La experiencia estética de las palabras en relación directa con la tradición, la política y la situación social de una geografía
Ireli Vázquez / Ciudad de México
La escritora e investigadora de literatura latinoamericana y mesoamericana, Judith Santopietro, nació en Córdoba, Veracruz, aunque también se crió en Ixhuatlán del Café y Boca del Monte, pueblos de las Altas Montañas a los que pertenece su familia. Aquí escuchó las primeras historias sobre nahuales, chaneques, mujeres voladoras y otros seres extraordinarios del mundo mesoamericano. Si bien su idioma materno es el español, ella ha aprendido nahuatl por decisión política y para honrar a sus ancestras que soñaban y vivían en esta lengua.
«Tuve la oportunidad de crear proyectos junto con otros jóvenes nahuas en la Sierra de Zongolica, y entonces me encontré con que yo pertenecía a esa cultura. Creo que fue un compromiso que esa revitalización de la que tanto hablaba en un discurso a nivel cultural y artístico lo pudiera ejercer yo misma, entonces sí, fue un reto aprender náhuatl, creo que es una lengua que no voy a terminar de dominar nunca, sin embargo, me interesaba mucho que fuera parte de mi poética en lo que yo escribo», explicó en entrevista Santopietro.
Algo similar pasó, cuando Judith comenzó su mundo dentro de la escritura y la poesía, pues ante el incómodo de muchas problemáticas que existen en el mundo, entre ellas, las sociales que involucran la vida y los derechos de otras personas, así como la falta de identidad que muchas personas llegan al sentir al no poder identificarse con sus raíces o su origen, es que desarrolla sus escritos.
Ahora, Santopietro, presenta su segundo libro, Tiawanaku. Poemas de la madre coqa, un libro que a través de la poesía nos adentra en un viaje por el altiplano sudamericano, específicamente en Bolivia. En el que más que contar una historia a través de sus poemas, trata de mostrar la cultura, los lugares y las deidades a las que las personas de esa región se deben.
Este poemario, que se publicó a través de la editorial independiente Orca, contiene una traducción inmediata al inglés, de la cual se hizo cargo la profesora e investigadora Ilana Luna.
En esta ocasión platicamos con la escritora para conocer más sobre su libro, así como con la investigadora Ilana Luna, para hablar sobre el proceso de traducción.
¿Cómo surge la idea de crear Tiawanaku. Poemas de la madre coqa?
JS: Tiawanaku surge de dos grandes viajes, uno que desmitificó totalmente mi idea romántica de Los Andes, que es atravesar desde la ciudad de Lima (Perú), hasta La Paz (Bolivia), en autobús. No son los paisajes bucólicos que uno se imagina de los Andes, sino fue una experiencia muy dura por la altura y el frío y, definitivamente, creí que esto tenía que reflejarse, la trayectoria, la geografía, pasando por muchos territorios, y bueno, yo creo que nunca tuve la idea que podía tener alcance un libro.
A través de los poemas, se pueden ir descubriendo sensaciones que se viven dentro de un viaje, tu viaje, ¿qué significó para ti que esto realmente quedará plasmado y que pudiera llegar a los lectores?
JS: Lina Guirre, quien fue editora del libro, fue la que tuvo esta visión complementaría de armarlo, de agarrar al lector y subirlo a estas cumbres a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar y hacerlo sentir este mismo mal de altura y luego bajar, bajar a la ciudad. Pero definitivamente en lo que coincidimos es en la representación que yo quería hacer de los personajes que aparecen , que es una mujer aimara y un curandero quechua; que no era desde una visión folclórica o romantizada, o como la madre coca, que se vuelve un ente. No es este ente de la abuela, la abuela que alimenta, la abuela que provee. No es visión romántica de los pueblos indígenas. Quería romper con eso, quería que esas representaciones de las mujeres no fueran ornamentales y creo que para eso utilice muchísima de la experiencia y de la voz de otras personas que eran parte de la cultura y que me pudieron señalar y enseñar, yo lo llamo las huellas coloniales de la escritura.
Tocando el tema de no romantizar a los pueblos indígenas, desde tu experiencia con tu familia y el cómo te encuentras como estos personajes a través de tu viaje, ¿cómo fue para ti este trabajo para llevar las cosas reales a las páginas
JS: Creo que en Tiawanaku me atrevo a experimentar con archivos, con cosas materiales, pero también con cosas espirituales, con las que tenemos muchísimas correspondencias. Cómo mi familia no se autoadscribe como nahuas; sin embargo, ese legado lo veo en lo que hacen, en cómo viven, en cómo rezan, en lo que comen, todo eso viene del pueblo nahua.
Hay muchas correspondencias dentro de la ritualidad y creo que verme inmersa en un país que tiene más de 33 lenguas originarias como Bolivia, en un momento político crucial para poder revitalizar las lenguas… Yo no sé quechua y aimara, pero creo que el español boliviano está tremendamente influenciado, tremendamente partido, quebrado, por la influencia de las lenguas indígenas, me parece algo maravilloso y de resistencia.
En Tiawanaku decidí que esta base de la oralidad, esta base de la tradición oral, que es algo que yo escuché desde niña, a través de mis abuelas y de mis tías, […] me interesaba traer esta base de la tradición oral y de la oralidad que está sostenida en el ritmo y en la musicalidad, y por eso no podía dejar de lado muchísimos términos, muchísimos conceptos del quechua y del aimara.
Tocas el tema de los conceptos y mi siguiente pregunta va en referencia a eso. Algo que tiene en particular este libro es que contiene un glosario, ¿por qué tomar le decisión de esto?
JS: Esta decisión la tomó Lina Guirre. Fue algo brillante. Algo que se le agregó al libro bajo el argumento de que no es una especie de producto de consumo, sino de que aquel lector o lectora que es angloparlante va a tener la primera impresión del libro en ese idioma, también va a acercarse al conocimiento, a las epistemologías andinas y a mí como escritora me interesa desmitificar que la poesía se escribe gracias a una musa, a una inspiración, y a que no hay un trabajo muy duro y de rigor de la investigación del tema que vas a abordar en tus poema.
Para mí refleja muchísimo este trabajo que hice durante varios años y también de dialogo entablado con profesionales aimaras y quechuas, para saber si yo estaba precisando lo que yo realmente quería decir en esos términos y conceptos y no estaba inventando como se suele hacer muchas veces desde la academia o los antropólogos, o los arqueólogos, cuando no sabemos o no tenemos acceso a la lengua original. Entonces, creo que esto refleja muy bien el acto de traer a los lectores hacia este conocimiento que es distinto, pero igualmente valido.
Abordado ahora el tema de llevar la traducción al inglés, ¿cómo surge la decisión de hacerlo y por qué?
Ilana Luna: Me atreví a aproximarme a este texto con mucha cautela, con mucho amor y poder de escucha, y creo que eso se trasmite en la traducción.
En este caso, especialmente, fue una actividad de escuchar y reproducir algo que causara sensaciones similares y nunca puede ser lo mismo, no existe una traducción perfecta, pero como lo dice Judith, está la oralidad, el ritmo, la musicalidad, las sensaciones físicas, casi sinestésicas entre el frio y la música, el color y esa sensación en la piel, yo quería trasmitir eso en la traducción, espero haber logrado una parte de lo que intenté.
Tuvimos una experiencia maravillosa que fue encerrarnos Judith, Lina y yo en una cabaña en la sierra de Juárez, en Oaxaca, y la mayoría del libro se tradujo en esos días. yo ya había empezado, había leído varias veces el libro, ya tenía algunos apuntes, pero el trabajo de traducción lo hice ahí, escuchándonos, contándonos historias, contando experiencias; digamos que colindaban con la escritura.
Si bien mencionas la parte de que ninguna traducción es igual al texto original, desde el ejercicio que realizaste en este libro, ¿cómo hacer que no se pierda en la traducción la intención de lo que Judith plasmó en un primer momento, sobre todo por los personajes que se mencionan?
IL: Judith menciona a la mujer aimara, y fue una de las partes más bonitas, porque yo traducía y luego leía en voz alta y Judith escuchaba. En algunos momentos mi traducción hizo que Judith cambiará el original, de alguna forma ha sido una relación muy hermosa porque hay esa apertura por parte de Judith de recibir también una lectura externa a su propia experiencia como poeta, como para editar su propia poesía.
[…], para entender en el sentido expansivo la Madre Coqa no es un personaje, la Madre Coqa es un espacio sociopolítico, geográfico que absorbe y contiene miles de experiencias de diferentes personas que viven en esa región, justamente para alejarnos de esa mentalidad colonial de descubrimiento que no lo es, y eso también influyo en la decisión al hacer la traducción.
Por último, me gustaría preguntarte Judith, ¿qué significo para ti plasmar dentro de la poseía un momento sociopolítico por el cual estaba pasando Bolivia en ese momento?
JS: No fue tan difícil porque ya venía haciendo el trabajo de poesía política en años pasados. Todos estos conflictos sociales de los hablo también, como la desaparición forzada en Bolivia, los golpes de Estado, las guerras del agua, la guerra por el acceso a los hidrocarburos, todo el movimiento campesino originario, estaba ahí y creo que no podemos tapar el sol con un dedo, y parte de desmitificar y no abonar a esa visión “folclorizada” de los pueblos es poner lo que está sucediendo a discusión con la poesía. Esto no significa que iba a ser una poesía panfletaria, pero creo que puedo decir que es algo que se me da fácilmente.
Sí deseas conocer y ser parte de Tiawanaku. Poemas de la madre Coqa, puedes conseguir el libro a través de la Editorial Orca.