, el gobierno brasileño, concedió a familias de las victimas de la dictadura obtener certificados de defunción reimpresos donde reconocían los asesinatos impulsados por el Estado.
“Vimos todo el sufrimiento que soportó Eunice, cuando mataron a Rubens y lo separaron de su familia de una manera tan brutal, nos convenció aún más de que la democracia debe ser respetada y de que, como brasileños, debemos luchar más para garantizar que esto nunca vuelva a suceder en nuestro país”, dijo Patricia, espectadora de la película.
(Con información de AP News)