Redacción/CDMX
Un estudio elaborado por Tony Wyss-Coray, profesor de neurología en la Universidad de Stanford prueba que los órganos del cuerpo envejecen a ritmos diferentes y la edad biológica puede no concordar con lo que dice en el acta de nacimiento.
La investigación publicada por la revista Nature identificó a uno de cada cinco adultos (aproximadamente) mayores a 50 años en edad, que extrema con al menos un órgano que envejece a un ritmo mayormente acelerado en comparación con su grupo; uno de cada sesenta tenía dos o más órganos envejeciendo rápidamente.
El estudio consistió en medir proteínas relacionadas con los órganos incluyendo el cerebro, el corazón, el tejido inmunológico y los riñones.
Los investigadores esperan que sus hallazgos conduzcan a un análisis de sangre futuro que pueda identificar que órganos envejecen con mayor velocidad, así los médicos puedan orientar un tratamiento preventivo.
El equipo tomó muestras de más de 5.500 personas, ninguna tenía alguna enfermedad o biomarcadores clínicamente activos.
Los científicos pudieron determinar de dónde provenían esas proteínas midiendo su actividad genética: cuando los genes de una proteína se expresaban cuatro veces más en un órgano, eso designaba su origen.
El equipo midió las concentraciones de miles de proteínas en una gota de sangre y descubrió que casi 900 de ellas (alrededor del 18 por ciento de las proteínas medidas) tendían a ser específicas de un solo órgano.
Si esas proteínas variaban en su concentración esperada para una edad cronológica, indicaba un envejecimiento acelerado en el órgano correspondiente.
Una vez comparadas las proteínas específicas, los investigadores podían estimar una diferencia de edad entre la biológica y la cronológica.
Los pacientes que tenían un órgano con envejecimiento acelerado corrían un riesgo de enfermedad y mortalidad mayor dentro de los siguientes 15 años.
Como ejemplo, aquellos que su corazón era “más viejo” corrían el doble de riesgo de insuficiencia cardiaca; similarmente aquellos con el mismo padecimiento, pero en el cerebro tenían mayor probabilidad de experimentar un deterioro cognitivo, por último en los riñones era un predictor de hipertensión y diabetes.
El profesor de gerontología celular en la Universidad de Glasgow, Paul Shiels aunque no participó en el estudio, sí comento que el rango de edad había sido un poco estrecho, ya que solo participaron personas mayores y esto no representaba un curso de vida completo.
Este tipo de enfoque es relativamente nuevo, una ciencia en evolución; gracias al pionero Steve Horvath que se enfocó en analizar los cambios de ADN los “relojes epigenéticos” para determinar la edad del tejido con mayor precisión.
Las personas, al envejecer su cuerpo acumula firmas de ADN que pueden indicar la edad de una célula y órgano, pero los relojes epigenéticos estiman la edad de todo el organismo en lugar de solo un órgano en específico.
Otro enfoque de esta teoría es la de Michael Snyder, genómico de la Universidad de Stanford quien desarrollo los ‘ageotipos’ (referencia a las formas de envejecer. En otras palabras, es la manera como se manifiesta en cada persona el proceso de envejecimiento) en cuatro vías distintas: a través de los riñones, el hígado, el sistema inmunológico y el metabolismo general.
Wyss-Coray se muestra esperanzado de que este estudio pueda conducir a un análisis de sangre siempre que pueda guiar que una sola prueba pueda predecir enfermedades futuras. «Se podrían comenzar a realizar intervenciones antes de que esa persona desarrolle una enfermedad», dice, «y potencialmente revertir este envejecimiento acelerado o ralentizarlo».
Algunas empresas en California ya han empezado a ofrecer pruebas de sangre, orina o saliva que pretenden determinar la edad biológica general de una persona.
(Con información de scientificamerican.com)
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