«Pucha Potens», una lucha por la descolonización del cuerpo y del pensamiento

Hablar de violencia de género es también hablar de normación de los cuerpos y del deseo femenino, del ocultamiento de la información como medio de control; en este libro Diana J. Torres narra una enorme investigación para correr el velo sobre temas que han sido invisibilizados por la ciencia y el patriarcado: la eyaculación y la próstata femeninas

Ciudad de México (N22/Ana León).- Durante años se ha intentado controlar y normar el cuerpo y el deseo de las mujeres. Una mujer que desea y que ejerce con plena libertad ese deseo es una mujer que constituye un peligro, un cuerpo al que hay que controlar y colonizar. Se ha dado una “guerra contra las mujeres” desde muchos frentes, uno de ellos es justo ese control del cuerpo y del deseo. En el libro Pucha Potens (Sexto Piso, 2020), Diana J. Torres, escritora, performer y filóloga, aborda dos temas fundamentales: la eyaculación y la próstata femeninas.

«El origen de la investigación es saber más sobre mi propio cuerpo. Empezó como una cuestión muy individual sobre mi propia eyaculación. Por mucho tiempo no tenía ni idea de qué se trataba y tampoco le di mucha importancia porque ya fuera orina o lo que quiera que fuera, se sentía muy rico. Entonces como que fui dejando pasar esa misteriosa pregunta: ¿qué es eso que sale de mi coño tan abundante cuando tengo sexo? Pero varias cosas me hicieron querer saber más. Sentí que había una cuestión política detrás de tanto silenciamiento y de tantas mentiras. Entonces por ahí un poco la intención de desarrollar esta investigación pasó de ser algo individual a algo más político, desde un enfoque feminista; querer realmente que fuera una información útil para todas, no sólo para mí.»

Diana J. Torres / Imagen: Alejandra Carbajal / TimeOut

Desde la vivencia personal, una amplia investigación de artículos científicos que cita puntillosamente y la impartición de talleres, Diana habla de las implicaciones en el goce que tiene la ahora llamada próstata femenina, anteriormente conocida como glándula de Skene, y de la eyaculación femenina que en muchas mujeres se ha mal diagnosticado como incontinencia coital, y cómo desde la investigación científica se «ha obviado, silenciado y negado que la próstata en hombres y mujeres tiene la capacidad de eyacular y que el líquido eyaculado es prácticamente lo mismo». ¿Qué trastoca Diana cuando pone este hecho sobre la mesa? ¿Qué está cuestionando ahí? 

«Es consecuencia de varias cosas el hecho de que la gran mayoría de las mujeres occidentales o de lugares colonizados por occidente desconozcan que tiene una próstata y desconozca que puede eyacular. Yo pongo como una especie de monstruo de tres cabezas: sería la cuestión patriarcal, de negar información sobre el cuerpo de las mujeres para, de alguna manera impedirles el acceso libre al mismo, a su propio cuerpo; por otro lado, hay un componente católico-religioso muy cabrón, la iglesia católica se ha dedicado sistemáticamente a cerrarnos la llave, de alguna manera les aterroriza —o les aterrorizaba en un principio cuando empezaron a construir esta falacia que es la religión católica—,  esta idea de la mujer poderosa, de la mujer que fluye. Si nos fijamos, en la cultura occidental previa al catolicismo hay muchas referencias a las mujeres con poder, incluso relacionadas con lo divino y con el agua. Y en otras muchas culturas, es la mujer y el agua como vínculos de poder, entonces, si tú quieres desempoderar a las mujeres, básicamente sepáralas del agua. Incluso la iglesia católica, y lo digo más profundamente en el libro, usaba la cuestión del agua como para también criminalizar a las mujeres. Hay una parte en el Malleus maleficarum (1487), que sería este libro que utilizaban los inquisidores y una de las cosas infalibles para detectar a una bruja era si su vagina estaba húmeda o si había un charco en su cama. ¿Cuántas mujeres no se habrán ido a la hoguera por esta cuestión de los líquidos?  Pero también es una cuestión muy del capitalismo, más que acaparar conocimientos, acaparar lo material, el dinero, pero bueno, lo explico en el libro un poco, esta cuestión del por qué no sabemos tanto como deberíamos saber. La ciencia médica, por supuesto, es otro enemigo. El capitalismo y ese racionalismo como que hicieron mucho mal.»

Poco a poco y sustentada en una concienzuda investigación de artículos científicos, estudios sobre el cuerpo de otras culturas y también basada en su propia experiencia y en la impartición de talleres, la autora va desmontando aquellas mentiras que sobre la sexualidad y el cuerpo se han contando. Y apela a la propia curiosidad de quien la lee, retándola a cuestionarse lo que cree saber de su propio cuerpo y aquello que da por sentado. ¿Qué se pone en tensión cuando plantea las semejanzas anatómicas entre hombres y mujeres, y cuestionas la razón del binarismo y el género?

«El patriarcado se sostiene básicamente de que hay dos categorías que considera cerradas: una es de opresión y la otra es la oprimida. Digamos, que la categoría hombre es la que tiene el poder en ese sistema de privilegios y la categoría mujer, la que carece de él. Entonces necesitan sustentos fisiológicos para de decir que existen hombres y mujeres, lo cual para mí es una total estupidez, el género es una construcción social, es una performance como decía la Butler y otros muchos filósofos y filósofas. Entonces, de repente, esa ciencia que es nefasta y que ha mentido tanto, no pueda continuar diciendo que hay diferencias biológicas relevantes. Es como una patada en el culo al patriarcado, ¿cuál es la razón de tu existencia? Dímela, porque somos iguales.»

Hay una idea que mencionas en el libro: la normación de los cuerpos desde la cultura occidental. Dedicas un capítulo a revisar cómo se ve el cuerpo, el placer y el deseo de la mujer en otras culturas. 

Cuando empecé la investigación dije, bueno, si ya he encontrado a los culpables, digamos el patriarcado, iglesia católica, ciencia occidental, no puede ser que sea todo el mundo así. También las personas occidentales tenemos una mente muy reducida en la que pensamos que nuestro mundo es el centro del universo  y todo lo demás son cosas exótica, periféricas, que no significan nada o que no tienen sentido. Entonces yo, un poco, traspasando ese miedo que tenemos las personas occidentales a salir de nuestra área de confort, porque casi siempre que salimos nos llevamos un bofetón, me puse a investigar culturas que se acercan más al matriarcado que al patriarcado y descubrí que la eyaculación femenina, bueno, la eyaculación de los coños, era algo súper naturalizado, normal, incluso hasta sagrado. Culturas no católicas como puden ser la cultura hindú, la cultura china, la cultura árabe y encontré cosas muy sorprendentes. Incluso hasta dentro de la medicina china encontré que se recomienda la eyaculación en ambos cuerpos; que dentro de la cultura hindú es una especie de jugo de amor en el que dos amantes se envuelve y en ningún momento habla de reproducción. 

La función del deseo. ¿Por qué da tanto miedo el deseo de las mujeres, la exploración de ese deseo y el ejercicio de ese deseo SIN FINES REPRODUCTIVOS? Porque es lo que se ha intentado controlar todos estos años y normar. 

La sociedad como nos ve a nosotras básicamente, es como máquinas*, fábricas de más siervos. Por eso damos tanto miedo las lesbianas, por eso damos tanto miedo las mujeres, peor aún las heteros que no quieren hijos, es como una aberración, porque ¿qué va a pasar?, ¿qué va a ser de nosotros si las mujeres de repente cierran la fábrica? Da mucho miedo a la sociedad y es muy terrorífico pensar que la fábrica de personas se puede llegar a cerrar y no por una cuestión de accidente, sino por una voluntad propia. Por eso también siempre nos han hecho creer a las mujeres que nuestro deseo está totalmente bañado por la cuestión reproductiva. Ahí está también la obligación de la heterosexualidad o la presunción de la heterosexualidad que se nos pone a todas desde que nacemos y también ese sueño divino, dorado, del príncipe azul y la familia y los niños, que nada tiene que ver con el deseo y el sexo, es muy diferente. Nos hacen desviar nuestro deseo, el punto de atención de nuestro deseo a tener una nueva aspiradora o a tener a los niños perfectamente limpios y vestidos. Siento que muchas mujeres han sido atrapadas en esa prisión del matrimonio y toda esta cuestión como para sacarlas de la fuerza y del poder que tiene una morra cuando desea, cuando desea así, puro deseo: quiero coger. Eso es muy poderoso. Solamente es una cosa privilegio de los hombres, el poder manifestar eso. Esa fuerza.

© MagnaFranse

Tú haces una descripción del cuerpo femenino muy puntual y muy accesible. Y creo que es muy fuerte también porque, aunque sea un cliché, la información y el conocimiento es poder (que se ocupa para bien y para mal).

Yo creo que nunca está demás la información. Creo que nunca es para mal. Nunca sobra. 

Hay una parte del libro en la que hablo del cuerpo como territorio, del cuerpo hasta como mapa. Entonces en ese territorio y en el mapa de ese territorio hay hoyos intencionalmente creados por la ciencia para que no sepamos que lo que hay ahí, esos Triángulos de las Bermudas, yo los llamo; creo que es casi nuestra que misión y nuestro deber como mujeres, como feministas, descubrir qué hay en esos hoyos y darles un lugar en su territorio. Restaurar esos mapas.  

Esta investigación no sé quedó en ti, esparces tu dudas y tus preguntas, y recibes las de mucha gente en tus talleres. También mencionas en el libro que tú escribes desde el privilegio por la información que recibiste de niña y joven. ¿Con qué otras realidades te has enfrentado en esos talleres? 

Me han pasado muchas cosas tristes en los talleres, si te refieres a sorpresas desagradables. Porque también me han pasado cosas bonitas. Pero de las cosas más hardcore y la cuento en el libro, es esta chava que en aquel momento del taller tenía como 25 años, que me dijo al final del taller que ella no tenía próstata porque se la habían extirpado a los 18. Y también eso me abrió una línea investigativa muy cabrona, porque sí sabía que la ciencia mentía, pero no sabía, no dimensionaba realmente qué consecuencias reales tiene sobre los cuerpos de las mujeres esa mentira. Y por ahí fue muy bestia enterarme que es protocolo médico en España extirpar la próstata a mujeres totalmente sanas diagnosticándoles “incontinencia coital” a chavas jóvenes que no tienen ningún problema en su sistema urinario. 

Es grave que te extirpen la próstata, es una fuente de serotonina, es lo que te pone contenta cuando coges, entonces ¿qué pasa?, ¿qué ganas te van a dar de coger si no tienes esa fuente de serotonina y de alegría? 

Y por ahí me abrió una línea investigativa, ¿qué representación tiene esto en el cuerpo real? Me di cuenta de que si la ciencia no reconoce la próstata, entonces, nuestro cáncer prostático, ¿hay alguien que lo esté investigando?, ¿hay alguien que lo haya detectado o se están muriendo las mujeres porque es un cáncer súper asintomático? Entonces, empecé a jalar de hilos y dije, realmente es una matanza esto. Sí se están muriendo muchas morras porque no se se les ha detectado a tiempo un cáncer que luego ya se extendió a ovarios, a útero, etcétera, cervix… 

Justo en este punto me gustaría abordar la importancia de la información, de compartir la información desde edades muy jóvenes, porque también es un tabú hablar de sexo. 

Es que esa es la primera herida que nos hacen, la más profunda yo creo, la de dejarnos —bueno, que yo no la traigo, yo no la cargo, por fortuna—, pero de dejar a los chavitos y a las chavitas totalmente desprotegidos ante cualquier situación sexual. La cantidad de abusos que se dan en los menores por parte de la iglesia, por parte de sus papás, por parte de los familiares más cercanos… eso no pasaría si supieran de qué se trata, detectar ese deseo de los adultos. Si es un niño que no tiene información, puede pensar que es un juego o de plano está muerto de miedo porque es un adulto haciendo algo con su cuerpo. Esa es una herida muy cabrona que se les hace a los niños y a las niñas y que creo que solamente se erradica con la información. Si un niño o una niña sabe de qué se trata el sexo, sabe lo que son los genitales, sabe de qué se trata una erección, sabe esas cosas y lo sabe porque también pasa en su cuerpo, no se puede negar que somos sexuales desde que nacemos, si supieran esas cosas, si tuvieran un conocimiento del cuerpo, creo que estarían mucho menos expuestos a los abusos que luego dejan heridas muy profundas, ya sabemos, para el resto de la vida. Gente herida que ya no tiene arreglo eso. 

Creo que es clave que toda esa información la tengan los peques hoy, de otro manera, explicada con dibujitos, como te de la gana, pero que la tengan.  

¿Qué es lo que piensas del feminismo y cómo entiendes tú el feminismo? ¿Tú misma te asumes como feminista? Muchas mujeres no dicen, “yo soy feminista”, pero sus acciones de todos los días, la forma en la que viven la vida todos los días, las hacen feministas. 

Las grandes feministas no se dicen a sí mismas feministas, eso es un hecho. Yo sí me considero feminista. Desde hace mucho tiempo he estado militando en esta lucha política —para mí es una lucha política—, y es también una manera de combatir las injusticias que nos rodean. Una lucha política en la que las personas que no somos hombres, macho, cisgénero, heterosexuales, estamos en una desventaja con esos hombres, esos machos cisgénero, heteros. Siento que es una lucha que incluye a todas las personas que estamos en desventaja en el patriarcado. Y esto son todas las personas trans, todos los maricas, todas las personas que no sean un macho heterosexual. Esas somos las que estamos en desventaja y esos son los sujetos del feminismo. Para mí el sujeto del feminismo va más allá de la categoría mujer. 

El feminismo no puede obviar, como ha hecho durante mucho tiempo, la cuestión racial, la cuestión económica, la cuestión de clase. Es lo más rico que yo considero del feminismo, es como una granada de mano, es como múltiple. No creo en un feminismo único, ni creo en un feminismo que no se transforma. El feminismo que yo milito es flexible y va constantemente haciéndose más grande justo porque absorbe o porque engloba otras luchas que en teoría no tenían nada que ver, pero que ya nos hemos dado cuenta que sí, que todo está interrelacionado, esa interseccionalidad que le dicen. Así prefiero explicarlo, como una masa que va jalando otras luchas. 

Ya hemos visto lo que pasó en Cancún el otro día. Ahora ya no somos cuatro locas en la calle dando gritos, ahora ya nos tienen miedo de verdad y van a empezar a dispararnos. La verdad es que sí siento que se va poner peor. Y ya no sólo van a ser las nueve mujeres asesinadas al día, van a ser feministas y periodistas. Y no sería la primera ni la última revuelta de mujeres armadas en la historia, ¿no? 

 * En El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, Silvia Federici explica que el diseño de la familia nuclear es hecho por el capital para el capital a finales del siglo XIX, lo que pone a los hombres en una situación en la que su trabajo adquiere valor a través del salario, al tiempo que relega a la mujer al trabajo doméstico no remunerado. Ésta se convierte en la estructura base de la acumulación originaria.