Editorial Almadía, la apuesta por una nueva identidad sin mutar la esencia

Una charla con Guillermo Quijas sobre el rediseño de la editorial mexicana, una respuesta a ese reimaginar el futuro de los libros, un ejercicio natural en la vida de una editorial y necesario en el contexto actual

Ciudad de México (N22/Ana León).- Camisa y suaje son dos palabras que han marcado la identidad gráfica de una de las editoriales independientes más conocidas del país. Parte de esa fama es justo el diseño editorial del que son dueños y que, después de quince años, muta. La editorial es Almadía y el creador de esa personalidad que ahora cambia es Alejandro Magallanes. 

Camisa, es esa pieza movible que cubre las portadas de los libros de la editorial fundada por Guillermo Quijas y el suaje, ese pequeño recorte en la portada hecho sobre la camisa que revela lo que hay debajo de esa piel. Todos la hemos visto, todos les hemos quitado la camisa a esos libros y se la hemos vuelto a poner porque justo, funcionan mejor en conjunto. Quince años después el momento de un cambio se hizo necesario. Aunque sus portadas han variado y el diseño ha tenido ligeras mutaciones, digamos, la línea se mantenía, el papel, la misma caja de texto, la tipografía… ahora el cambio es radical: las pastas dejan de ser blandas, se elimina la característica camisa y cada libro adquiere su propia personalidad, las portadas responderán más que a un conjunto, a una idea, una que represente su muy particular contenido. 

Charlamos con Guillermo Quijas para conocer más detalle de este cambio. 

Todas las imágenes, salvo se indique lo contrario: Ana León

 

¿Qué significa para una editorial con los años de Almadía cambiar su identidad gráfica? Porque si bien una parte de la identidad de ésta la hace la curaduría de su catálogo, otra parte la construye su diseño editorial? 

Este cambio ha venido acompañado de muchas cosas hacia adentro de la editorial. Hemos intentado pensar un poco en si los procesos que hacemos son los más adecuados, en cómo podemos adaptarlos. No sólo particularmente en este proceso tan complejo que vivimos todos [la pandemia], sino intentando imaginar cómo va a ser el escenario de la industria editorial en los próximos años y cuál puede ser el papel de la editorial en ese sentido; porque estamos justo en un año muy importante, por cumplir quince años. También teníamos un par de años trabajando en el proyecto de España, para montar una oficina en Madrid, cosa que teníamos planeada para arrancar los primeros días de abril y justo se tuvo que cancelar todo por la pandemia. 

Es un ejercicio también que ya tenía unos dos o tres años que habíamos venido conversando, el hecho de definir muy bien los diseños de cada una de nuestras colecciones. Al principio todos los libros tenían la camisa y el suaje, después cambiamos la de ensayo, después cambiamos la de crónica; entonces cada una fue teniendo, digamos, una personalidad, pero desde hace un par de años empezamos a hablar de si no convendría cambiar completamente el diseño porque nos  sentíamos muy cómodos con esa imagen y si nos sentimos muy cómodos, a lo mejor hay que cambiar un poquito las cosas porque a lo mejor es cuando te puedes repetir a ti mismo. 

Imagen: Almadía

De esa primera valoración salió la nueva colección que lanzamos el año pasado de libros económicos: De nuevo Almadía. Al hacer este análisis nos dimos cuenta que había un montón de libros que empezaban a dejarse de vender y creímos que era por el precio, porque ya tenían muchos años en el mercado con un mismo precio, con un mismo diseño y que requerían un relanzamiento. Y así surge esta colección económica que continuará, por supuesto, para recuperar los libros que han quedado con la camisa y que tienen que pasar a un nuevo diseño. 

También en los primeros meses del encierro empezamos a hablar un poco en una reflexión más de ámbito ecológico: ¿cómo lograr que nuestros libros no tuvieran un huella de contaminación tan grande? Empezamos a explorar distintas posibilidades, el tema del retractilado  [el plástico que envuelve los libros] fue una de las primeras cosas que surgió —que además la Caniem y la Asociación de Libreros están intentando impulsar una campaña general para que todos los libros en México no tengan retractilado—, también fue un detonante muy importante para decir esto eventualmente va a suceder, eventualmente tenemos que quitar el retractilado, por principio de cuentas, ya no digamos después empezar a usar papel reciclado y demás. Ese segundo detonante del retractilado fue el que nos orilló a decir, bueno, vamos a hacer libros más resistentes porque las camisas no aguantan sin retractilado. Y después de tres meses de hablar, de hacer pruebas, de ver tamaños, de acabados, pues salió esta propuesta de Alejandro Magallanes que nos gustó muchísimo. 

Imagen: Almadía

Hablas de que empezaron a imaginar el futuro editorial y el rediseño es una manera de responder a ese supuesto. ¿Cómo imaginaron ese futuro? y, en ese contexto, ¿qué valores deciden abrazar con este rediseño? Me acabas de hablar de uno, el medioambiental, ¿cuáles otros? Y, además, la razón de dar continuidad en esta nueva apuesta al diseño de Alejandro Magallanes. 

Creemos que por un lado están las nuevas tecnologías, las nuevas formas de lectura y de escucha de libros, por el tema de los audiolibros, y también un aceleramiento en la producción de series y el tema del cine a partir de libros que se ha dado muchísimo en este semestre del año. Entonces, creemos que ese es un escenario muy importante que abre la posibilidad de llegar nuevos lectores y que no compite, en definitiva, con el libro impreso. 

Por otro lado, creemos que estamos entrando en un proceso muy complejo —cada país es distinto— para comprender cuál es el canal más importante de distribución de libros y cómo se van a adaptar, en términos comerciales y logísticos, el trabajo con librerías y ferias del libro. Es tan compleja esa situación que todavía estamos en un proceso de imaginar qué es lo que va a pasar porque, al final, es como el 70% de las ventas de los libros se dan en esos dos canales. 

La recuperación está siendo muy lenta en librerías. El escenario de las ferias del libro en términos de venta de libros no es para nada esperanzador, entonces creo que las editoriales tenemos que, por un lado, comprimirnos, hacernos lo más pequeñas posibles para aguantar la baja de ingresos que será constante y que será permanente por los otros años y eso, de alguna manera, te obliga a encontrar otros mecanismos de venta y de colaboración, que lo pondría yo como un siguiente criterio importante: buscar con editoriales, con universidades, con las mismas librerías, proyectos específicos que te permitan salir adelante en este periodo. 

La reflexión ecológica es importantísima, pero está muy verde todavía, nosotros la tenemos muy verde, no logramos entender todavía bien cómo todo el trabajo que hace la editorial puede intentar reducir el impacto ambiental y creemos que eso es importantísimo a nivel general para trabajar. 

Sobre los valores que comentas, lo que siempre pensamos no sólo para diseñar el libro sino para escoger el texto —y hablamos muchísimo cuando definimos las campañas de difusión—, tiene que ver con la idea de que son libros que nos gustaron muchísimo, que disfrutamos muchísimo cuando los leímos y que queremos compartirlos; para nosotros los libros son un regalo para los lectores. Y esa premisa es la que hemos intentado mantener. 

Alejandro ya es parte de Almadía desde el inicio, para nosotros no es fácil separar lo que Almadía hace de Alejandro, pero un criterio muy importante que establecimos ya desde el año pasado es que los libros van a tener colaboraciones de distintos artistas. El diseño editorial es de Alejandro, pero puede haber libros que tienen ilustraciones de otros artistas, que tienen fotografías de otros artistas, que tienen pintura de otros artistas o que tienen colaboraciones particulares de otros artistas. 

Recién estamos explorando también, para efectos de edición de los libros, una colaboración con una editorial chiquita de Oaxaca que se llama Zopilote Rey y juntos vamos a empezar a hacer lecturas, vamos a empezar a hacer corrección, y lo mismo estamos haciendo con Antílope para ver si no sólo distribuímos sus libros, que eso ya es un hecho, sino también empezar a hacer lecturas, a hacer coediciones. Cosas que no se imaginaban en un escenario previo, ahora son bastante más factibles. 

Ya pensando muy enfocados en el diseño: ¿bajo qué idea o qué concepto eje se desarrolla este rediseño?

Es totalmente libre, esa es la principal premisa. No hay una idea preconcebida de nada, ni de tipografía ni de tipo de ilustración, sino totalmente libre y que cada diseño represente lo mejor posible alguna de las ideas del libro. Cada libro tiene su propia personalidad y esa, justo, es la principal premisa, que es completamente opuesta a lo que eran los libros de Almadía anteriormente, que la tipografía era la misma, el tamaño era el mismo, la composición era la misma, justo intentamos hacer lo opuesto. 

Seguimos manteniendo el papel cultural que nos gusta mucho, este ahuesado que creemos que deja leer muy bien, crecimos medio centímetro hacia a lado y un centímetro hacia arriba, y eso permite una caja de lectura muy buena. Nos dimos cuenta de que además que se puede leer mejor con un poquitito nada más que lo creces, a la hora de hacer los libros, es muy curioso, porque evitas muchos callejones, muchas cosas que sucedían con una caja un poquito más compacta. 

Ahora empezaremos a explorar el utilizar papel reciclado o de productoras que no tengan una huella de carbono tan grande. Pero es complejo, porque los costos son muy altos. Ese también fue otro de los criterios, que los preciosos de estos libros en pasta dura, tengan el mismo rango de precios que tenían anteriormente con la camisa y, por fortuna se logró aún con el tamaño más grande y la pasta dura.