La hora en que se come, tal vez más importante que lo que se come

Redacción/CDMX

La ciencia analiza las ventajas de consumir la mayoría de las calorías más temprano en el día que hacerlo más tarde.

Es decir, un desayuno abundante, un almuerzo modesto y una cena pequeña.

Esto estaría ligado al ritmo circadiano, el reloj innato de 24 horas que rige muchos aspectos de nuestra salud, desde las fluctuaciones hormonales y temperaturas corporales hasta los ciclos de sueño y vigilia.

Debido a la forma en que funciona el reloj interno, el cuerpo esta preparado para digerir y metabolizar los alimentos temprano en el día.

A medida que avanza el día, el metabolismo se vuelve menos eficiente.

Este campo de investigación es conocido como crononutrición, un cambio de paradigma en la forma en que los investigadores de nutrición piensan en torno a los alimentos y la salud.

Marta Garaulet, profesora de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia, España descubrió en su investigación que incluso en España, que es famosa por comer tarde, las personas que normalmente comen un gran almuerzo al mediodía y una cena ligera, desarrollan menos problemas metabólicos que las personas que consumen muchas calorías por la noche.

En un estudio publicado en Obesity Reviews, los científicos analizaron datos de nueve ensayos clínicos rigurosos donde participaron 485 adultos, encontró que las personas a las que se les asignaron dietas donde consumían la mayoría de sus dietas más temprano, perdieron más peso que las que hicieron lo contrario.

Además de presentar mejoras en sus niveles de azúcar en sangre, colesterol, y sensibilidad a la insulina, un marcador de riesgo de diabetes.

En otro estudio, publicado en Cell Metabolism se analizó a 16 personas, primero desayunando a las 8 am y una cena a las 16:00, posteriormente se les hizo comer tarde, con cada alimento retrasado 4 horas.

Encontraron que, a pesar de comer los mismos alimentos y mantener los mismos niveles de actividad física, el comer más tarde les daba más hambre a los participantes.

La alimentación tardía provocó que sus niveles de grelina, un hormona que aumenta el apetito, se disparara, en tanto que se suprimía sus niveles de leptina, una hormona que causa saciedad.

(Con información de The Washington Post)