Las 6 talentosas matemáticas de la megacomputadora

Redacción/CDMX

La ENIAC, (Computador e Integrador Numérico Electrónico), fue la primera computadora digital electrónica programable de propósito general.

Algo así como la tatarabuela del dispositivo en el que estás leyendo esto. Históricamente se dice que fue inventada y perfeccionada por dos jóvenes.

El Dr. John William Maulchy, de 38 años, físico y meteorólogo aficionado; y su asociado J. Presper Eckert Jr., de 26 años, ingeniero jefe del proyecto de la Escuela Moore de Ingeniería Eléctrica en 1943.

30 meses exactos después, la computadora estaba terminada y funcionando.

Haciendo fácilmente lo que laboriosamente habían hecho muchos hombres entrenados.

Sin embargo, la historia no fue así, en realidad existieron 6 talentosas matemáticas que brindaron muchísima ayuda y no fueron reconocidas.

A pesar de que fueron ellas quienes asumieron el inmenso reto intelectual de programar la primera supercomputadora del mundo.

El campo de la informática estaba en pañales. Nadie entendía nada y, además, a los periodistas no les hablaron de ellas.

Incluso en la primera presentación publica les encargaron servir el café durante el evento.

A la segunda demostración, a la que acudieron grandes personalidades de la comunidad científica y tecnológica, ni siquiera las invitaron.

Así como tampoco a la gran cena de lujo con el director de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. con la que se celebró el logro.

La abogada científica de la computación e historiadora Kathryn Kleiman. se enteró del hallazgo una década después.

Cuando era estudiante de Harvard, se topó con unas fotos de la histórica computadora.

En las imágenes aparecían las mismas mujeres una y otra vez, pero sus nombres no estaban en los pies de foto, le contó Kleiman a BBC HistoryExtra.

Consultó a Gwen Bell, cofundadora y luego directora del Museo de Historia de la Computación.

Y como respuesta obtuvo que eran “las damas del refrigerador”.

Refiriéndose a las modelos que solían aparecer con los electrodomésticos en los comerciales.

Por lo que no se convenció de dicha explicación y decidió averiguar los nombres de esas 6 mujeres, para rescatar su historia del olvido.

Frances «Betty» Holberton, Kathleen «Kay» McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Frances «Fran» Bilas y Jean Jenningsz.

Para la Segunda Guerra Munida, los obuses de la artillería tenían un rango de 14 a 23 kilómetros, así que los artilleros no podían ver sus objetivos.

Así que los ejércitos tenían que tener en cuenta la humedad, el peso del proyectil, su temperatura, densidad del aire, además de la distancia.

Cuando las tropas llevaron unidades de artillería al desierto, la diferencia de suelo con respecto a Europa requirió un nuevo conjunto de cálculos.

Esos cálculos señalaban con bastante precisión en qué ángulo disparar el arma para dar en el blanco, solo que tomaba unas 30 o 40 horas hacerlos.

Los soldados en el campo de batalla no tenían ni el tiempo ni, a menudo, los conocimientos necesarios, por lo que necesitaban tablas de tiro.

Para hacerlas, el ejército de EE.UU. reclutó a más de 100 personas calificadas que tuvieron que ser mujeres pues los hombres, estaban en el frente.

El título del cargo era «computadoras».

La computadora era una persona antes de ser una máquina», apuntó Kleiman.

Eso sí, por no ser hombres, su rango era de «subprofesional» o «subcientífica».

Un dato curioso es que mientras Maulchy, Eckert y un equipo de hombres estaban dedicados a armar la máquina que, según le habían prometido al ejército.

“Las computadoras” trabajaban en el mismo lugar que ellos, pero separados, de hecho, había un letrero en la puerta que decía “Restringido”.

Cuando la guerra estaba por terminar, Maulchy y Eckert confirmaron que el hardware funcionaba. Nadie estaba realmente seguro de que lo haría, pero funcionaba.

Aun que cuando revisaron el contrato, se dieron cuenta de que lo que tenían que entregar al ejercito no era la ENIAC.

Su misión era construir una máquina que calculara la trayectoria de la balística.

Fue entonces cuando eligieron a las seis mejores «computadoras» comentándoles:

«Nosotros la construimos, ustedes tienen que programarla. Y nos gustaría ver el programa pronto».

Aunque eran mujeres altamente capacitadas, no había una hoja de ruta. No existía ni uno de los cientos de lenguajes de programación que hay hoy en día.

En esencia, ENIAC era una serie muy avanzada de calculadoras que se conectaban entre sí para transmitir información de una máquina a otra.

Aunque tenía sus inconvenientes, principalmente que reprogramarla era una pesadilla: implicaba volver a cablearla, algo que podía tardar hasta dos días.

A pesar de eso, lo aprendido ayudó a los desarrolladores a mejorar la siguiente generación de computadoras.

Mientras que Maulchy y Eckert se volvieron famosos y se les acreditó la creación y funcionamiento completo de lo que la prensa llamó «el gran cerebro”.

(Con información de  BBC News Mundo)