Redacción/CDMX
¿La edad es un impedimento para reducir la grasa? ¿Son ciertas aquellas leyendas sobre el implacable metabolismo? ¿La solución está en el ejercicio? Abordamos la mitología que se almacena en nuestras cinturas.
Muchos son los mitos de la desaceleración metabólica. Las redes están llenas de recetas infalibles para deshacerse -en tiempo record-, de la grasa abdominal y reducir la cintura.
Existen innumerables prescripciones informales para contrarrestar al metabolismo que a partir de los 40 años deja de funcionar con facilidad.
Sin embargo, un estudio publicado en la revista Science en agosto de 2021 -y que varios medios de comunicación han citado desde entonces-, indica que la velocidad metabólica se mantiene sorprendentemente estable entre los 20 y los 60 años.
Lo que significa que el metabolismo no se acelera ni se ralentiza de manera significativa durante las décadas centrales de la vida adulta.
Ni siquiera en el caso de las mujeres que alcanzan la menopausia.
Los autores del estudio, -basados en una muestra de 6.400 personas procedentes de 29 países distintos-, consideran que “estos datos nos ayudan a comprender mejores los procesos de formación, crecimiento y envejecimiento de los seres humanos y a desarrollar estrategias de nutrición y salud eficaces y coherentes», es decir, no basado en mitos.
James Gallagher, redactor de Salud y Ciencia de BBC News, explica que “el organismo humano pasa, al parecer, por cuatro fases metabólicas claramente diferenciadas: una de metabolismo acelerado en la primera infancia (coincidiendo con la fase inicial del desarrollo).
Una desaceleración leve que dura aproximadamente hasta el final de la adolescencia, un largo periodo de estabilidad adulta y, a partir de los 60, una nueva desaceleración, esta vez bastante aguda, que suele ser la antesala de las enfermedades de la vejez”.
Como destaca el doctor Tom Sanders, del King’s College de Londres, el análisis científico sugiere que alrededor de los 40 años no ocurre “nada especialmente significativo” desde el punto de vista de la velocidad metabólica.
Ni la caída de estrógenos femeninos ni el declive de la testosterona masculina determina que nuestro organismo abandone un metabolismo rápido y eficaz: “El gasto energético, que es el medidor más fiable de la velocidad metabólica, apenas disminuyendo”, de manera que la mid-age spread no puede atribuirse a esta causa.
A nuestro metabolismo no le ocurre nada anormal.
Mantiene, en la mayoría de los casos, intacta la capacidad de respuesta, por lo que librarse de esos kilos de más resulta tan sencillo en términos metabólicos a los 45 años como a los 25.
Lo que tal vez sí resulta bastante más complicado, en opinión de Novak, es “adoptar un estilo de vida saludable en momentos en que tanto las inercias cotidianas como el profundo arraigo de los malos hábitos conspiran para impedirlo”.
Es decir, que volver al gimnasio a hacer ejercicio aeróbico intenso resulta, por poner ejemplo, mucho más difícil cuando uno supera de largo los 40, está inmerso en una rutina frenética y siente que ha dejado de ser dueño de su tiempo, otro fenómeno “muy propio de la mediana edad”.
Más que desaceleración del metabolismo, cabría hablar de estilos de vida acelerados y de seres humanos cansados de tanto trajín.
En palabras del doctor Sanders, se puede argumentar que la “epidemia de obesidad” que se está registrando entre los mayores de 40 años del primer mundo “la impulsan el consumo excesivo de energía alimentaria y la reducción en paralelo del gasto energético”.
Un artículo de The Guardian aporta un punto de vista refrescante al incidir en que algunos tipos de expansión horizontal o incluso obesidad moderada pueden ser beneficiosos para la salud.
Todo depende, en última instancia, de dónde se almacene la grasa. Mejor bajo la piel, aunque resulte mucho más visible, que en el hígado o en el páncreas.
Ciertos niveles de adiposidad adecuadamente distribuidos pueden resultar saludables. El doctor Hanieh Yaghootkar, autor de uno de los estudios de referencia en la materia, precisa que ese detalle crucial depende, como casi todo en esta vida, “de la lotería genética”.
Ante la duda, el artículo de The Guardian concluye, con humor corrosivo: “Esos kilos de más son, en efecto, son culpa tuya”. Así, explica que no se pueden atribuir a ninguna perversa conjura del metabolismo, y que deberíamos considerar la certeza de eliminarlos. ¿Cómo? Con fibra, largos paseos a velocidades de marchador olímpico, cerveza sin alcohol, agua con limón y una cierta dosis de felicidad, de ser posible, sin excusas.
(Con información de El País)