Marlet Arciniega/CDMX
Es viernes, el reloj marca las 9 de la mañana en un domicilio al norte de la Ciudad de México, una mujer de 82 años a quien llamaremos Margarita tiene un pronosticó de diabetes tipo 2.
Comienza su mañana colocando unas sandalias especiales para evitar heridas en sus pies, debido al peligro que representaría recibir golpes, por la mala circulación que padece y las úlceras que les provoca a los diabéticos.
La enfermedad daña los nervios y los vasos sanguíneos, esta afectación reduce la sensibilidad en los pies y como resultado hay una probabilidad de que sus pies se lastimen seriamente.
Ya puesta en pie, viene la primera toma de glucosa, junto con la aplicación de una dosis de insulina humana.
Sus ojos revelan falta de sueño, porque cada 3 horas tiene ganas de orinar, debido al medicamento que ingieren para estabilizar la presión arterial.
Y es que la metolazona, es un medicamento que traen un impacto en el organismo tanto emocional como físico, pues puede provocar arritmia cardiaca, y a Margarita le provoca náuseas y mareos.
Psicológicamente afecta su personalidad, le causa cambios de humor, le provoca ansiedad, depresión, agresión-hostilidad por mencionar algunas conductas.
Ahora comienza la toma de decisiones y la lucha consigo misma durante el resto del día, ya que es tiempo de elegir su desayuno comida y cena.
A ella le apetecen cosas dulces como pan, chocolate o pastas.
Añora todo lo que está fuera de su dieta, algo que le sucede a la gran mayoría de los diabéticos.
Esto es provocado debido a que los enfermos de este padecimiento les suelen faltar 2 minerales, y en específico uno: el potasio, lo van perdiendo por distintos factores pero el principal es por la frecuente orina que expulsan.
Al perder este mineral automáticamente se activa un deseo poderoso que se convierte en un antojo, es decir, su cuerpo les está pidiendo glucosa o azúcar y no es que no tengan glucosa en la sangre sino que no hay potasio para usarse.
Ante dicha carencia, se recomienda tomar jugo de vegetales naturales junto con magnesio que les ayuda a procesar la glucosa.
Pero a Margarita no le gustan los jugos vegetales, así que decide prepararse un café y acompañarlo con un pan de dulce, al término de su desayuno, se le puede notar la culpa que le provocó esta decisión y nuevamente saca su glucómetro y se checa la glucemia.
Entonces, corre a su refrigerador para volver a sacar la insulina y aplicársela nuevamente.
Ya han transcurrido 4 horas de que se despertó, y la ansiedad aparece, Margarita saca de su bolsa un puño de cacahuates y distintas golosinas, come hasta saciar la ansiedad en su cuerpo, se comienza a notar un movimiento repetido en sus pies y la fuerte comezón que le da en la cabeza, este síntoma ahora es por la baja glucemia que tiene debido a la nueva inyección de insulina tras el lujo que quiso darse en el desayuno.
Son las 16:00 horas, llega la hora de la comida, nuevamente la discusión con la familia comienza, pues a Margarita le apetecen carbohidratos, patatas, arroz, o espaguetis.
Sus emociones comienzan a desequilibrarse debido por la frustración de no poder consumir estos alimentos ya que contienen mucha azúcar.
El estado de ánimo de Margarita se ve afectado fuertemente, comienzan los gritos, el mal genio, la impaciencia, las ganas de llorar, comúnmente le sucede esto todos los días y es debido a las hormonas de estrés que hacen que estos suban y bajen de manera impredecible.
El hecho de estar enferma le provoca impotencia porque ahora tiene que ser dependiente y prisionera de una dieta de alimentación balanceada, de un medicamento, de las visitas al médico constantes y el choque de emociones que no puede controlar.
Finalmente y a regañadientes porciona en su plato de división, carne, vegetal y carbohidrato, nuevamente entra en acción el glucómetro y la aplicación de insulina.
Siguen pasando las horas, y aunque ella busca ciertos distractores, se puede notar en su rostro cierta preocupación por algo, su cara refleja que no disfruta lo que hace y es que debido a su enfermedad crónica, le significa cambios en su diario vivir.
Comúnmente, a los diabéticos les invade la presencia de sentimientos negativos como resultado de los efectos fisiológicos, cognitivos, emocionales y conductuales que se les presentan.
Cae la noche y de fondo, una película se escucha en el televisor, Margarita se quedó dormida en el sofá, seguramente quedó muy agotada después de haber hecho coraje por los vegetales que tuvo que consumir, y por lo que no logro hacer el resto del día, debido a que es presa del inodoro, cada 3 horas. al menos, tiene la necesidad de ir a orinar afectando así su actividad física, su relaciones personales y de entretenimiento porque debido a este problema no quiere salir de casa.
Hace su aparición nuevamente el glucómetro y la insulina, ya agotada, Margarita se ve resignada, pero un tanto confundida ya que se notan sus pantalones mojados debido que no alcanzó a ir al baño, así mismo en su blusa se observa un poco de sangre, debido a los constantes picones que se da por la insulina y en sus dedos se puede notar las vendoletas que cubren las heridas de sus dedos.
Así podemos ver un fragmento de la historia de Margarita y todo lo que sufre día con día a consecuencia de su diabetes crónica.
Es necesario humanizarnos más con quienes padecen esta enfermedad ya que desconocemos sus luchas, sus síntomas, sus emociones y todo lo que provoca de este padecimiento.