Fernando Solanas, cineasta y político argentino, murió en la última hora del viernes en París, luego de permanecer varias semanas internado por coronavirus; su cine, profundamente crítico, transitó por el documental y la ficción
Ciudad de México (N22/Redacción).- El documental y la ficción, la realización y la producción, fueron alguno de los campos por los que transitó el cineasta argentino nacido en Olivos, provincia de Buenos Aires en 1936. Fue premiado en festivales como Berlín, Cannes, Venecia. Todo su cine reveló su más grande obsesión: Argentina, su país de origen, al que como escribe Luciano Monteagudo en Página|12, también dedicó sus conocimientos, su energía y su compromiso como militante y dirigente político, desde la primera hasta su última película: La hora de los hornos (1968) y Tres en la deriva del caos (2020), todavía inédita a causa de la pandemia.
Embajador argentino ante la UNESCO, Fernando «Pino» Solanas murió poco antes de concluir el viernes en París, víctima de covid-19. La noticia fue confirmada por el Ministerio de Relaciones Exteriores a través de sus redes sociales. La enfermedad la contrajo a mediados de octubre y desde entonces permanecía en un hospital de la capital francesa donde se ubica la sede de la UNESCO.
De sus cintas sobresalen Tangos – El exilio de Gardel (1985) y Sur (1988), dos cintas cruciales del primer período de la recuperación democrática. También tiene en su carrera los cortometrajes Seguir andando (1962), que participó en el Festival de San Sebastián, y Reflexión ciudadana (1963), crónica irónica de la asunción presidencial de Arturo Illia. Como parte de ese trabajo «que paga» hizo un comercial para una crema bronceadora que resultó tan exitoso que en los siguientes tres años llegó a hacer unos 400 cortos publicitarios, ejercicio que le permitió reunir dinero para rodar una de las cintas más relevantes, se dice, de la historia del cine latinoamericano: La hora de los hornos (1968).
Los hijos de Fierro (1975), fue su primer largometraje de ficción, vinculado al poema de José Hernández. Tiempo después vino Sur (1988), que le valió el premio a la Mejor dirección en Cannes. «Sur es un viaje: de la prisión y de la muerte a la libertad; de la dictadura a la democracia; de la noche y la niebla al amanecer», decía Solanas que trabajó aquí, una vez más, con Piazzolla y Goyeneche.
Mucho tiempo después llegarían Memoria del saqueo, Oso de Oro a la trayectoria en la Berlinale 2004, el inicio de un viaje profundo y comprometido por la realidad social, política y económica del país. De ahí derivaron La dignidad de los nadies (2005), Argentina latente (2007), La próxima estación (2008), Tierra sublevada: Oro impuro (2009), Tierra sublevada: Oro negro (2010), La guerra del fracking (2013), El legado estratégico de Juan Perón (2016) y Viaje a los pueblos fumigados (2018) que «dieron cuenta de la resistencia del pueblo trabajador, del potencial científico y creativo del país, del abandono del ferrocarril como instrumento de comunicación y progreso, de la codicia extractivista, de las enseñanzas del líder y de la brutal contaminación de la tierra por los agrotóxicos.»