Especular sobre el futuro es mirar con lupa el presente, «En una orilla brumosa»

Una antología editada por Verónica Gerber Bicecci en la que trece voces, desde el ensayo especulativo, imaginan el futuro al tiempo que miran con atención nuestro presente 

Ana León/Ciudad de México 

«Hace falta detenerse a tomar un respiro» e imaginar. En una orilla brumosa debe su título a una frase de Ursula K. Le Guin, una escritora de literatura fantástica y ficción especulativa brillante, poderosa, tremenda, que hace justamente eso: imaginar, imaginar mundos posibles que han dado forma a un universo literario desde el que critica lúcidamente nuestro presente como pocas. La ficción, las visiones de futuro, para analizar con lupa este presente que agotamos. En una orilla brumosa hace eso: imaginar mundos posibles, futuros posibles para las artes visuales y la literatura, pero no sólo se acota a eso, los ensayos que la integran van abriendo puertas que conectan con el desgaste del medioambiente, la migración, las mutaciones del lenguaje, las relaciones con vidas no humanas, las inteligencias artificiales y las relaciones comunales a las que precisamos volver. 

¿Qué es el futuro? me pregunto al leer por completo el título del libro que menciono: En una orilla brumosa. Cinco rutas para repensar los futuros de las artes visuales y la literatura. [pongamos atención a ese “los futuros”] y me viene a la mente un poema de Wislawa Szymborska: 

Cuando pronuncio la palabra Futuro, 

la primera sílaba pertenece ya al pasado. 

Cuando pronuncio la palabra Silencio, 

lo destruyo. 

Cuando pronuncio la palabra Nada, 

creo algo que no cabe en ninguna no-existencia. 

Porque esos futuros que se vislumbran desde una orilla brumosa nos están diciendo más sobre nuestro presente que sobre esos futuros posibles. 

Para entender un poco más el sentido de esta antología publicada por la editorial Gris Tormenta y antologada por la artista visual que escribe, Verónica Gerber Bicecci, platicamos con ella vía zoom. 

Todas las imágenes han sido tomadas del perfil de Facebook de la editorial Gris Tormenta.

En una orilla brumosa la selección presentada es cruzada por la idea de “repensar los futuros de las artes visuales y la literatura”, misma idea que subtitula el texto. Pero luego de hacer la lectura me pregunto: ¿(re)pensar el futuro es más que nada pensar en la escritura? Las cinco rutas que tú marcas para hacer este recorrido son con base en la escritura: Autónomas e ininteligibles, No humanas, Migrantes, Antónimas y Desenterradas. En este terreno de las imágenes y las palabras, ¿es la palabra el ancla? 

Lo que trato de plantear en el prólogo es un poco para poderme referir a algo con una sola palabra que para mí incluye ambas cosas. Lo que trato de decir es que siempre que escribo la palabra “escritura”, me estoy refiriendo, sobre todo, a las artes visuales y a la literatura o a las imágenes y las palabras. Aunque también a otras manifestaciones artísticas. 

Para mí decir escritura es decir imagen y palabra o literatura y artes visuales; no siento ese peso hacia lo literario por medio de esa palabra, aunque lo lógico sería que sí, por supuesto.

Me surge la pregunta anterior ya que en muchos de los textos, pero sobre todo en el texto de Hito [Steyerl], ella al hacer referencia a una imagen, escribe el código de la imagen y su respectivo pie de foto. Y señala que si no entendemos dicha imagen es porque aún no manejamos ese lenguaje. Pienso entonces que el futuro de las artes visuales y la literatura es la construcción de nuevos lenguajes. 

Un poco va por ahí. En última instancia pensaría que lo que se puede hacer es ir hacia los límites de los lenguajes que conocemos para, justo como dices, encontrar otros lenguajes posibles. Una suerte de poliglotismo, de lenguajes que incluyen muchas cosas y que no son cerrados. Porque un poco los textos de todes les autores de la antología invitan a eso. Que no sólo es pensar en las artes de manera tradicional como imágenes y palabras, o pinturas y libros, por decirlo de alguna manera, sino también muchos otros tipos de lenguaje. De ahí que todas estas rutas que propongo sean distintos tipos de escrituras y algunas de ellas pasan por lo no humano, por ejemplo. Por cosas más difíciles de asir como la migración, la idea de estar en movimiento, en tránsito. 

Sí estoy de acuerdo contigo que en esa lectura sobre la búsqueda de otros lenguajes y en ese “otros”, es también una cierta expansión hacia afuera del lenguaje artístico y del lenguaje en sí mismo. 

La palabra futuro te indica otro tiempo, un tiempo que está por venir, que aún no conocemos, pero este libro me hace pensar que pensar en el futuro es ver el presente con una lupa y desde la mirada del otro, y de ese otro no humano. No sólo lo que conocemos, sino aquello que no conocemos. 

Sí, salir de nosotros mismos también es otra de las tareas que proponen estos textos. Tambien pienso que hay una suerte de pensamiento sobre el presente desde el futuro a través de los textos del libro. Es decir, de alguna manera logran dibujar, esbozar el futuro, pero en realidad cuando lo vuelves a pensar, ese futuro de pronto es el presente. 

Es interesante que desde el futuro piensan este tiempo y lo piensan críticamente, que eso creo que es lo que a mí me resulta más valioso e interesante, porque nos permite seguir desdoblando y rascando en lo que sucede hoy y en posibles direcciones que podríamos tomar, al menos en términos de las manifestaciones artísticas y su correlación con el medioambiente, con otras formas de vida, con los medios de producción de esas artes. 

Una visión más crítica, pero que no está centrada en la obra ni en la significación de la obra, sino en lo que hace posible que la obra exista, que las lecturas de la obra existan. Y en las comunidades que se acomodan al rededor de esas obras. 

Pensar en lo no humano. Lo has mencionado y en el libro está presente, ¿por qué es tan importante ahora —lo vemos en los textos de Donna Haraway, por ejemplo— al pensar el futuro, pensar nuestra relación, comunión, convivencia, diálogo con lo no humano? En varios textos es una parte fundamental. Es también una de las rutas de escritura que marcas. 

Hay varias maneras de pensar esto de lo no humano. Una de ellas es hacia todos los organismos vivos, orgánicos, que no tienen la característica de un ser humane. Y otra es también para preguntarnos —muchos teoriques han pensado en estas ideas— ¿qué tan humanos somos en tanto funcionamos con una serie de extensiones tecnológicas que nos alargan la vida o el pensamiento o la memoria? Me refiero a cosas aparentemente simples como un teléfono o una computadora. Hasta cosas más complejas como un marcapasos, un hueso de titanio. 

Creo que en medio de esas dos ideas está esa preocupación por lo no humano. Y dado que es algo que estamos intentando entender, me imagino que al pensar en el futuro eso también aparece con doble filo: algo que puede destruirnos, por un lado; o algo que puede hacernos vivir en un mundo más equilibrado o alargarnos la vida. 

La razón principal de que se discuta sobre lo no humano es que estamos enfrentando una crisis climática sin precedentes. Creo que va por ahí, pensar quiénes van a sobrevivir a esa crisis; y que, probablemente, tendríamos que haberles aprendido cosas a estos seres no humanos, a los microorganismos y a todo tipo de especies. 

Hay una idea importante que justo mencionas: ¿qué tan humanos somos? En el libro hay una frase que dice: «…pensar el futuro es luchar por convertirnos menos en máquinas…», porque también hay una parte que se cuestiona si ese futuro es pensar en la tecnología. 

A mí antes que eso, me preocupa que nosotros tengamos estos aparatos tecnológicos significa un profundo proceso de extracción de elementos naturales que provocan a su vez esta crisis climática de la que estábamos hablando. Cómo estas extensiones tecnológicas están dañando el planeta y cómo poder hacer uso de ellas sin hacer ese daño. Cómo diseñar tecnologías que sean más adecuadas para el uso de los recursos naturales. 

Pienso que tendríamos más bien que pensar en modos más éticos y responsables, corresponsables, de pensar la tecnología. No sé si nos estamos volviendo más máquinas o menos humanos. Pero sí es cierto que ya tenemos esos aparatos aquí, tal vez lo que toca es pensar en maneras más responsables de utilizarlos y de convivir con ellos. 

¿En algún momento crees que se nos agoten las visiones de futuro?

Esa es una pregunta interesante. Hay algo que es complejo allí. Hay como una suerte de lógica que hace que nos parezca imposible imaginar un futuro que no sea en un sistema como en el que ya vivimos. Y también pareciera que imaginar futuros es tarea de la ciencia ficción y nada más. Como si no fuera algo que valdría la pena que todo el mundo estuviera pensando en su propio ámbito y en el proyecto que esté desarrollando. Creo que la pregunta por el futuro cuando hacemos algo le da mucha dimensión a los proyectos. 

La pregunta por el futuro muchas veces es: ¿vale la pena este gasto?, ¿vale la pena esta huella ecológica?, ¿vale la pena este tiempo?, ¿vale la pena este esfuerzo corporal? ¿Para dejar qué,  qué rastro, qué huella, para construir hacia dónde. 

Quisiera pensar que siempre va a haber modos de imaginar otros mundos posibles o futuros posibles, pero sin duda hay momentos de desesperanza profunda en los que pareciera que es imposible. 

Creo que las preguntas de fondo, ésas que te decía hace un momento, siempre se pueden hacer. 

¿Para ti qué significa pensar el futuro? 

Pensar el futuro es cuestionar de modo más profundo la práctica artística. No solamente es eso, pero buena parte de ello pasa por ahí, por la necesidad de cuestionar con mayor profundidad la práctica artística. Es decir, ampliar el pensamiento y los cuestionamientos hacia afuera de la obra, a los procesos de producción de la obra, a los involucrados, a la autoría, a todos los movimientos y energías y cuerpos que se involucran con la producción artística. Creo que eso significa para mí pensar en el futuro. Por supuesto que también significa otras cosas, como imaginar mundos posibles, imaginar otros lenguajes. Que son las cosas que veníamos construyendo juntas en esta conversación. Pero, sobre todo, es eso, creo que en el fondo es cuestionar más profundamente la práctica artística. 

En una orilla brumosa integra textos de Juan Cárdenas, Daniela Franco, Maria Fusco, Ariel Guzik, Alicia Kopf, Ursula K. Le Guin, Stanislaw Lem, Cecilia Miranda, Mario Montalbetti, Redes Comunales Mixes + Yásnaya Aguilar Gil, Hito Steyerl, Olivia Teroba y Eugenio Tisselli.