Antonio Velasco Piña, visibilizador del legado cultural y prehispánico de México

En su obra, el autor buscaba adentrarse en acontecimientos de la historia de México surgidos no sólo de movimientos políticos, sino de movimientos de carácter espiritual.

Redacción / Ciudad de México

Antonio Velasco Piña, que dedicó su vida a la literatura, la enseñanza y la investigación, falleció este domingo a los 85 años.

A través de un comunicado de prensa, La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, lamentaron el sensible deceso del ensayista y narrador, ocurrido el domingo 27 de diciembre en la Ciudad de México.

El escritor y amigo personal de Antonio Velasco Piña, Alberto Ruz Buenfil escribió en redes sociales: «El domingo 27 de diciembre, hoy, a las 12:12 del día, en el lecho que lo recibió en el hogar de nuestra querida comadre Laurita Esquivel, nuestro Maestro, mensajero de paz, hermano mayor, compadre, amigo del alma Antonio Velasco Piña, Toño o Toñito para muchos de nosotros, después de que en esta misma mañana pidió que no quería más visitas ni llamadas porque querí entrar al gran silencio, permitió a su corazón dejar de latir, su cuerpo reposar y su espíritu volar, al reencuentro de su amada Gaby, de Regina, de los guardianes del Anáhuac, los abuelos Popocatépetl e Iztaccíhuatl, del abrazo de la Pachamama, Tonantzin-Tlalli, de la luz y calor del padre Sol y del Gran Misterio danzando en el Universo infinito».

Antonio Velasco Piña nació el 8 de septiembre de 1935 en Buenavista de Cuéllar, Guerrero. Estudió Derecho en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de 1954 a 1957. Ejerció su profesión en diversas dependencias públicas y privadas, entre 1957 y 1962.

Fue director del Instituto Mexicano de Estudios Fiscales (INEF), de 1963 a 1988, y maestro fundador de la Carrera de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Iberoamericana (UIA), de 1964 a 1970.

A partir de 1989 dedicó todo su tiempo a la investigación de temas históricos que publicó en diversos libros de su autoría. Recibió numerosos reconocimientos e impartió, durante más de 20 años, pláticas y conferencias dedicadas a difundir su singular visión de México.

Fue autor de libros de difícil clasificación, a los cuales podríamos incluir entre ensayos históricos y narrativa (relatos y novelas), entre ellos: Cartas a Elisabeth (1990), El círculo negro (2005), La mujer dormida debe dar a luz (que publicó en 1968 bajo el pseudónimo de “Ayoucan”), Tlacaélel. El azteca entre los aztecas (1979), El palacio sagrado (2014), Ángeles guerreros (2015) y Regina: 2 de octubre no se olvida (1987), este último, el más reeditado y conocido, recrea el movimiento estudiantil mexicano de 1968, al que ve principalmente como un fenómeno espiritual.

Velasco Piña es el «testigo» de esta novela histórico– biográfica de Regina, la bella edecán asesinada el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Novela de gran éxito editorial que desentraña múltiples misterios: la verdad de lo acontecido en el Tíbet durante la invasión china; la existencia de los guardianes de las tradiciones prehispánicas, el retorno de lo sagrado y las causas de manifestaciones y protestas que sacudieron al mundo entero en 1968.