«Resurreción», las caras del crimen organizado

El autor pone una lente de aumento para mirar la ya de por sí dolorosa realidad del país frente a la violencia, en su más reciente novela

Ireli Vázquez / Ciudad de México

México es conocido en todo el mundo por la calidez de la gente, su cultura y las tradiciones, pero también por tener una sociedad quebrantada por la desigualdad, la violencia de género y el crimen organizado.

El tema es conocido gracias a los medios de comunicación que nos han llevado este tipo de información “de primera mano”; sin embargo, las personas que viven y han sido parte de este tipo de violencia de una forma directa o indirecta, son quienes conocen mejor la versión de los hechos.

Cuántas veces nos hemos cuestionado ¿qué hay detrás de todo este conflicto armado?, ¿qué pasa en la vida de esos delincuentes?, ¿qué clase de futuro les espera a aquellos que han decidió formar una familia?

De todas estas y más preguntas, Jaime Mesa pretende plantear las respuestas dentro de Resurrección, su más reciente novela publicada por la editorial Océano.

«Aparentemente sabemos todo un hecho por la estructura dramática en la que mediáticamente nos van contando esta guerra violenta, y se me hacía muy curioso la manera en cómo nos contaron estas problemáticas. […] Lo que yo me propuse escribir fue, no escribir lo que sabemos de esa guerra, o conflicto, porque sabemos mucho, me propuse escribir de lo que no sabemos. Esta novela es como el lado B de esta violencia. Sobre todo, porque mucha de la escritura de ficción sobre este tema era una cosa más de entretenimiento que de indagación. De alguna manera me surgía la duda de ¿por qué sabemos lo que sabemos?, ¿qué otra cosa hay detrás? y entonces es como me fui contando la novela», mencionó en entrevista para Noticias 22 Digital, Jaime Mesa.

Esta novela rompe todos los esquemas que conocemos. Pues más que un libro de denuncia, o en el que se pudiera conocer testimonios de cómo se ejecuta la violencia en cierto lugar de la República Mexicana, Jaime Mesa menciona que «buscaba romper la idea intelectual de la escritura» pues la historia se centra en la vida personal de un criminal. Dentro de cada una de sus líneas nos presenta y nos enseña las entrañas y los sentimientos que esa persona siente y vive, y que al convertirse en padre de familia debe tomar decisiones para que su hijo no sea vea afectado.  

Jaime cuenta que cuando comenzó a escribir la novela se vio invadido por los sentimientos de la paternidad, pues su hijo Dante había nacido, y el amor que experimentaba hacía él, de alguna u otra manera fueron tomando camino dentro del texto. «Es una novela de familia, donde un papá llegaba a conocer a su hijo después de 16 años de estar en la cárcel. Se fue contaminando en buen sentido del asunto de la paternidad, como había padres e hijos en la novela, todo lo que estaba sintiendo de primera mano en ese momento, las dudas, los miedos, la ternura, se fue metiendo sin que yo lo deseara, pero me di cuenta después que estaban conviviendo dos universos que se piensan imposibles, lo tierno y lo violento, lo salvaje y lo delicado», explicó.

Cuando se comienza a escribir o desarrollar una historia, siempre hay un por qué y un para qué, pero con Resurrección, no fue así. «En mis anteriores libros tenía una razón […], pero este libro creo que no tiene una razón sobre todo porque se me impuso, probablemente no me hubiera gustado escribir sobre un tema así, porque lo que la gente lee y puede sentir, yo lo sentí al doble, fue un libro obligatorio, obligado, primero en el contexto en el que estamos, en el que varios estábamos inmersos en la guerra civil».

La historia está enfocada en la familia Mier: Servando, Ariel y Dante (curiosamente Jaime le puso el nombre de su hijo a uno de sus personajes principales), quienes por “el legado”, son conocidos por la gente de su comunidad (San Juan Betulia) y los alrededores.

Dante vuelve a San Juan Betulia tras exiliarse en Francia pues, la única manera de proteger a alguien es desapareciéndolo. En su regreso, ese legado familiar termina por consumirlo, pues, aunque él sabía y conocía la realidad de su familia, la curiosidad comienza a hundirlo, al grado de que al querer obtener respuestas termina cometiendo un crimen.  

«Algunas personas me dicen que la novela es como un canto de amor, y yo me cuestionaba si realmente era eso, pero sí, porque esa es la voz que conduce a los Mier, esa es la voz que salva a los Mier, porque los personajes hombres de la historia no quieren poder, no quieren posicionar su hombría, incluso no quieren repetir moldes, lo que quieren es cuidar a su familia, quieren cuidar a sus hijos, entonces tienen que hacer lo que tiene que hacer, no obligados por su naturaleza, sino obligados por el Estado, por la desprotección y saben hacer eso y lo tiene que hacer, pero nunca es una competencia de quién es más fuerte o quién es más maldito, es quién puede proteger a su hijos de una forma eficaz.»

El retrato de México

El dicho de “la realidad supera la ficción”, puede ser bien manejado dentro de Resurrección, pues dentro de la novela se mencionan hechos y acciones que, aunque parezcan horrorosas, pasan dentro de nuestra realidad.

«Cualquiera que allá leído o que sepa algunas cosas de toda esta historia que tenemos en México podría identificar con un plumón rojo qué partes de la novela están basadas en la realidad. Los guiños salieron de dos formas, de leer artículos o crónicas, pero la mayoría y los más interesantes han sido por mis viajes de escritor, porque dolorosamente las historias que toco son éstas. Entonces, si voy a cualquier estado de nuestro México hay una historia así, e incluso la novela no ocurre en un México, en una zona o en un territorio, ocurre en un territorio que es muchísimos Méxicos.»

«El mecanismo literario que usé para enfrentarme a la realidad, fue la exageración, es decir, poner un lente de aumento y eso es dolorosísimo, que la realidad nos lleve kilómetros de delantera y que yo no solamente pude escribir “una escena”, tuve que exagerarla, para alcanzar a la realidad», concluyó el escritor.

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