Nadie está aburrido

La pandemia nos ha puesto a reflexionar, una vez más, sobre la frontera casi invisible del tiempo de trabajo y el tiempo de ocio. Cuando uno no está trabajando ¿qué está haciendo? La autoexplotación, el tiempo de ocio y el aburrimiento, son temas que aborda el crítico británico Mark Fisher en el libro K-Punk V.2

Ciudad de México (N22/Ana León).- En 2019, la editorial argentina Caja Negra, publicó el primero de tres volúmenes que recopilan la frenética escritura y el análisis del crítico cultural británico Mark Fisher. Fisher falleció dos años antes, pero tras de sí dejó un cúmulo de textos (muchos inéditos) en línea y reseñas que fusionan la cultura popular y la teoría de forma tal que en este primer volumen aparecen tanto Margaret Atwood como Cronenberg, Patricia Highsmith y Nolan, entre otros. La segunda entrega, K-Punk V.2 (Caja Negra, 2020), ha llegado a nuestro país. Si el primero reunía los textos que tienen que ver con literatura, cine y televisión, el segundo compila aquellos que vinculan música y política. Una intersección no arbitraria, como se lee en la contraportada. Los análisis de Fisher (muy, muy lejos de la academia, pero no por ellos carentes de teoría), proponen una vía de salida al agotamiento de la imaginación frente a los modelos del neoliberalismo. 

En ese sentido, esta entrevista con Ezequiel Fanego, uno de los editores y fundadores de Caja Negra —que además celebra quince años de existencia—, se centra en uno de los textos que se incluyen en este libro y que nos hace pensar mucho en algunas de las situaciones que se han potencializado con la pandemia: la hiperproductividad, el no derecho a la pereza, el miedo a estar aburrido y a la invisibilidad. La negación de los momentos de ocio y la alienación vía las redes sociales: “Nadie está aburrido, todo es aburrido”. 

Cuando Mark Fisher escribe “Nadie está aburrido, todo es aburrido”, ¿qué está planteando? 

Hay varios artículos en el último libro de Mark Fisher que sacamos que es K-Punk V.2, donde habla sobre la cuestión del trabajo y del ocio. Puntualmente este me parece que tiene esta frase de “todo es aburrido y nadie está aburrido” un poco porque juega con esta idea de que el capitalismo contemporáneo, sea llamado capitalismo posfordista, a diferencia del fordismo, logró superar o colonizar la inversión del ocio. Superando aquellas críticas que uno podía hacerle al trabajo asalariado en la época del fordismo, que era un trabajo aburrido, repetitivo, esos años, entre 50, 60, 70, uno podía hacer la crítica, y la izquierda se lo supo hacer, a que el trabajo lineal, en la línea de montaje del trabajo fordista, un trabajo repetitivo, aburrido, disminuía las capacidades de imaginación del ser humano. 

En el posfordismo como que lo que cuenta es que el neoliberalismo se apropió de este reclamo y generó, digamos, este sistema en el que vivimos hoy en la actualidad que es una especie de estímulo constante, que justamente hay una demanda a estar tido el tiempo estimulados a no aburrirnos nunca, siempre hay una información nueva para consumir, algún modo novedoso para perder el tiempo. Y lo que señala Mark Fisher con esa frase en donde igualmente él menciona que “todo es aburrido”, es que esa disposición al consumo constante, a la distracción constante, en realidad nos predispone para un nuevo tipo de afección o estado anímico que él en otro lado lo menciona como hedonia depresiva, hedonismo depresivo y que es la que vivimos constantemente cuando estamos scrolleando en Facebook y que estamos todo el tiempo estimulados, todo el tiempo recibiendo información nueva pero, al mismo tiempo, el aburrimiento de alguna manera no se va, porque todo eso que recibimos implica algún modo del aburrimiento.

Algo que me perece muy interesante que dice es que en realidad el aburrimiento per se, el aburrimiento original, este que te comentaba antes del posfordismo, era un tipo de aburrimiento que igual implicaba una atención de alguna manera, uno para estar aburrido como que tenés que ser absorbido por el aburrimiento. Y este estímulo constante del capitalismo posfordista lo que hace es que uno no se pueda centrar y experimentar de alguna manera ese aburrimiento. 

Lo que el capitalismo cognitivo o posfordista hace es que se diluyen las barreras, las diferencias muchas veces, entre el tiempo individual, el tiempo privado y el tiempo del trabajo. El gesto incluso es igual cuando uno chequea una novedad en Facebook o chequea un mail del trabajo, es un gesto muy parecido que realizamos muchas veces en nuestro hogar o esperando el transporte público. El capitalismo es esa demanda que el capitalismo cognitivo tiene de nosotros y que fue avanzando sobre el tiempo completo de nuestra vida. 

Ni siquiera tener tiempo para experimentar el aburrimiento de lo que nos priva es de esa dimensión que podría llegar a tener el aburrimiento. Sí, como vos decís, creativa o revolucionaria, porque digamos, en última instancia, uno termina respondiendo frente al tedio. 

Él toma el ejemplo en ese artículo de los punks, que hay muchas canciones, Sex Pistols y los Ramones tienen canciones en contra o donde hablan del aburrimiento y ese tedio que sería un poco, me tomo una licencia poética, sería un poco como el Nuit de Baudelaire, esa instancia y ese aburrimiento, ese estar ensimismado y sentirse asfixiado, finalmente es como la condición de posibilidad para romper el aburrimiento y pensar una fuga. 

En la situación actual en la cual no se nos permite estar aburridos, al mismo tiempo tampoco se nos permite sufrir en el trabajo. Hay otro texto de Mark Fisher que se llama “Sufrir con una sonrisa” y es como que uno no sólo está siendo explotado las 24 horas sino que tiene que tener la capacidad para  soportarlo y disfrutarlo. 

Ese nuevo tinte afectivo nos hace que estamos todo el tiempo lidiando con un hastío, pero al mismo tiempo no podemos definitivamente estar aburridos. Hace que falte esa instancia que él reivindicaba con el ejemplo que hace de los punks, de cómo el tedio, el aburrimiento, puede generar un momento de ruptura. 

¿Por qué les parece relevante publicar textos como el de Mark Fisher, que no es nuevo, es decir las idea del derecho al ocio y la alienación de la producción está también en el texto de Lafargue (El derecho a la pereza), que es de 1880, y la alusión al aburrimiento de los punks que son de los setentas y Fisher que es de los dosmiles? El tema tiene más de un siglo analizándose, pero va cambiando en los matices. 

Esta es una tensión que uno podría rastrear desde la relación del hombre con el trabajo en cualquier estadío, no sólo en el capitalismo, de la organización del tiempo humano, pero Mark Fisher creo que hace una historización interesante de los últimos años. Estas mutaciones que te contaba anteriormente, como si bien como vos decís ese problema, es un problema constante, es un problema que va cambiando. 

Mark Fisher tiene esta capacidad de apelarnos muy directamente en sus escritos. Y hay textos que él escribió ya hace muchos años que hoy en este contexto, también pandémico, tienen una resonancia muy distinta. Nos apela de una manera muy directa. 

Yo creo que estamos en una situación en la cual, pensar sobre el uso del tiempo, qué hacemos con nuestro tiempo, pensar sobre cómo muchas cosas que hoy no parecen trabajo como navegar de manera supuestamente libre en internet es de algún modo un trabajo, se vuelve una reflexión que tiene una importancia fundamental tanto política como subjetiva

Yo personalmente, y creo que a todos nos habrá pasado, en estos últimos meses estoy todo el tiempo reflexionando sobre el uso que hago de mi tiempo y sobre cuánto eso que parece mi tiempo libre finalmente es mi tiempo de trabajo. Y una distinción que a mí me perece fundamental, esto no está en la obra de Fisher, pero nosotros la venimos pensando desde hace tiempo en la editorial: que no sólo pensar la pereza o el ocio como un reverso del momento del trabajo, sino también intentar pensar un tipo de productividad que no sea la productividad capitalista o desde la valorización capitalista, porque también hay que reclamar un modo de trabajo sobre uno mismo o un modo de trabo colectivo que escape de alguna manera a las redes de valorización monetaria. 

Para nosotros son reflexiones muy centrales hoy tanto desde una perspectiva política o desde una perspectiva subjetiva, e incluso éste es un aspecto que subraya mucho Mark Fisher, desde una perspectiva de la salud mental. 

El ocio y el tiempo del sueño quedan como últimos resquicios o espacios de resistencia frente a esta máquina neoliberal.

Mark Fisher habla sobre ciertas disposiciones afectivas que me parecen claves. Él siempre tiene esta perspectiva, habla, por ejemplo, de la cuestión de la ansiedad como el gran malestar del mundo precario y, en ese sentido, es muy cercano a otro autor que nosotros venimos publicando que es “Bifo” Berardi, que también habla de esta saturación y que estamos viviendo un momento de mucha tensión en la cantidad de información que está circulando y nuestra capacidad psíquica para poder procesarla, y esa tensión hoy la vivimos como un malestar, un malestar psicológico.

Está también esta expresión del miedo a perderse las cosas y creo que la experiencia de un tipo de ocio o de un momento de fuga no productivo tiene una potencia terapéutica central para cada uno de nosotros y nosotras. 

Me parece que la clave para entenderlo tiene que ver con esta cuestión de los afectos. Pensar cuál sería el contrapeso de esa ansiedad, cuál es la disposición afectiva que se puede contraponer a esa ansiedad. Y una cosa que también recorren los libros de Fisher y que me parece central, es la cuestión de imaginar modos no individuales de encarar estos problemas, porque Fisher tiene esta expresión de la idea de la privatización del estrés porque el neoliberalismo nos propone que resolvamos todos estos problemas tanto con los speechs de autoayuda como con los psicofármacos, digamos. Como que encaremos esta problemática desde un lugar individual. 

Nos interesa mucho esa perspectiva también, de tratar de salir, buscar una respuesta a esas problemáticas también desde una perspectiva no occidental, porque muchas veces el anclaje de estos problemas se encuentra no sólo en los mecanismos cotidianos del funcionamiento de nuestra vida social y económica, sino que también uno puede leer los fundamentos filosóficos, metafísicos, psicológicos. 

La editorial publica también a otro de los filósofos contemporáneos que han pensado y repensando sobre la autoexplotación y la presencia 24/7, Byung-Chul Han, pero no abordan ese texto, sino Ausencia. 

No había pensado en la colección pero, por ejemplo, cruzar ese libro Ausencia (Caja Negra, 2019) con esa cosa que te digo de Mark Fisher, puede dar unos resultados muy interesantes. Ya el título y esta noción desde la filosofía china que la ausencia tiene una centralidad mayor que la de la presencia, puede darnos una vía muy interesante para pensar en estas cuestiones que estamos hablando de la disponibilidad total que uno tiene siempre a este llamado de los dispositivos del capitalismo comunicativo. 

Está también esta idea del trabajo en el texto de Fisher no en el sentido de producción y autoexplotación, sino también en el de la visibilización, porque también hay como una especie de “goce” del exceso del trabajo o de la autoexplotación para ser visto. 

Él habla de la simulación del trabajo, cómo el capitalismo contemporáneo en realidad, más que la productividad del trabajador, requiere un poco de la performance del trabajo. Es más importante que nosotros estemos en una disposición al trabajo y haciendo todo lo que implica el trabajo, que efectivamente muchas veces el resultado mismo. Esa idea de la simulación me parece muy apropiada y me parece que en estos dos días del teletrabajo y el trabajo virtual, esta cuestión de la simulación del trabajo está tomando ya ribetes cada vez más surrealistas. 

Una de las reflexiones sociales que colectivamente estuvimos haciendo, tendría que ver con esta cuestión de la necesidad de la productividad, ¿cómo hacer productiva la cuarentena?, por ejemplo, eso es algo que se habló mucho por acá. Y diría bueno, no, quizá no tiene que ser productiva. Quizá justamente algo de la lección de esta época tiene que ver con la improductividad

Es interesante dar un paso más allá de esta distinción entre el trabajo y el ocio. Porque también hoy cuando uno no está trabajando, ¿qué está haciendo? La mayor parte del tiempo está consumiendo, que es otra forma de trabajo, que es lo que nos enseña Fisher y los operistas italianos, por ejemplo: cuando pensamos que no estamos trabajando, en realidad estamos haciendo algo que le está generando una valorización económica a algún tipo de corporación. 

Son necesarios los tiempos absolutamente improductivos, los tiempos de ocio, los tiempos en los que uno se abandona, pero por lo menos la vida no sólo puede tener esa forma. El tema es que también, el trabajo asalariado y el ocio, dejan fuera un montón de instancias distintas de las que también uno podría experimentar con otras formas del autocultivo o de la producción no capitalista. 


Mark Fisher, “Nadie está aburrido, todo es aburrido”, K-Punk V.2 (Caja Negra 2020)