El biólogo fue reconocido recientemente con la Medalla José Vasconcelos que otorga el Seminario de Cultura Mexicana por sus aportes al estudio de la biodiversidad
Karen Rivera / Ciudad de México
La sustentabilidad del desarrollo económico y la restauración ecológica son parte de las áreas de interés del biólogo José Sarukhán. Pionero en el estudio y desarrollo de la ecología en México, fue reconocido recientemente con la Medalla José Vasconcelos que otorga el Seminario de Cultura Mexicana por sus aportes al estudio de la biodiversidad. Aquí una entrevista con el investigador reconocido mundialmente por su papel en la conservación de la naturaleza.
«Yo me acuerdo cuando pedí mi beca para ir a hacer mi doctorado en ecología, no había CONACYT en ese tiempo, la respuesta del organismo que existía para esos fines, del comité que evaluó mi solicitud, fue que la ecología no era una prioridad del país, le estoy hablando de 1967, no del siglo pasado, bueno sí es del siglo pasado, pero no del siglo anterior», señaló el investigador.
Así fue como José Sarukhán comenzó a impulsar el estudio de los ecosistemas en un país donde la ecología no era reconocida. Hijo de migrantes sobrevivientes del genocidio ocurrido contra los armenios en Turquía, en las primeras décadas del siglo XX, nació en la Ciudad de México y estudió la carrera de biología en la UNAM. El doctor en ecología por la Universidad de Gales sabe que su pasión por el conocimiento de la biodiversidad se debió en gran medida a sus mentores y al naturalista Charles Darwin.
«El pensamiento darwiniano ha sido un constructor de mi mente en entender y en tratar de saber ¿por qué las cosas se tienen que hacer de una cierta manera?, ¿por qué obedecen a las mismas leyes de la naturaleza de las que nosotros mismos somos producto? Y en ese sentido, me siento muy privilegiado.»
Sarukhán se considera un optimista que lee, que analiza la información y delinea panoramas de lo que está pasando y puede ocurrir. Describe a la ecología como una ciencia integradora, un lugar de entrecruces de disciplinas y conocimiento que permite entender el entorno natural. Esa es la filosofía de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Estudio de la Biodiversidad, CONABIO, creada en 1992, que coordina desde sus inicios y reúne, como ningún otro lugar en el mundo, múltiples datos del capital natural del país.
«Lo que está faltando es que lo que llamamos ecología, que en realidad es el entendimiento de cómo debemos usar, estoy poniendo la primera palabra, no conservar, cuidar, que nadie lo toque, no, usar, pero al mismo tiempo conservarlo, mejorarlo, reproducirlo en áreas donde se ha dañado, es una tarea que es obligatoria para todos, no nada más en México, en los países del mundo.
»Yo creo que tenemos que cambiar de manera de pensar, tenemos que hacer no nada más el conocimiento aislado de la gente, sino la gente también parte de ese proceso de mejoría de las formas en qué producimos los alimentos en México y para eso hay que valorar el enorme servicio que han prestado a México y al mundo estas generaciones de campesinos, ayudándoles a producir mejor.»
Para el miembro de El Colegio Nacional, una deuda pendiente en la ecología es el valor que se da a los campesinos, los guardianes de la tierra, porque todos los días desayunamos, comemos y cenamos biodiversidad. Invita a que la alimentación globalizada no sustituya a la gastronomía mexicana.
«Tenemos aquí los elementos más importantes, que son la diversidad biológica y genética que estos cultivos tienen, el conocimiento y la experiencia tradicional y la moderna en este momento, y consecuentemente la capacidad de poner estas cosas juntas, estos son patrimonios nuestros, de nadie más, no los hemos pagado a nadie, son propios del país, hay que usarlos, hay que usarlos por el bien de toda la sociedad mexicana.
»Los que toman las decisiones deberían tener la amplitud, la capacidad y la inteligencia de usar la mejor información, nunca la tenemos totalmente completa, pero hay mucha más de la que estamos usando para hacer las cosas bien y cumplir con la responsabilidad que cada uno de esos tomadores de decisiones asume cuando acepta el cargo que le están dando.»
Habitamos un planeta en el que la matriz básica que sostiene a todas las especies es la naturaleza. José Sarukhán lo tiene tan claro que ha creado importantes instituciones como el Departamento de Ecología, que se convertiría después en el Instituto de Ecología de la UNAM. Asegura que el desarrollo de un país y la conservación de los ecosistemas pueden ir de la mano si los proyectos industriales se planean a partir de los conocimientos científicos, porque sólo así se evitan los impactos ambientales.