El Museo Nacional de Arte inicia su programa de 2022 con una histórica exposición de gabinete que presenta una pieza nunca antes vista en México del maestro del barroco holandés Rembrandt van Rijn
César H. Meléndez / Ciudad de México
El Museo Nacional de Arte inicia su programa expositivo de 2022. Año de festejos por sus cuatro décadas de existencia, con una histórica exposición de gabinete que presenta una pieza nunca antes vista en México del maestro del barroco holandés Rembrandt van Rijn.
La exposición titulada La diosa de la casa de Rembrandt tiene como obra estelar un óleo, procedente de una colección particular europea, en el que está representada la diosa griega de la sabiduría y protectora de los guerreros, Palas Atenea. La modelo de dicha obra no es otra que Hendrickje Stoffels, la última compañera sentimental del pintor neerlandés.
«La obra de Hendrickje Stoffels como Palas Atenea corresponde a la década de los 50, la época de mayor esplendor en dominio de claroscuro, en tratamiento de telas, en el empleo de aquellos visos metálicos que son tan importantes y significativos en la producción del artista. En un momento en que además él comparte ya su vida no solamente artística sino emocional con la modelo», explicó en entrevista Héctor Palhares, coordinador de Curaduría del MUNAL.
Luego de la muerte de Saskia van Uylenburgh, primera y única esposa de Rembrandt, Hendrickje Sttofels fungió como ama de casa del artista. Tiempo después se convirtió en su amante y juntos tuvieron una hija llamada Cornelia. No obstante, Hendrickje fue algo más que una musa inspiradora, fue también administradora de las finanzas del pintor y promotora de su obra.
«Hendrickje fue la última compañera de vida de Rembrandt, pero se volvió una figura medular, una figura entrañable en su historia artística, comercial y personal», agregó.
El cuadro de Palas Atenea expuesto en el MUNAL da cuenta del carácter que Rembrandt atribuía a su pareja.
«Rembrandt recibió en vida muchos encargos dentro y fuera de Países Bajos. Un conde siciliano le solicitará alegorías grecolatinas: la representación el dios Marte que conserva Glasgow, en Escocia; la representación de Alejandro Magno en el Museo Calouste Gulbenkian, en Lisboa, Portugal; y esta representación de Palas Atenea. ¿Por qué una diosa olímpica? Porque una mujer que, además, dentro de este cúmulo de divinidades olímpicas que tendrán sentidos interesantes para traerlos a la cultura del siglo XVII, Palas Atenea era la virgen, era la fortaleza, la victoria, no era la sensual Afrodita o la caprichosa Era. Tenía que ser precisamente esta investidura de una mujer que era el alter ego de su propia Enriqueta», explicó.
Rembrandt dota a Hendrickje de los atributos de una diosa olímpica, retratándola con yelmo, armadura y escudo de notables tonalidades metálicas.
«Era también darle las armas que Hendrickje necesitaba ante las críticas sociales de su tiempo. Ella tuvo que reconocer públicamente vivir en mancebía, lo que hoy diríamos —con todo cuidado y sin ser políticamente incorrectos—prostitución. Finalmente era un tema muy polémico para la sociedad holandesa. ¿Cómo es que un hombre viudo, con un hijo de una mujer anterior, vive amancebado con Enriqueta? De tal modo que la obra misma es una suerte de absolución, donde el artista la pondera, la exalta y la redime ante los ojos de esa moral puritana del siglo XVII», concluyó Palhares.
La muestra está enriquecida con un retrato de Rembrandt, con alrededor de 25 años de edad, atribuido a Gerrit Dou, su más destacado discípulo, así como dos dibujos y una estampa que forman parte de su serie sobre mendigos. La diosa de la casa de Rembrandt podrá verse en la Sala Jorge Alberto Manrique del MUNAL hasta el 29 de mayo.