¿El cuerpo femenino impulsó 200 millones de años de evolución humana?
En su libro, Eve: How the Female Body Drove 200 Million Years of Evolution, la investigadora Cat Bohannon presenta una serie de hallazgos que dejarían claro que las claves de la supervivencia de nuestra especie no radican en la invención de la lanza o la rueda, sino en la práctica de la partería, el cuidado y la atención prenatal.
Establece, lo improbable que ha sido sobrevivir a los humanos, con pelvis estrechas, cabezas enormes, bebés desamparados y cerebros hambrientos.
Por lo que las innovaciones del cuerpo femenino han sido fundamentales.
En el texto rastrea el desarrollo de los cuerpos femeninos hace 200 millones de años, y señala que sin la colaboración y cooperación de estos elementos, los homínidos habrían perecido en la África prehistórica.
Establece un correctivo a una historia, la cual se ha centrado principalmente en la evolución masculina.
Ya que deja claro que la ciencia médica ha excluido a la mujer en los estudios del cuerpo humano, excepto que se esté investigando sobre uteros, estrógenos, ovarios o senos.
Desde la era jurásica hasta las investigaciones científicas recientes, el texto presenta a siete protagonistas principales, es decir, las “Evas” ancestrales.
Comienza con “Morgie”, una criatura entre comadreja y ratón, capaz de poner huevos y posiblemente la primera en amamantar.
Después, “Eva de los pezones”, la tatarabuela del útero, y a la Eva que utilizó herramientas, hasta llegar al Homo erectus, la primera Eva que abandonó África, y al Homo sapiens.
Entre los hallazgos que señala Bohannon encontró que las mujeres poseen una agudeza auditiva superior y mayor capacidad para percibir frecuencias más elevadas que los hombres.
Plantea que la comunicación vocal y la interpretación de sonidos, han sido cruciales para la conexión entre las madres y sus bebés, a través de arrullos y del llanto, podrían haber sido los cimientos primordiales de la formación del lenguaje.
Además, explora el hecho de que un 12 por ciento de las niñas pueden nacer con una fisiología que les permite percibir 99 millones de colores adicionales en comparación con la persona promedio.
(Con información de National Geographic)