Mejores oportunidades, ¿cuestión social o familiar?

Gregory Clark, profesor de la Universidad de California e investigador, desarrolló una nueva investigación, en donde la medición para entender la movilidad social se basa en los apellidos de las personas

Ireli Vázquez / Ciudad de México

La movilidad social según el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) se puede definir como «los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición en la estructura socioeconómica». Pero, ¿por qué es importante hablar sobre el tema? Porque una sociedad móvil es garantizar la igualdad en las condiciones de competencia, además de que se vinculan con otros de suma importancia como lo son el aumento o la reducción de pobreza, la impartición de justicia, la desigualdad socioeconómica y el crecimiento.

Gregory Clark, profesor de la Universidad de California, e investigador especializado en temas que conllevan la Revolución Industrial inglesa, la economía, los salarios y el crecimiento social, en otros temas sociales, desarrolló una nueva investigación, en donde la medición para entender la movilidad social se basa en los apellidos de las personas, colocando sobre la mesa problemáticas sociopolíticas que han sucedido en países como Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, China, Japón, Chile, India, entre otros.

El sol no sale para todos. Apellidos e historia de la movilidad social, es el título de esta investigación que, en colaboración con el CEEY, se tradujo al español, para así tener un entendimiento más claro y profundo sobre el análisis.

La pregunta que se desarrolla: ¿realmente los apellidos pueden inferir y ser un factor de estudio para saber los patrones de vida de una persona? Según Clark, sí.

«Cuando hicimos este estudio, pensamos que encontraríamos las mismas tasas de movilidad social, pero nos encontramos cosas sorprendentes y es que estás tasas de movilidad social, al medir con base en apellidos fueron todavía más lentas. Hay ciertos modelos y generalmente estas cuestiones de movilidad social se ven en un plazo más o menos corto, pero no había un tipo de estudio que uniera, padres, hijos, nietos, y que fuera más atrás, sobre todo porque no había estudios o fuentes para que se fueran por ejemplo a la Edad Media, a la era de la Inglaterra preindustrial. Entonces de ahí surgió la idea de tomar este instrumento (los apellidos) para ser estudiados. Para algunos países fue más fácil que para otros, por ejemplo, en Inglaterra hay base de datos que están disponibles desde hace 400 años, y es muy fácil saber, pero para este periodo en países con menos desarrollo como Chile, se tuvo que utilizar tal cual el registro de votantes», explicó Gregory Clark, durante una charla con Noticias 22.

«Esto choca un poco con los estudios de siempre y con otras metodologías. […] Algo pasa que no suben las tasas de movilidad social, es preocúpate, pero a la vez es revelador, pero sí tiene su cara de desasosiego», expresó Sara García-Peláez, traductora de la investigación.

En palabras del investigador, se pudo llegar a esta conclusión después de seguir el porcentaje de apellidos a través de pagos de impuestos, registro de inscripciones a las universidades y membresías. Al realizar el análisis Clark encontró que las cifras son las mismas para Suecia y América Latina, como para la Inglaterra medieval.

«Es importante ver en el pasado, darnos cuenta de que todo esté análisis que pasaba en la Inglaterra medieval, al analizar con esta herramienta te das cuenta de que hoy no podemos hacer nada para cambiar las tasas de movilidad social», agregó.

Y es que, cuántas veces hemos escuchado que si “una persona no sale adelante es porque no quiere”, o “no es que no haya oportunidades, sino que la persona no las busca”. En marzo de 2020, la revista Nexos publicó lo siguiente:

«En México, nacimiento es destino. Las oportunidades se reparten desde la cuna y las probabilidades juegan en contra. Día con día, los mexicanos luchan contra una variedad de desigualdades que limitan su potencial. Mujeres, niños, adolescentes y grupos indígenas son los más afectados.

»La narrativa meritocrática niega esta realidad y transfiere la responsabilidad al individuo: el éxito es resultado del esfuerzo. Bajo la lógica de la meritocracia, cualquier adversidad es franqueable si se trabaja lo suficiente, el fracaso es el resultado de decisiones personales y el papel del Estado se limita a la no intervención».

«Ya que la movilidad no depende de nosotros, hay muy poco que esté en nuestras manos, pero ¿qué, si depende de la sociedad, de los gobiernos, del Estado?, nosotros como sociedad podemos gratificar menos a las personas que tienen más y gratificar más a las personas que no lo son tanto y así tener un balance», expresó Clark.

Gregory menciona que es importante que las generaciones más jóvenes entiendan que la movilidad que ellos tendrán será más baja, «por ejemplo, hijos de padres de estratos más altos “la van a armar menos que sus papás”, y también para la gente de los estratos bajos es importante que entiendan que la movilidad que van a tener o al estrato que van a poder ascender será bajo»; sin embargo, esto no quiere decir que no existan personas que no tengan las capacidades para salir de su estrato de movilidad y tener un mejor futuro, «pero son esporádicos, como “destellos”, pero son historias de éxito, no es lo que pasa en el promedio», concluyó.