Nietzsche, Sartre y Sócrates resuenan en prisiones de la CDMX

Redacción/CDMX

 En 2017, Nietzsche, Sartre, Gramsci, Séneca y Sócrates, entre otros filósofos, ingresaron a cárceles de la Ciudad de México para hacer eco en las mentes de decenas de reclusos y ponerlos a reflexionar en torno a temas como la ética de la no violencia, la cultura de la paz, los derechos humanos, la justicia, la dignidad y, por supuesto la libertad.

La Universidad Nacional Autónoma de México hizo realidad este innovador proyecto educativo, la filosofía: El arte de vivir, que enseña en las prisiones más que un saber, un “saber ser”.

Entre los alumnos que han participado en los talleres de filosofía en el Centro de Ejecuciones de Sanciones Penales Varonil Oriente, y el femenil de Santa Martha Acatitla, “ha disminuido considerablemente sus ideas suicidas, ha bajado el consumo de drogas y sus niveles de ira, explicó Ángel Alonso Salas pionero en México de ese proyecto.

La apuesta de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) “es sacar a la filosofía de las aulas y llevarla a los lugares más vulnerados y marginados de la sociedad, como a migrantes, a personas en situación de calle, que se lleve a asilos y a gente privada de su libertad».

“Todo esto es un servicio altruista, no recibimos ningún pago», asegura, Alonso Salas.

Muchos de los escritos con los que trabajan los alumnos privados de la libertad “han sido pensados desde la prisión, por ejemplo, los de Gramsci, los testimonios de Sócrates, de Sartre u otros autores que fueron presos políticos y redactaron una serie de textos fundamentales para pensar la vida en reclusión, pero también reflexionan sobre la muerte, la existencia o el problema de la libertad».

Considera que los alumnos se sienten identificados y, aunque se trata de textos escritos en otro contexto y en otros países, siguen siendo vigentes en cárceles mexicanas, 

“Les ayudamos a darse cuenta de que siguen siendo personas con una calidad humana, independientemente de la etiqueta social que se les ha impuesto. Nuestros talleres se han convertido en un espacio para el encuentro con ellos mismos, donde no se les criminaliza, sino que se les dan herramientas para pensar sobre temas que a todos nos preocupan, para pensar en otro mundo. De eso se trata el aprender filosofía”.

(Con información de La Jornada )