Ernesto Herrera, algunas postales de despedida

Un breve mapeo al aporte de quien fuera fundador del GIFF

El pasado 12 de febrero, Ernesto Herrera falleció un mes después de haberse contagiado de covid-19. Desde el GIFF le rinden homenaje con un obituario del que compartimos algunos fragmentos e imágenes.

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De voz sobria y un tanto atropellada, no existía manera en que las palabras se alinearan para ser enunciadas a la rapidez de su inventiva. Eso eres tú, un creativo en la absoluta extensión de su valía. Sin títulos ni requisitos, solo el ingenio vuelto realidad. Su andar es elegante y presto, de aspecto a primera vista tímido pero una saeta si oportunidad le brindas para conjurarte una idea. Si uno prestaba la atención adecuada y lograbas adentrarte en la zona de su mirada, habrías podido percibir la facción de contextos, tipografías, colores diversos, planos, texturas, sonidos y cuanta referencia a velocidad de bala atravesaba su instinto hasta el trazo ya puesto en escena. 

Ernesto Herrera gustó siempre del teatro como punto de partida y como final del juego. Supo esperar, aprendió a escuchar la lluvia, a distinguir praderas, a dialogar lo mismo con Antígona que con Krapp, incluso a dibujarle nuevas tonalidades al astro blanquecino. Fue montando osadas escenografías donde afinó la maestría y el sigilo, donde ganó los primeros respetos cuando junto a sus mejores amigos fundó en 1995 Luna Negra, un incomparable laboratorio de artistas de su ciudad natal con el que para marcar debut conquistaría el Teatro Cervantes de la capital quijotesca. Con el tiempo, le vimos portar una suerte de talismán escénico que le dictaba la próxima idea a desarrollar, no importa si su diseño poblaría un libro, algún recinto, un discurso pronunciado por el prójimo, la secuencia de una película o la palabra dirigida con afecto y una magnífica dosis de sarcasmo para el ser querido.

Hablar del GIFF, fundado por ustedes en 1998 primero bajo el nombre de Expresión en Corto, es adentrarse en uno de los capítulos más representativos de la historia del cine en México, en favor de su proyección y reflorecimiento. Deseaban posicionar nuestra industria cinematográfica en las cumbres añoradas y lo consiguieron, una gesta que por más de dos décadas no ha cesado de concentrar incontables esfuerzos para propiciar el máximo potencial de la creación fílmica de manera incluyente e innovadora. Bien podría ahora surcar 23 años del GIFF y las latitudes que ningún otro festival ha alcanzado, pero “nos faltan las páginas y sobran los motivos”.

Ernesto Herrera Godínez nació en León, Guanajuato, un 20 de diciembre de 1964 para nunca más irse de este mundo. Fue un 12 de febrero del 2021, con 56 años cumplidos, cuando te convocaron para un nuevo llamado, hacia otra escenografía con el deseo que la habitaras desde la plenitud como siempre referías. Algunos dicen que fue el virus lo que te llevó, otros más que ya no estarás por un tiempo, como convencidos que el final es inequívocamente propio de lo que termina. Habrá que permitirles saber que tu vida y obra es mayúscula, extensiva e inolvidable; habrá que dejar en claro que esto no es propiamente un obituario ni una despedida… pues tú Ernesto, tú nunca serás una persona que estuvo solo de paso.

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Texto e imágenes cortesía del GIFF