Claudia González Sánchez/CDMX
Como si fuera esta noche la última vez, bésame, bésame mucho, esta frase imperativa es conocida en el mundo gracias al tema que fue grabado por primera vez por el cantante Emilio Tuero en 1941, y poco después por Chela Campos, aunque quien hizo posible su internacionalización fue el norteamericano Andy Russell, que la grabó en 1944 y estuvo 14 semanas liderando las listas de popularidad de Estados Unidos.
Venciendo las barreras idiomáticas, la fama de esta canción se extendió por el mundo entero, Nat King Cole grabó la primera versión traducida y ha sido grabada en más de cuarenta idiomas.
Además la han cantado figuras tan emblemáticas como The Beatles, Edith Piaf, Frank Sinatra, Elvis Presley, Sara Montiel, Plácido Domingo, Paloma San Basilio, Andrea Bocelli, Luis Miguel y muchos, muchos más.
La turbulenta etapa de la adolescencia fue la cuna de Bésame mucho, antes de recibir su primer beso, Consuelo Velázquez, en 1932 a los 16 años, comenzó a escribir las primeras notas que cambiarían su vida.
Desarrolló una nueva melodía que guardó por tres años, inspirada en un aria de la suite Goyescas del compositor Enrique Granado conocida como “La maja y el ruiseñor”, hasta que cumplió 19 empezó a escribir los primeros versos, la letra la terminó hasta el año 1940, inspirada en la incertidumbre de las parejas que se separaron por la Segunda Guerra Mundial.
Es considerado uno de los más grandes boleros de la historia, avasallador poema a la seducción, el erotismo y la desesperación romántica, no solo fue un himno sensual y erótico al amor joven sino también un antes y un después en la música, debido a su estructura.
Bésame mucho nos muestra la forma de aferrarse a las relaciones fugaces pero intensas.
Censurada, grabada, cantada, recordada, es un bolero hecho en México y famoso en el mundo entero.
Inspiración para los melómanos, los músicos y los enamorados que sienten ese deseo irrefrenable por un beso.