Una charla con Amanda de la Garza, curadora y directora del MUAC sobre la marca artística y cultural de Vicente Rojo
Ana León / Ciudad de México
No se me ocurre otro adjetivo para Vicente Rojo que “articulador de mundos”. Su imaginario artístico está plasmado en diferentes partes de la ciudad. Nos sale al encuentro en los espacios más insospechados. Si caminas por la calle Presidente Venustiano Carranza en Coyoacán, te toparás con una pared de ladrillo rojo que juega con la óptica y que marca el límite entre la calle y lo que fuera su taller; la fuente diseñada en Plaza Juárez y sus prismas dentro del espejo de agua son un buen espacio para pensar en perspectiva; el mosaico en las fuentes del CENART en un atardecer de otoño crean una atmósfera de claroscuros y color que con el sonido del agua te invitan a pensar en dónde estás parado. Y qué decir del imaginario cultural e intelectual del que fue partícipe con sus proyectos editoriales.
Como muchos grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX en México, el legado de Vicente Rojo nos acompañará cuando menos lo esperemos: al alzar la mirada; al abrir un libro.
Aquí una conversación con Amanda de la Garza curadora y directora del MUAC, sobre su labor artística y editorial.
Vicente Rojo, en la vida cultural y artística de México en la segunda mita del siglo XX, ¿qué representa?
El nombre de Vicente Rojo sin duda es un referente de la construcción de la vida cultural en México. Por un lado, por sus vínculos con el mundo artístico, como todos sabemos, con una generación que transformó la manera de hacer arte, sobre todo la pintura, el mundo de lo pictórico. Por otro lado, también, Vicente Rojo forma parte de la generación o de las múltiples generaciones del exilio español en México, que fueron fundamentales para construir instituciones culturales y discusiones intelectuales, políticas, sumamente relevantes.
Y, por otro lado, sin duda, un ámbito cultural más amplio que tiene que ver con la cuestión editorial y el diseño gráfico, dos ámbitos fundamentales en términos de la difusión de las ideas, de la difusión de la cultura, de la difusión de la literatura, de la comunicación gráfica y la visualidad del mundo cultural de la segunda mitad del siglo XX. Él es un articulador fundamental por el tipo de labor que desempeñó a lo largo de su vida también en el ámbito del mundo editorial. Creo que este papel multifacético, el que haya formado parte de estas grandes corrientes históricas es lo que hace que Vicente Rojo sea un personaje tan clave para entender la segunda mitad del siglo XX y la cultura moderna y contemporánea en México.
En el libro que acompañó la muestra Escrito/Pintado [MUAC, 2015], me gusta mucho como en el texto que escriben tú y Cuauhtémoc Medina manejan esta dualidad en su aportación artística y en su aportación como diseñador gráfico, y como editor también. En relación a esto me gustaría preguntarte, en cuestión de cualidades estéticas qué sería lo que rescatarías de esta labor multifacética de Rojo, porque es muy marcada la identidad de lo que él hace tanto en su diseño editorial como en su aportación gráfica en carteles, revistas, pero también como artista.
En términos de su labor artística y de su proyecto pictórico es muy interesante. Más que un ámbito de experimentación propiamente material, tiene que ver con una experimentación formal en el cuadro. Es decir, este trabajo a partir de series, de repeticiones, de variaciones que no establecen un vínculo narrativo digamos, propiamente son de orden abstracto, pero al mismo tiempo están conectados con aspectos centrales de las preocupaciones artísticas de Rojo y de su biografía, pero de una manera no literal.
En ese sentido es que es muy interesante, digamos, la manera de trabajar en un ámbito que no es propiamente el de referente real, de la realidad tan estrictamente, sino cómo esos ocupan un espacio abstracto en el mundo de las imágenes.
También la libertad que Rojo planteó como un principio fundamental en el acto pictórico creo que es un aspecto fundamental.
Otro aspecto que para mí es muy importante, del que he hablado en otros momentos, es su relación con la literatura y con la escritura, con la letra impresa. Con la literatura desde su fascinación como lector, desde su trabajo con múltiples escritores, en las colaboraciones de los libros de artista; como editor de muchos de los libros más importantes en México.
Y, por otro lado, también, en su relación con la letra y el lenguaje, el lenguaje escrito, transformado y siempre en vinculación con la pintura.
Podemos ver múltiples ejemplos, justo en en la exposición que tuvimos en el MUAC veíamos algunas de estas obras, algunas de las más recientes en donde hablaba de los alfabetos y vinculado a la obra de los códices; por otro lado a las cartas a diferentes escritores, Robert Walser, Paul Westheim…
Sí hay múltiples conexiones, no literales, pero la forma que adoptan en su proyecto pictórico es súmamente interesante y rico.
Su proyecto en términos gráficos, de identidad visual gráfica, fue súmamente importante porque en ese sentido, Rojo sí experimentó muchísimo en términos de técnicas innovadoras en el ámbito del diseño, de imprenta, y aportó —eso es algo que creo marcadamente importante— una visualidad a la cultura en México que ahora, en retrospectiva, lo entendemos como esa memoria de la vida cultural a partir de las portadas de los libros, de los suplementos que era donde se discutía en México la vida cultural y se debatían las ideas.
De todos los carteles de conciertos, de exposiciones, en fin, en donde Rojo en muchos momentos experimentó con los formatos. Entender también la materialidad del diseño gráfico en ese sentido.
Mencionan también una especie de división que él hace en cuanto a lo que hace en el diseño y la pintura. En el caso del diseño, como una función social y comunitaria, un “ir hacia afuera”; por otro lado, la pintura con esta idea de libertad que mencionabas hace un rato, pero con una visión más de introspección.
En el caso de la pintura de Rojo —y lo plantea García Ponce en diversos textos sobre Rojo— en donde hay esta especie de dificultad de la pintura, dificultad en términos de algo que no se puede conocer de manera inmediata; que la experiencia de la pintura tiene que ver mucho más con el enigma, con algo enigmático, críptico, que no tiene un significado tan abierto, que eso es también la pintura abstracta en el fondo. Que no es nada más visualidad, no es que no exista significado, pero ese significado está contenido en la pintura misma. Y ahí no hay un deseo de comunicar, sino más bien es esta dificultad y esta experiencia un poco más ambigua, más oculta que de alguna manera hace que la experiencia de la pintura sea una experiencia más de orden estético y una experiencia que tiene que ver con el fenómeno artístico.
En el caso del diseño gráfico —y eso es algo que Rojo dijo en muchas ocasiones—, la función social del diseño gráfico es la comunicación. Y, en este caso, estar al servicio de una obra, de un contenido; tienen una función social propiamente de comunicar contenidos. Opera de una forma muy diferente en términos de intenciones, también de la forma de hacer, de cómo se establecen las colaboraciones en donde el diseño gráfico está supeditado al contenido lo cual o necesariamente no quiere decir que no haya experimentación, propuesta, no haya algo innovador, rico visualmente.
Sí, para Rojo esta separación era muy importante porque las intenciones de orden artístico que él tenía en el ámbito de la pintura, son muy diferentes a las del diseño gráfico. No es que nunca tuvieran conexión, había vasos comunicantes, pero sí establecían también ámbitos de acción separados y de intereses.
En esta intención de vasos comunicantes, ¿se puede vincular esta idea que ustedes manejan de «hacer del objeto pictórico una experiencia manipulable», donde se refería a los libros?
En cierto sentido, yo creo que los libros de artista tienen que ver con este impulso de experimentación que tenía Rojo sobre el objeto libro propiamente, en donde no nada más pensaba en estas ediciones masivas o con tirajes muy amplios en donde había una intención de difusión —porque también en los proyectos editoriales que él fundó, por ejemplo, editorial Era, no nada más era una cuestión de orden comerciales, había un proyecto intelectual en editorial Era, yo creo que eso es algo muy importante de señalar; así como en otras de las editoriales en las cuales trabajó—. Es decir, no solamente era un trabajo en términos de mantener un salario o un ingreso que te permite vivir, sino que había un proyecto intelectual.
Por otro lado, también había este deseo de experimentación sobre la materialidad del libro y sobre las conexiones también entre imagen y palabra, que creo que eso es algo muy importante, donde muchos de estos libros diseñados de ediciones limitadas o de ediciones únicas, se establecían a partir de un diálogo entre las ilustraciones o las intervenciones visuales de Rojo con poemarios o los textos de diferentes escritores con los que estableció colaboraciones.
Yo veo otros vasos comunicantes como, por ejemplo, en términos de la retícula, bueno en el diseño gráfico predigital, la retícula para poder organizar digamos la formación por un lado; por otro lado, la retícula también como un elemento que aparece en algunos de sus desarrollos pictóricos o en otro tipo de obras, collages, etc. Y, también, algunas imágenes que están presentes en ambos ámbitos como por ejemplo la serie Negaciones, estas variaciones sobre la T y esta T que aparece en portadas de libros, vinilos, discos LPs; digamos que sí hay esta serie de aspectos que se combinan.
Por ejemplo, una pieza que exhibimos justamente en la exposición del MUAC, que es Artefacto, que es una pieza sumamente interesante, yo creo que única en la forma de pensar estas relaciones. Es una pieza que pertenece a la colección del MUAC. Es un estante giratorio parecido a los estantes que hay en las librerías. Y este estante tiene cuadros de pequeño formato, hechos en madera, pintados por Rojo, que forman parte de las serie Señales, que son estos triángulos y figuras geométricas en diferentes colores. Y en ese sentido es este objeto que refiere al mundo de la producción editorial pero que, al mismo tiempo, establece un ámbito de pertenencia o de acción distinto. Es una especie de pintura escultórica, que tienen volumen, se puede recorrer, tienen materialidad, tridimensionalidad y establece esta relación que en la vida de Rojo caminaba por caminos distintos, pero al mismo tiempo establecía estas colecciones ineludibles.
Mencionas ahora una palabra que justo quería tocar que es producción. Y retomando lo que me decías del proyecto de Era, que había un proyecto intelectual detrás, no sólo comercial, ¿se puede hablar de una producción particular/peculiar de Vicente Rojo? Pensando en la connotación capitalista de la palabra.
Yo creo que tiene que ver más con la noción de que bueno, la industria editorial es una industria en ese sentido, también, la circulación comercial; pero en esa época, sobre todo en la fundación de Era y otros proyectos editoriales en los que participó Rojo, había una intención en donde se estaba construyendo una nueva literatura, había un impulso y había un deseo de que esa literatura llegara a un número amplio de personas. Ideas no nada más sobre la literatura, sino también ideas políticas. Es decir, editorial Era y otras editoriales en las que participó Rojo, hacían traducciones de de textos de economía política, en fin de todo aquello que formó parte de la vida intelectual de México en la segunda mitad del siglo XX que es fundamental.
Rojo trabajó acorde a estas convicciones y el diseño gráfico es un diseño masificado en ese sentido, tiene una función de masificación; es parte de la evolución de las artes gráficas también vinculado al desarrollo de la tecnología y es masificación permite la difusión de las ideas en un ámbito mucho más amplio.
Y que en el ámbito editorial es un trabajo colaborativo, sin duda. En su trabajo editorial y de diseño gráfico estableció una cantidad de colaboraciones, de pivotes, de engarces, facilitó una enorme cantidad de encuentros, proyectos. También creo que es un aspecto muy importante a destacar que Rojo era una persona además muy querida por su compromiso, su humildad, su sinceridad, su forma tan comprometida también, de llevar a cabo todos estos proyectos.
Construyó una red de trabajo y de relaciones, de afinidades estéticas, políticas, personales, muy, muy amplia.
Por último, me gustaría preguntarte y es algo que me parece sumamente relevante en esta visión que tenía de creación Vicente Rojo y que ustedes lo tocan en el texto que es la idea de autoría. Hay un planteamiento en la forma en la que producía sus obras, esta simultaneidad en la forma en la que trabajaba en sus pinturas (series) y que justo ustedes mencionan que a través de ese trabajo en simultaneidad cuestionaba ideas como: individualidad en la creación artística, autoría, inspiración y el despersonalizar la obra de arte.
No quería adherirse a la idea de ser pintor, es decir, del sujeto que es pintor, el sujeto artista; su idea o intención no era construir esta figura de artista sino pintar, digamos, como el acto de pintar, porque pensaba que ahí estaba el centro de su actividad, en el acto de pintar, en el acto escultórico.
Precisamente esta serie de la que hablábamos, Negaciones, tiene que ver con el intento de borramiento de autoría en la medida en que la autoría está relacionada con la expresión, la expresión del mundo interno o psicológico del pintor, por decirlo así. De una visión muy acotada y muy restrictiva de ser artista o del ser artístico. Y en ese sentido, la T al ser un signo difícil de descubrir quien lo inventó, digamos el alfabeto, es una letra del alfabeto, con estas variaciones de orden estructural como si hubiese un borramiento propiamente de la autoría.
Él intentaba alejarse de esa noción del pintor y estableció este sistema de trabajo que tiene que ver con estas variaciones, con estas series simultáneas, con esta negación. Hay un texto de Cuauhtémoc Medina publicado recientemente, en estos últimos días, donde habla del ataque sobre sus propios cuadros. La forma en que trabajaba Rojo en su estudio donde dejaba los cuadros y luego los embestía para negar lo que había hecho en cierto sentido, y así producir algo nuevo o hacer algo nuevo a partir de esta relación con el cuadro o con el lienzo en su estudio, en donde también trabajaba por series muy largas, de años, de décadas, en donde no terminaba una serie y empezaba otra, sino seguía trabajando sobre estas series. Y hay algunas de estas series que incluso permanecen abiertas, que no tuvieron conclusión. Creo que esto es algo muy importante de Rojo, que aún queda mucho por escribir, por estudiar de su obra.