En revisión ese fenómeno cinematográfico llamado «Amores perros», a 20 años de distancia

Hoy inicia el Festival Internacional de Cine de Morelia en versión híbrida. Para su inauguración han anunciado un evento especial por el aniversario de esta cinta. Aquí, una revisión

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- A veinte años de su estreno, Tita Lombardo, Luciana Kaplan y Fernando Llanos, tres participantes del rodaje de la película Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu, reflexionan sobre la importancia de la cinta en la historia del cine mexicano. Comparten experiencias y cuestionan lo ganado y lo perdido para el cine nacional en estas dos décadas.

Luciana Kaplan fue en los años 90, una destacada continuista y se involucró en diversas áreas de la producción cinematográfica antes de ser directora de documentales como: 1982: La decisión del presidente (2008), La revolución de los alcatraces (2012), Rush hour (2018). Ella tuvo en sus manos la continuidad de Amores perros.

LK: Yo en ese momento estaba terminando mi carrera en el Centro de Capacitación Cinematográfica, de manera paralela trabajé como continuista en varias películas y aunque era bastante joven, estaba buscando hacerme de un nombre. Ser una continuista más profesional. Fue Tita Lombardo quien me llamó para que me entrevistara con González Iñárritu para ver si podía trabajar con él. A mí me dio un poco de terror porque, aunque ya había hecho un par de películas, Amores perros era una película muy compleja, con muchos tiempos, varios actores, muchos extras. Finalmente decidieron que yo era la adecuada y fue una experiencia tremenda. Recuerdo perfectamente que fueron nueve semanas y media de rodaje intenso.

Fue un trabajo en equipo en donde el capitán era, obviamente Alejandro González Iñárritu. También estaban Mónica Lozano, Tita Lombardo, Rodrigo Prieto, como grandes personalidades del cine que finalmente hicieron que la película fuera lo que fue. Y creo que, lo más importante es que puso al cine mexicano en el mapa, una vez más. Creo que fue muy evidente que en México había historias muy potentes de contar.  

Yo era muy joven, González Iñárritu es alguien que impone y yo estaba todo el día sentada junto a él. Es una persona muy exigente y siempre tenías que dar el 1000% de ti. Fue un proceso de aprendizaje agotador y de sufrimiento, porque nos metimos a unas locaciones tremendas y peligrosas.

Y siendo continuista tienes que estar verificando mil cosas que pasan de manera simultánea. No teníamos idea del éxito que tendría la película. Es una película clave para la historia del cine mexicano.

Muchas de las personas que trabajaron en esa película tienen hoy carreras consagradas. ¿Qué piensas de eso?

LK: Creo que fue un buen ojo de la producción y el director. No siempre se da de esa manera. Encontrar a gente que pensaron tenía talento. Especialmente porque entonces no teníamos un ambiente cinematográfico para desarrollar carreras y consolidarnos. Pienso que la película fue un trampolín para la gente que ya era profesional, pero no había tenido oportunidad para demostrar de lo que era capaz. Definitivamente para Gael García creo que la película significa un antes y un después. Recuerdo bien al Gael de los primeros ensayos, al que era al terminar la película, totalmente era otra persona. Brigitte Broch ya tenía una carrera hecha y Rodrigo Prieto, una persona muy talentosa, la película le permitió una proyección mayor. En el momento de Amores perros no había una industria cinematográfica, después de esa cinta y otras, poco a poco, lentamente se construyó una industria que permitió que vinieran más personas talentosas como todos ellos, ahora se filman más películas y hay más posibilidad.

A veinte años del estreno de la cinta, ¿cómo ves la industria cinematográfica mexicana actual?

LK: En general, yo te diría que, ahora estamos en una situación muy parecida a la que vivimos en el año 2000. Siempre existe el temor de que el Centro de Capacitación Cinematográfica va a desaparecer en cada cambio de administración. Yo estudié ahí, luego trabajé ahí como coordinadora de documental. Nos la pasamos defendiendo un poco lo que ya se construyó. En esta mirada hacia atrás, no hemos parado de luchar, no importa el gobierno que llegue, siempre estamos en peligro desaparecer. Hace veinte años se peleó por construir fideicomisos como el FOPROCINE, el FIDECINE, el EFICINE que fue un hito importante para que se produjeran más películas. Sí pasaron muchas cosas en estos años de lucha que son logros de los cineastas, porque por más que digan que fue por los políticos, más bien permitieron que ocurriera lo que se demandaba.

Si bien entonces trabajabas en ficción, tu carrera se ha consolidado en el documental.

LK: Sí, me deslindé un poco de mi trabajo de continuista, me enseñó a filmar, me enseñó a pensar en el montaje, en editar y a otras cosas, pero no me quedé en el cine de ficción. Así que, más que catapultar mi carrera, Amores perros fue una gran experiencia de aprendizaje. En todo caso, me mostró que lo que yo quería hacer era dirigir. Y sigo luchando porque existan los fondos y por enseñar, ser docente en materia de documental.

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Fernando Llanos es un creador multifacético, lo mismo es artista plástico, artista visual, editor y camarógrafo. Fue el curador de la exposición retrospectiva de Felipe Ehremberg en el Museo de Arte Moderno y es documentalista por el largometraje Matria (2014). Fue director fundador del Festival de animación Animasivo. Ha hecho novelas gráficas y recientemente ha incursionado en la animación con Pixel+Dinamita (2020). Llanos, hizo el storyboard y el making of de Amores perros.

FLL: Yo llegué a Amores perros por Guillermo Arriaga. Lo conocí en Venezuela en una competencia de videos, yo tenía 24 años, estaba muy joven. Nos hicimos muy buenos amigos en Caracas, coincidimos mucho. Gané el concurso al que iba, él era miembro del jurado y me dijo: «Espero que un día hagamos algo juntos». Al volver a México, ya no me sentí cómodo en mi trabajo en el ILCE y decidí dejarlo. Intenté hacer otras cosas, pero no pude conseguir nada. Lo busqué y le dije: «¿Recuerdas tu propuesta? Hoy la necesito porque no tengo ni para pagar la renta y la comida». Entonces me comentó que se estaba levantando una producción cinematográfica, y que podía hacer el storyboard. Me entrevisté con Tita Lombardo, llevaba unos grabados en punta seca porque nunca había hecho un storyboard. Me mandó a la oficina de junto y ahí estaba Alejandro González Iñárritu. Le mostré mis grabados y dibujos, me dijo que hiciera una primera secuencia para ver mi trabajo. Yo, con la intención de quedarme, en cada página que tenía tres dibujos, utilicé una técnica diferente. Cuando lo vio dijo: «Esto es lo que quiero. ¡Contratado!»

De pronto me citaron a ver las locaciones, me subí al camión en donde estaban las cabezas de los departamentos, como Brigitte Broch y Rodrigo Prieto, la verdad no sé cómo es que llegué yo ahí. Era chistoso porque todo mundo me preguntaba quién era yo. Y mientras todos veían la locación, yo pensaba en dibujos.

Lo emocionante es que pude ver cómo dos profesionales como Rodrigo Prieto y Alejandro se sentaban a inventar los encuadres. Porque lo que hacíamos era sentarnos Carlos Hidalgo, que era el asistente de dirección, con una computadora abierta, González Iñárritu, Rodrigo Prieto y yo. Y así se inventó toda la película cuadro por cuadro, se leía el guión y ellos dos se levantaban de la mesa y decían: “Yo lo veo así”, “Yo lo veo acá”, “Entonces el perro entra así…” Estaban visualizando en tiempo real. Y yo estaba así: “¡Guau! ¡Qué chingón! Estoy viendo cómo nace una película”.

El asistente de dirección escribía y yo boceteaba y así fueron decidiendo los encuadres. Así fue cuadro por cuadro. Como yo trabajaba video y había ganado un premio en Venezuela, me acerqué a Tita Lombardo y me propuse para hacer el “detrás de cámaras”. Ella me dijo que sí y que hablara con Alejandro, en la última sesión de storyboard en casa de Alejandro, antes de que yo le dijera algo, él hablaba con Carlos Hidalgo y de pronto le preguntó: “¡Y quién va ha hacer el making of!”. Entonces, levanté la mano y dije: “Yo”. Volteó y dijo: “¿Tú? ¿Cuántos making of has hecho?”. Me quedé callado y respondí que ninguno, pero que era muy curioso y lo iba a hacer bien. Entonces Rodrigo Prieto dijo: “Alejandro, tú no has hecho una película y los productores están confiando en ti. Confía en Fernando, lo va a hacer bien.” Me pidió una propuesta y me dieron la chamba. Me contrataron para quince fechas, pero yo me enganché y por mi cuenta asistí a un total de 45. ¡Era la primera película en la que trabajaba!; amigos me prestaron cámaras MiniDV y así hice el making of.

¿Qué significó esa experiencia en tu desarrollo profesional?

FLL: Fue impresionante. En todos los departamentos había gente muy talentosa. Desde el guión Perro blanco, perro negro, como se titulaba el original de Guillermo Arriaga, todo el que lo leía quedaba enganchado de principio a fin. Con personajes entrañables. Me siento muy afortunado por formar parte de esa historia.

¿Cómo influyó en mi vida? De inmediato, unos meses después estuve en mi segunda película que fue Dancing in the Dark (2000, de Lars von Trier). Y ambos largometrajes estuvieron en el mismo festival de Cannes compitiendo por mejor película. Amores perros había sido la película mexicana más costosa al momento y Dancing in the Dark eran diez personas con cámaras digitales. Entonces, la experiencia me llevó a aprender muchos sobre dinámicas muy diferentes. Y fueron mis referentes más de diez años después cuando me animé a hacer mi primera película.  

¿A qué crees que se ha debido el fenómeno cinematográfico que fue Amores perros?

FLL: Creo que mucho tuvo que ver que el equipo con el que desde hace años trabajaba Alejandro González Iñárritu. Se conocían muy bien, se entendían muy bien. Y eso permitía dar más. Me impresiona mucho el fenómeno de la película porque todos salimos empoderados. El mejor ejemplo en Gael García. Y muchos nos hemos encontrado en otros proyectos. Actualmente tengo un proyecto con Luciana Kaplan. Carlos Hidalgo se hizo director de fotografía y fotografió mi documental Matria.

Guillermo Arriaga me invitó a trabajar con él en El búfalo de la noche (Jorge Hernández Aldana, 2007). Con Vanessa Bauche creamos este año una asociación llamada Centro Nacional de Cultura de Paz. Con Tita Lombardo he aprendido muchísimo, inmediatamente después de terminar Amores perros me dio una clase express para poder producir un comercial de Microsoft. Me parece increíble que después de participar en esa explosión que fue Amores perros, al paso de los años coincidamos en el camino y compartamos cuando podemos.

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Tita Lombardo cuenta con una trayectoria que se refleja en más de 60 películas y varias series de televisión. En su filmografía destaca como productora ejecutiva Ángel de Fuego (Dana Rotberg, 1992), Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1996); como productora en línea en Amores perros (González Iñárritu, 1999), Babel (González Iñárritu, 2006), Rudo y cursi (Carlos Cuarón, 2008) o On the Road (Walter Salles, 2012); entre otras.

TL: Alejandro tenía una casa productora que se llamaba Zeta Films, él era director de publicidad y le gustaba mucho trabajar con lo mejor de lo mejor, siempre fue un director exigente (¡aunque menos exigente de lo que es ahora!). Estaba Brigitte Broch, Rodrigo Prieto, Carlos Hidalgo que era el mejor asistente dirección, ahora es fotógrafo. Pero no todo salió del todo bien, pues cuando parecía que la preproducción se ajustaba en tiempos, tuvimos una situación importante.

Decidimos que la película la filmaríamos en septiembre de 1999. Y resulta que Brigitte Broch ya tenía el compromiso de filmar Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), película por la que se ganó el Óscar. Rodrigo Prieto, el fotógrafo, por la escuela de los niños tenía que irse en junio a vivir a Los Ángeles. Y Gael García, con él habíamos hecho un comercial para MTV y Alejandro le gustó. En aquél entonces, Gael estaba estudiando teatro en Londres. Le escribimos, le enviamos el guión, él hizo un pequeño casting en video, donde él mismo se grabó. Le ofrecimos la película y al decirle que podríamos empezar a grabar en septiembre y que él sólo iba a perder un mes de clases, entonces nos dijo que no, que no podía perder un mes de clases porque estaba becado y entre una beca y una película, prefería perder la película.

Entonces tuvimos en un dilema en el calendario de producción de una película tan compleja de preparar: con tres historias, con peleas de perros, con un accidente, con persecuciones, con cierre de calles… Cosas que realmente toman tiempo. Y Alejandro dijo: “Tenemos de dos sopas, filmar en septiembre la película con quién sabe quién, o sea, sin Rodrigo, sin Brigitte y sin Gael. O apurarnos y estar listos y filmar en nueve semanas.” Entonces, nos quedamos viendo Carlos Hidalgo y yo y le dijimos: “¡Pues juega el pollo! A ver de a cómo nos toca.” Así empezamos, fue extenuante, muy extenuante. Yo ya estaba agotada antes de que se empezara a rodar.

El día del rodaje llegamos con todo listo. El proceso para lograr el permiso para filmar el accidente fue muy tardado, la delegación no nos lo quería dar, tuve que reunir firmas de todos los comités vecinales y los habitantes de cada casa a lo largo de la calle Juan Escutia, calles paralelas y que desembocan en Juan Escutia. En fin, ha sido la preparación y el rodaje más difícil que he tenido. Pero también ha sido altamente satisfactorio.

¿Cómo fue posible la internacionalización de Amores Perros?

TL: Es una de las películas más importantes, si no, la más importante de toda mi filmobiografía. Es una película de la cual me siento profundamente orgullosa. Fue un gran esfuerzo colectivo. Fue una película muy dura para todos, para Alejandro González Iñárritu, que era su primera película, porque eran tres historias complejas, porque había perros de pelea. Cuando yo leí el guión ni siquiera sabía que había peleas de perros. Así que tuvimos que investigar dónde podíamos encontrar estas peleas, evidentemente nosotros no queríamos maltratar a ninguno de los animales. Junto a un animalero, como le llamamos nosotros, se entrenaron perros y usamos unos bozales de hilo que nos recomendaron los especialistas, mismos que ellos hicieron, y decidimos hacer un making of de todo este proceso para registrar que no lastimábamos a los animales, porque obviamente teníamos el temor de tener una queja de maltrato animal. Y fue gracias a ese cuidado que pusimos en hacer este video, estas pruebas y los bozales, que pudimos llegar a los premios BAFTA (British Academy of Film and Television Awards), pues lo primero que nos pidieron fue que demostráramos que no hubo maltrato animal. Fue ese video que nos permitió que la película tuviera la proyección internacional que tuvo. De otra manera, la película no hubiera cruzado fronteras.

Fue una película compleja en muchos sentido y muy excitante filmarla. Era una película que todos los días amanecías como dicen: “Con el Jesús en la boca”. La preparación no fue distinta, buscar los lugares, los escenarios, con un director tan exigente como Alejandro González Iñárritu. En fin. Fue una película muy difícil pero que, al tiempo, ha sido una delicia haberla hecho.

¿Qué pasó el día en que vieron proyectada la película por primera vez?

TL: Hicimos todo lo que no se debía de hacer, utilizar el proceso silver retain (proceso del revelado de film, que retiene plata y afecta la saturación del color, el grano de la película, el contraste y la profundidad de las sombras), que no lo hacían en México pero que tampoco teníamos dinero para mandar la película a Los Ángeles, donde se hace. Rodrigo Prieto se fue a aprender el proceso para venir a los Laboratorios de los Estudios Churubusco para enseñarles a los técnicos. Tomamos todos los riesgos, todo lo que se supone no se debe de hacer es lo que hicimos. En la primera proyección que fue para el crew, cuando todos la vimos, nos quedamos helados. Ya con la música y la corrección de color… No o entendía, no lo podía creer, me sentía rebasada al ver que a cada festival que iba, ganaba un premio. Ha sido enriquecedor para todos los que trabajamos ahí, para algunos fue una catapulta tremenda, pero, me parece, que todos los que trabajamos ahí salimos muy beneficiados.

Al tiempo que el cine mexicano a través de Amores perros y otras películas, se posicionaba a nivel internacional, en el año 2000, el gremio tuvo que cerrar filas. Políticos que no sabían nombrar el título de una sola película mexicana quitaron apoyos económicos, se recortó el presupuesto a la cinematografía, se quiso desarticular tanto al Centro de Capacitación Cinematográfica, como a los Estudios Churubusco y los teatros del IMSS. Se organizaron mesas de la comunidad cultural en la Cámara de Diputados, recuerdo bien a personajes como el actor Pedro Armendáriz Jr. y el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, entre tantas personas al frente de esas mesas. Alumnos del CUEC y del CCC salieron a tomar las plazas y tomar una postura pública. Los medios de comunicación estuvimos ahí. Gradualmente el cine mexicano recuperó terreno en la persistencia y es hoy un referente mundial. A veinte años de distancia, ¿cómo reflexionas ese momento?

TL: ¡Y sexenio de López Portillo también fue tremendo! Sí, en 1999, cuando filmamos Amores perros, sólo se filmaron ocho películas. Ahora se filman más de 100. Y cuando crees que ya lo logramos, viene la reversa. Ahora estamos con el tema de los fideicomisos, que van a desaparecer, con una promesa de que se van a respetar los apoyos y los fondos económicos. Espero que así sea, pero es obvio que tenemos una incertidumbre enorme mientras nuestro cine mexicano sigue triunfando. Creo que Amores perros es un parteaguas en el cine mexicano que hoy tiene un reconocimiento internacional. Me da mucho orgullo que nuestro cine se esté viendo, pero al mismo tiempo me da mucha pena que ahora atravesamos momentos tan difíciles en donde adicionalmente a los efectos de la pandemia, está la desaparición de los fideicomisos.

Por otro lado, con relación a los veinte años de la película, me siento muy contenta. A mí me gusta mucho dar clases y talleres de cine, y no ha habido un solo taller en donde no se me haya acercado alguien y me dijera: “Yo estudié cine porque de pequeño vi Amores perros.” La última vez que me lo dijeron fue en el último taller que di hace tres meses, un chico de 25 años. Me da escalofríos cada vez que ocurre.