700 años de la muerte de Dante Alighieri y los rastros de su «Divina comedia»

«Encontramos ecos de distintas épocas, de distintos personajes, distintos autores que se conectan para hacer esta malla cultural»: Mauricio Montiel Figueiras.

Huemanzin Rodríguez/Ciudad de México.

Gracias a la iniciativa de Pablo Maurette, profesor de literatura inglesa y comparada por la Universidad del Estado de Florida, que hace tres años a través del hashtag #Dante2018 en Twitter convocó a todo el público interesado a leer en colectivo y durante un año la Divina comedia; el escritor y ensayista Mauricio Montiel Figueiras se acercó a la magna obra del poeta florentino y reflexiona sobre su impacto en el mundo actual a 700 años de la muerte de Dante Alighieri (1265-1321).

«Es un libro al que llegué tarde y fue por la iniciativa de Pablo Maurette, ensayista y traductor argentino, que empezó a provocarnos primero a decenas y luego cientos de lectores a unirnos a esta experiencia colectiva de la Divina comedia. Primero leí la obra en prosa en una traducción, debo decir no muy buena, y luego la leí en verso en esta traducción que me parece estupenda de Josep Mariá Micó publicada este año por la editorial Acantilado. Tener esta experiencia doble de leerla en prosa y luego en verso, como se escribió, es fascinante.

»No se puede llamar a la Divina comedia, sólo un libro. Es un acontecimiento cultural en la historia de la humanidad. Dante fungió como el gozne entre lo medieval y lo renacentista, esa transición importantísima en la historia de la humanidad. Hay un antes y un después de la Divina comedia. No ríos, sino océanos y planetas enteros han corrido y se han escrito sobre esta obra.»

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Sobre esa bisagra, hace 700 años muere Dante Alighieri, poco antes nacen los poetas Petrarca (1304-1374) y Giovanni Boccaccio (1313-1375), quienes al igual que Dante participaron en las ricas discusiones entre poetas y pintores sobre el sentido del arte. Antes que Petrarca y Boccaccio, nace Giotto (1267-1337), tremendo pintor prerrenacentista, que conoció a Dante, tal vez fue el primero en representar visualmente la obra de Alighieri. Ellos son parte del caldo de cultivo para lo que ahora conocemos en la historia del arte como la escuela del Quattrocento, que permite después el Renacimiento; uno de sus máximos representantes, Leonardo Da Vinci (1452-1519), nace en la misma zona que Dante, a mediados del siglo XV. Desde una perspectiva histórica, en esa región vivió mucha gente que hoy identificamos como genios que comparten contextos y cuya obra da sentido a la cultura de occidente, incluso en nuestros días cuando en la educación se ha perdido a la religión, el mito y el arte.

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Aunque no lo sepamos, Dante está hoy entre nosotros. ¿Tú cómo lo percibes?

Hay obras, como la Divina comedia que permean a la cultura de manera quizá furtiva, quizá no detectable a primer golpe de vista, pero que ahí están. Yo, a partir de mi lectura reciente, en retrospectiva, me doy cuenta de cosas que he visto y leído que tienen sus pinceladas. Es como una “humedad” que permea los muros de la cultura occidental.

Estamos hablando de siete siglos desde la muerte de Dante, donde las ondas expansivas de la bomba cultural que lanzó se siguen sintiendo. Con la experiencia de la lectura colectiva en Twitter, hice un hilo con las citas de los cantos que más me gustaban ilustrados por los grabados extraordinarios de Gustave Doré (1832-1883) —yo creo que ya no se puede desligar la lectura de la Divina comedia de los grabados fabulosos que hizo Doré—, que empezó a expandirse en diversas direcciones. Entonces me interesó ver cómo impactó este evento cultural. En ese momento volví a ver la película Seven (David Fincher, 1995) y vi que es una película absolutamente marcada por la pauta de Dante y de otras lecturas como de Tomás de Aquino. Pero el asunto literario de esta película es la Divina comedia. Hay una escena donde el policía mayor —interpretado por Morgan Freeman—, va en la noche a una biblioteca para leer distintas obras intentando entender la mentalidad cultural del asesino y una de las que consulta es la obra de Dante ilustrada por Doré. Es una película que marcó un antes y un después de los asesinos en serie, una película muy inteligente y dura, cuyo final quedará reverberando en quienes la vimos, es un ejemplo de cómo Dante Alighieri ha llegado hasta la cultura cinematográfica.

Me gusta más la idea de las influencias furtivas, oblicuas, aisladas, marginales de Dante en nuestros días. Otro ejemplo que ahora me viene a la mente, es un ensayo que escribe la extraordinaria Rebecca Solnit (1961) —que yo lo traduje, por eso lo tengo en mente—, en donde habla de la construcción del Museo Paul Getty en Los Ángeles. Es uno de los museos más bellos que he conocido en mi vida. Rebecca Solnit escribe el texto de cómo este museo, con todo lo que tiene de orgánico y su estacionamiento, siguió ciertas pautas de «El Infierno», de Dante. Es una estructura cónica y al final uno sale de la oscuridad a la luz, un poco a la manera de Dante y Virgilio al final de «El Infierno» (1).

Vista aérea del Museo Getty de L.A. Fuente: Wikipedia.

Desconocía la influencia de Dante en él, porque esa misma idea de arquitectura está en el arte y en la filosofía. La estructura dantesca en «Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso», está en la construcción misma de Occidente. Fue hasta 2011 cuando el mundo católico, a través del Papa Benedicto XVI, aseguró que el Purgatorio: “…no es un lugar físico del espacio, del universo, sino un fuego interior que purifica el alma del pecado”. Es decir, por casi 700 años esa arquitectura espiritual tuvo un impacto en todas las actividades culturales de nuestra tradición. Desde ese punto de vista, ¿cómo observas la idea del mal en la arquitectura de la expresión artística?

Eso es algo que también me apasiona, Italo Calvino (1923-1985) en el libro Por qué leer a los clásicos (1991), un libro muy didáctico, pero fabuloso, como todo lo que escribió Calvino, da la definición de clásico: “Es un libro que siempre nos va a decir cosas nuevas”. Eso me parece maravilloso y es completamente cierto. Ya sea la Ilíada, la Odisea o la Divina comedia, siempre te dirá cosas nuevas. Cosas que el autor pareciera guardarse para siguientes lecturas, es como una especie de conversación que siempre se guarda uno para la siguiente ocasión. Coincido con Calvino en eso.

Sobre la arquitectura, sabemos que la Divina comedia y los múltiples esquemas y mapas que se han hecho, nos dan cuenta de la construcción arquitectónica que tenía Dante para hacer su poema. A propósito de tu pregunta, pienso en lo que elaboró Sergio González Rodríguez, gran ensayista y amigo mexicano, sobre la arquitectura del mal. En el caso específico de Sergio, están las construcciones del narcotráfico: los secuestros, las casas de seguridad, la tortura y el asesinato. Sergio elaboró esa tesis de la arquitectura del mal donde hay lugares marcados por ello. Desde hace muchos años, el nombre de Dante es un adjetivo: “Estamos en un mundo dantesco”. Pero nos referimos curiosa y paradójicamente al Infierno, no al Purgatorio o a el Paraíso. Creo que deberíamos pensar mejor cuando alguien dice “dantesco” y preguntar a qué se refiere.

Hay una anécdota muy hermosa de Stendhal (1783-1843), otro clásico. Tiene que ver con algo tipificado médicamente como una especie de neurosis, seguramente sabes a lo que me refiero, es un síndrome derivado del impacto de ver demasiada belleza en poco tiempo. Es como estar expuesto a una sobredosis de belleza en un lapso breve. Esto ocurre en ciudades, según cuentan los especialistas, muy cargadas en torno al arte como Venecia o Florencia, la ciudad natal de Dante. El síndrome de Stendhal nace a partir de que este autor francés está en Florencia en la Basílica de la Santa Cruz (2) y ve las pinturas en el techo de una de las capillas de la basílica. Stendhal empieza a sentir lo que describe en su crónica de viaje por París, Roma y Florencia, sudoraciones, palpitaciones, se siente muy mal. Sale de la basílica y se sienta debajo de la estatua de Dante que está en la plaza frente a la basílica. Me parece interesantísima esta imagen del síndrome de Standhal, en su acumulación de belleza, que al final la figura que está como tutor sea la de Dante. Es una especie de juego de ecos entre arquitectura, historia, literatura, medicina y fisiología, que ilustran las ondas expansivas de la Divina comedia.

Iglesia de la Santa Cruz en Florencia. A la izquierda la estatua de Dante. Fuente: http://www.florencia.es/arquitectura-y-arte/los-monumentos/las-iglesias/santa-croce.

Me conmueve imaginarme esa Florencia que vio Stendhal, que seguramente al igual que Praga o el Centro Histórico de la Ciudad de México, era ciudades muy distintas a los actuales dioramas gentrificados para los turistas del siglo XXI; tal vez hoy algunas personas sientan lo mismo que el escritor francés en Las Vegas, creo que la convención de la belleza está a la baja. Retomo tu gusto por la película Seven y pienso en otro cineasta que se te gusta mucho y que tal vez en él encontramos ciertas rutas con Dante, sobre todo pensando el infierno interior. ¿Lees algo de Dante en David Lynch?

Acabas de mencionar a uno de los cineastas que más me gustan y que creo conocer medianamente bien. Mientras te escucho pienso que no tengo referencia de que haya leído a Dante. Se, por ejemplo, que uno de los proyectos largamente pospuestos de Lynch es una adaptación de La metamorfosis de Franz Kafka. Un proyecto que particularmente, a mí, me fascinaría ver. Pero volviendo a la oscuridad interna, Lynch es alguien que rehuyó al psicoanálisis en los años ochenta. Me parece que fue en la época de Dunas (1984) y Terciopelo azul (1986) que él acude con un psicoanalista a quien le pregunta: “Lo que le voy a decir aquí, ¿puede minar mi creatividad? ¿Puede minar el infierno que traigo adentro?”. A lo que el psicoanalista le respondió: “Muy probablemente lo que vaya a tratar aquí no lo trate en el cine”. Entonces Lynch le pagó, se fue y no volvió al psicoanálisis. No sé si esto sea un mito, esto lo dice Lynch en una entrevista para la revista Rolling Stone, pero lo que sí es cierto, es que fue con el peor psicoanalista. Volviendo a Dante y a Lynch, varias de sus películas son dantescas en lo que se refiere a lo infernal. Todas estas criaturas con un pie en otra dimensión y el otro aquí, que están a caballo entre dos mundos, son criaturas dantescas: el enano de Twin Peaks, el espacio con cortinas rojas y el piso de grecas en blanco y negro, son dantescos. Algo que me llama la atención en Lynch es cómo retrata los espacios domésticos. Se vuelven “arquitecturas del mal”, las habitaciones de Lynch son para mí, las más siniestras del cine contemporáneo. No tiene que hacer efectos especiales, con pocos elementos como la luz y la sombra hace una antesala del Infierno interior, no religioso, que es peor.

La magia de Dante es que, en su descenso a los círculos del Infierno, están los horrores del mundo y las personas con las que convivimos. En la Divina comedia, Dante es un personaje que dialoga con personas reales de su actualidad, gente de la Historia y personajes mitológicos. Esos horrores que ve en «El Infierno», son tan intimidantes como ver una mirada desnuda en el espejo, imagen presente en Lynch. En tu libro Un perro rabioso (Turner, 2021), hablas un poco de eso.

Uno de los libros que más me sirvieron en la escritura de mi propio libro, es Esa visible oscuridad. La memoria de la locura, de William Styron (1925-2006). Lo leí hace mucho tiempo y sobre todo en mi segundo brote depresivo en 2018, justamente cuando estaba leyendo la Divina comedia —qué curiosa sincronía—, él cierra con Dante. Al comenzar su libro cita el primer verso de «El Infierno»: «A la mitad del camino de mi vida me encontré con esta selva oscura…» Styron ubica esto como la entrada a la depresión. Seguramente Dante leyó lo que decían los griegos sobre las distintas bilis, la melancolía, esos humores que no se reconocían como enfermedades.

Si uno ve todo el trayecto de Dante y Virgilio por el Infierno, sí es terriblemente parecido a lo que uno atraviesa en la depresión, descender en los círculos topándose con los demonios. Hay que decir, a Dante no le faltaba sentido del humor, sabemos que a muchos de los personajes que él detestaba los puso en el Infierno recibiendo castigos terribles. Muchos de sus enemigos o personas con las que no coincidía, ahí están. Tenía un sentido del humor y la ironía muy fina para tomar venganza literaria. Está el trayecto de Dante por el Infierno, pero el salir de ahí, es uno de los pasajes más bellos de la historia de la literatura de la humanidad, después de la oscuridad ve la luz. Esos versos finales del Infierno me quedarán resonando para siempre. Sí hay una posibilidad, como dice Dante, de ver las estrellas.

Y en una lectura reciente que hice de la Divina comedia, me topé con otro canto muy peculiar. Yo tenía la idea falsa de que Virgilio era el acompañante de Dante hasta el final, desde el Infierno al Purgatorio y después al Paraíso. ¡Oh, sorpresa! En el canto XXVII del Purgatorio, sumamente conmovedor, Virgilio se despide de Dante, lo deja con Beatriz quien aparece desde el principio del poema. La manera en que se despide en el canto XXVII, es una de las despedidas más conmovedoras. En la traducción de Micó dice: “Te corono y te mitro”. Si me pidieran eligir dos cantos, que sería difícil porque tengo muchos favoritos, serían el XXXIV del Infierno que es el final y el XXVII del Paraíso que es la despedida de Virgilio. Creo que, si alguien no se conmueve con eso, no hay nada más que hacer.

Salida del Infierno. Canto XXXIV de «La Divina Comedia», grabado de Gustav Doré.

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El que Dante sea guiado por Virgilio (70-19 a.C.) me llama mucho la atención. Estamos hablando del gran poeta latino autor de la Eneida, que continúa la saga homérica. Ahí cuenta la vida de Eneas, sobreviviente de Troya, quien en algún momento tiene que descender al Hades —es por decirlo de una manera, el inframundo mesoamericano— para hablar con los espíritus de su padre y esposa fallecidos. Ahí están muchas de las claves del descenso de Dante al Infierno. Y según Homero, Ulises hace algo similar. En la Divina comedia encontramos algunas de las primeras piedras fundacionales de occidente.

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¿Cómo lees la tradición en Dante?

Me quedo pensando en ¿por qué Dante elige a Virgilio? Ahora ya se volvió Virgilio, si no un adjetivo como Dante, sí un sinónimo de un guía que nos acompañará en un trayecto. Si tú le preguntas a alguien por qué dice: “Fue mi Virgilio en la noche”, no sabe explicarlo, es una frase hecha. Y cuando leí la Divina comedia, vi cómo Dante para salvar ese abismo de siglos entre Virgilio y él, le tendió la mano para traerlo de su época, lo pone en la suya y lo vuelve contemporáneo suyo. ¡Eso me parece fabuloso! Virgilio, el mayor poeta latino, a su vez le extiende su mano a Homero. Le dice, tú lo hiciste en Grecia y yo te traigo a mi época para reinterpretarte.

Esta cámara de resonancias culturales me apasionan y me da como una especie de síndrome de Stendhal al pensarlas. Son impresionantes, son demasiadas todas estas resonancias. El canto XI de la Odisea de Homero, que es el descenso de Ulises al Hades, donde ve a todos estos personajes con los que se entrevista, con los que empieza a hablar, al final de ese canto dice: «No me puedo quedar aquí, estoy vivo». Y sale al mundo luminoso. Luego en el canto VI de la Eneida, es donde Eneas se encuentra con sus familiares muertos. Lo tengo muy fresco porque hay un gran ensayo de Mark Strand titulado Sobre nada y otros escritos (Turner, 2015), donde les pregunta a varios poetas sobre sus cantos favoritos, Strand cita éste donde Eneas habla con la mujer y el padre muertos. Y de cómo los dos le muestran paisajes en los que saldrá de la oscuridad. Luego viene todo el Infierno de Dante, no es un canto en específico, es una parte en donde Dante atraviesa el Hades que Ulises y Eneas ya habían cruzado en sus épocas respectivas.

Vamos viendo estos saltos “cuánticos” de siglos e historia, de una cultura a otra, para volver a los textos como a sus autores: Homero y Virgilio, contemporáneos. Finalmente, los clásicos son nuestros contemporáneos, nos siguen diciendo cosas, como decía Italo Calvino, completamente actuales.

Un lector de la Divina comedia, como me ocurrió a mí, encuentra cosas que resuenan en la actualidad. No es como algunos otros textos, densos, pesados, fechados. La Eneida la leía hace tiempo, la Odisea la releí recientemente, así como la Divina comedia y me dejaron pasmado. Sobre todo, en el tejido cultural en el que se insertan y lo que provocaron, es inagotable, podemos seguir hablando horas sobre estas relaciones.

Yo sí quiero ver a estas obras como cámaras de resonancia, donde encontramos ecos de distintas épocas, de distintos personajes, distintos autores que se conectan para hacer esta malla cultural.

«Dante y Virgilio en el Infierno» (1850) de William-Adolphe Bouguereau. Museo D’Orsey. Fuente: https://www.lacamaradelarte.com/2020/08/dante-y-virgilio-en-el-infierno.html

Una posdata, se nos olvida que, sobre todo en la literatura, se tiene que conjuntar lo ético y lo estético. En gran parte de los escritores eso está separado. En Dante está totalmente imbricado. Acabo de leer un libro absolutamente extraordinario que sé me cambiará la vida, que se titula La liebre de ojos de ámbar, del escritor y ceramista británico Edmund De Waal. Es un arco de siglo y medio de su familia, banqueros judíos originarios de rusia. Él sigue la pista de su familia, de los dramas y desgracias a través de una colección de 234 netsuke, que son estas minúsculas esculturas japonesas hechas desde el siglo XVII, que le heredan a él. Va siguiendo la historia de las esculturas y a partir de ahí, a la par, hace un fresco histórico de siglo y medio. Hay algo que tiene que ver con Dante, De Waal no lo menciona, pero sí dice algo que tiene que ver con el sentido ético y estético que está en el compromiso de recordar. Se nos olvida que la memoria es también un compromiso. Este sentido humanista por desgracia, salvo excepciones, se ha perdido en la literatura contemporánea.

  1. El autor del diseño arquitectónico del Museo Paul Getty de LA, es Richard Maier (1934-), galardonado con el Premio Pritzker en 1984. La construcción del museo tuvo un costo de mil millones USD y fue inaugurado en 1997.
  2. En la Iglesia de la Santa Cruz de Florencia están sepultados Galileo Galilei, Niccolo Maquiavelo y Miguel Ángel Bounarroti, entre otros personajes de la Historia.

Imagen de portada: La barca de Dante, de Auguste Delacroix.