Oaxaca, cuando el centro se pinta de amarillo

La floración del guayacán ocurre durante la primavera, pero desde enero empieza a desbordar la mirada de los oaxaqueños en el centro de la ciudad

Ana León / Ciudad de México 

Perenne y de lento crecimiento, el Guayacán ostenta una estridente y redonda copa amarilla que pinta la ciudad de Oaxaca desde el invierno. Árbol nacional de Venezuela, da la bienvenida a abejorros, abejas, avispas y colibríes que se posan en sus flores y beben de su néctar. Si en la Ciudad de México nos maravillamos con la explosión ruidosa de las jacarandas, en Oaxaca ocurre algo parecido con la floración del también llamado guayaco.

 

Su espectáculo no sólo crea hermosas postales en la capital oaxaqueña, nativo de América y de una madera resistente, este árbol habita también en países como Panamá y Ecuador. Su tronco no es muy grueso, llega a los sesenta centímetros de diámetro y desde sus veinte o hasta cincuenta metros de altura, mira inalterable el perpetuo movimiento de la ciudad, sus mutaciones. Puede llegar a ser testigo mudo de estos cambios hasta por treinta años. 

Pero este árbol no solo estimula nuestra mirada con su escandaloso amarillo, el guayacán Palo de rosa también colorea el paisaje de una de las ciudades con más tradición y vida cultural del país. 

Aunque su época fuerte de floración es durante la primavera, desde enero ya se puede sentir el calor de su estridencia. 

Hace un par de días, Karina Sosa, escritora [Caballo fantasma (Almadía, 2020)] y parte del equipo que fundó el proyecto editorial Zopilote Rey, afincado en Oaxaca, mientras charlábamos acerca de dicho proyecto, mencionó lo bello del espectáculo del guayacán en estos días en las calles de la ciudad de Oaxaca. Las fotos que acompañan estas líneas son de ella.