Mónica Nepote, Pablo d’Ors en conversación con José Manuel Velasco hablaron sobre esta antología que reflexiona sobre el silencio desde diferentes perspectivas
Ohmar Vera / Ciudad de México
En el libro Viajes al país del silencio, doce voces reflexionan desde la filosofía, tradiciones milenarias, espacios naturales y prácticas del cuerpo y de la mente, en torno al silencio humano. Dos de estas voces: el escritor, sacerdote y practicante de meditación zen, Pablo d’Ors, y la escritora y senderista Mónica Nepote, conversaron con el editor del libro, José Manuel Velasco, en torno a la experiencia del silencio interno y la contemplación en el mundo contemporáneo.
«Yo creo que en Occidente hemos hecho un mito del pensamiento y la acción lo cual esta bien porque las cosas hay que pensarlas y actuar, pero nos hemos olvidado de la contemplación, es decir, que antes de pensar y antes de actuar hay que mirar y hay que dejarse tocar por las cosas», señaló d’Ors.
El texto aborda la cultivación del silencio desde la experiencia mística católica, la meditación budista, las prácticas rituales prehispánicas, el senderismo contemplativo, los pequeños ritos de observación y silencios urbanos.
«Creo que hay muchas aproximaciones, creo que el silencio es una experiencia que tiene que ver con lo espiritual y que no hay ninguna forma equivocada», comentó Nepote.
Ambos escritores coinciden en que este silencio, del que se habla, en un intento para reconocerlo más no describirlo, es una experiencia que comienza por el reconocimiento del cuerpo.
«Lo primero que uno descubre y lo más tremendo cuando se hace quietud y cuando se va a la montaña a caminar, es el cuerpo y descubrir el cuerpo es tanto como decir que la puerta es la percepción, o sea, que el problema es que estamos tan aturdidos que no percibimos», comentó d’Ors.
La conversación que se llevó a cabo frente a un público físicamente distanciado, con el rostro prácticamente oculto tras un cubre bocas, sirve para aliviar la ansiedad por la que atraviesa la humanidad.
«Creo que necesitamos, como especie, después de haber pasado por este rito de pasaje de un duelo colectivo inusual que nunca se había vivido a nivel planetario, esta conciencia de todos estar conectados por el temor, miedo, la idea de enfermedad, las pérdidas, la muerte, creo que encontrar estos espacios en los que podemos reflexionar en torno a otras maneras de entender la vida es muy esperanzador», señala Nepote.
«Mi consejo es que siete veces al día nos conectemos con nuestro corazón, es decir, hagamos pequeñas pausas, que puede ser una pausa para la meditación, una pausa para el paseo contemplativo, una pausa para la conexión con nuestros seres queridos, pero de verdad, escuchando a nuestras parejas, nuestros hijos, atendiendo a nuestros ancianos; una pausa para la lectura, una pausa para la devoción, para la oración y todo esto es para que nuestra vida no este regida, como sucede a menudo, por lo urgente, sino por lo esencial», concluyó d’Ors.