El ciclo Bifrontes reúne al escritor Agustín Fernández Mallo y al músico Alonso Arreola

Coordinado por la poeta Rocío Cerón, Bifrontes permite un encuentro entre artistas de España y México a través de las plataformas digitales. Este martes 29 de septiembre toca turno al escritor de La Coruña y al músico y periodista

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Agustín Fernández Mallo es un escritor difícil de clasificar, saltó a la fama internacional en 2006 cuando publicó su novela  Nocilla dream (Candaya, 2006), primera parte de la triología que continuó con Nocilla Expirience (Alfaguara, 2008) y Nocilla Lab (Alfaguara, 2009). El estilo de Fernández Mallo, quien tiene una licenciatura en ciencias físicas, va entre el relato, la crónica, la ciencia, la fragmentación y la percepción de la realidad. Desde 2001 ha editado varios poemarios en un estilo que él ha llamado pospoética. Esa experimentación que le caracteriza tiene ahora un encuentro con el trabajo que hace el bajista y escritor Alonso Arreola.

Imagen: Huemanzin Rodríguez

«Es una especie de sesión en vivo, pero virtual, para compartir literatura y espontaneidad musical. Sí hay composición, sí hay improvisación, pero también hay paisaje sonoro, «ruidismo», como también lo llamamos. Él me mandó textos de poesía y también un poco de ensayística. Confluimos bastante en ese gusto por ese ensayo que también es poesía.»

Alonso Arreola ya ha colaborado con otros trabajos donde la música, la literatura y la palabra se fusiona, lo mismo con textos de su abuelo Juan José Arreola, que con obra de Michel Houellebecq. Fernández Mallo también hace música con su grupo, pero decidió no participar con ningún instrumento para esta ocasión, en cambio compartió algo de su creación con el bajista.

«Me compartió un par de tracks, así que intervengo su propia música y también leo un texto mío que es ensayístico-poético sobre un tema que a los dos nos interesa que es el mal turismo. Tenemos un show de 45-50 minutos que ocurrirá el 29 de septiembre, en Facebook live de la cuenta del Centro Cultural de España en México Radio, a las ocho de la noche. Ahí estaremos Agustín Fernández Mallo y yo. Eso me emociona bastante, a partir de ahí se ha generado una amistad, una complicidad que ojalá traiga otros frutos a futuro.»

Aunque la curaduría de Bifrontes es una decisión de Rocío Cerón, Fernández Mallo y Arreola se conocieron en 2019 cuando ambos participaron en la Feria del Libro de León, y al coincidir en el aeropuerto en su regreso tuvieron tiempo de conversar. Entonces Fernández Mallo le obsequió a Arreola su libro Teoría general de la basura: (cultura, apropiación, complejidad) (Galaxia Gutenberg, 2018)

«Es una cosa verdaderamente impresionante, tiene una lucidez pasmosa. Es un libro denso de ensayo que habla de la filosofía del lenguaje, cuestiona los mecanismos de percepción de la realidad, es provocador. Sus mecanismos poéticos son de traslape muy arriesgados que me parecen interesantísimo. Por eso el que Cerón nos vinculara, tanto para mí como para él nos resultó una feliz coincidencia, y como buenos nerds, a sabiendas de que improvisaríamos, preparamos las cosas. Él me mando textos poéticos y fragmentos de ensayos que también son poesía, un poco como, precisamente, Michel Houellebecq.»

Buena parte de su trabajo es resultado de una experimentación constante, ejemplo de ello son álbumes como Música horizontal (2006), Los contagios de cruento (2010), Las transfusiones de cruento (2010) o Los restos de cruento (2012), entre otros. Ha colaborado con artistas como José Manuel Aguilera, Jaime López, Alejandro Otaola, Denise Gutiérrez, Trey Gunn, Michael Manring, Pat Mastelotto o Mike Garson; así como en grupos como La Barranca, Monocordio o 3below. Al escuchar su trabajo musical, resulta lógica la selección de Rocío Cerón al vincularlo con Fernández Mallo.

«Creo que sí, me parece que ese tipo de indagación que hace Agustín con relación al metalenguaje, es lo que trato de hacer en mi instrumento. ¿Cómo se toca el bajo? Desde luego, en su etapa primigenia es un instrumento rítmico-armónico que amalgama los procesos musicales. Puede cambiar su rol, pero su puesto es ése. Sin embargo, en los últimos veinte, treinta años, las tecnologías, las técnicas, en torno a él, han cambiado mucho; algo que me ha gustado mucho explorar en varias aproximaciones. Utilizo diferente tipo de objetos que me permitan plantear un timbre diferente. Además de procesos combinados con sintetizadores, melódicas, armónicas, tambores. Son más posibilidades más allá de ritmo, melodía y armonía; tiene que ver también con los contrastes, las texturas, la profundidad. Trato de ver la interpretación del bajo desde la sinestesia. Una pregunta que le hago a mis alumnos es: ¿cuál es el ojo del oído? Una oreja que además de sus posibilidades acústicas tiene también visuales. ¿Cómo poder percibir distintas capas o puntos de fuga, imágenes figurativas o abstractas? El compositor Edgar Varèse (1883-1965) decía: “La música es sonido organizado”. Pienso en obras de compositores como Scott Walker (1943-2019), o en los musicalizadores de radionovelas o películas, que recrean los sonidos como las puertas al abrirse, las pisadas de los zapatos sobre duela, creando tormentas con celofanes.

»Algo que me fascina son las provocaciones, hay un momento en que Agustín Fernández Mallo dice que la primera voz grabada es la de Walt Whitman (1819-1892) recitando América, grabado en un cilindro de cera, esto lo puedes escuchar es YouTube, y yo pienso en el cilindro, en su giro, el paso del tiempo y cómo emular esa sensación. Entonces utilizo cacerolas y pelotas de golf sobre el bajo. Son provocaciones que, según yo, también conviven en el espectro musical.»

¿Podemos decir que es un diálogo de sonidos entre sus textos y lo que haces en el bajo?

Y de composiciones formales, también. Habrá mucha improvisación dentro de los territorios de la formalidad, pero también mucha exploración sonora lúdica, él desde España y yo en la Ciudad de México.

He tenido muchos proyectos trabajando a la distancia, estoy acostumbrado a ello, es totalmente diferente a lo presencial, obviamente. Yo le dedico mucho tiempo a la persona, cuando puedo crear en conjunto con alguien, entonces es algo que va más allá del hecho musical. Ahora a la distancia, eso me jode un poco. Sin embargo, también encuentro un poco de claridad, piensa en que escribes tus ideas y otra persona las leerá en un momento diferente, entonces eres espontáneo, pero pules esa espontaneidad para que sea algo más certero. Es algo que no sucede cuando estás creando frente alguien. Entonces todo este proceso es la obra misma. A la distancia hay más claridad y menos pérdida de tiempo, pero a la vez, se pierde el rito del gesto y la convivencia, que en mi caso, es realmente importante.

¿De qué manera crees que esa distanciamiento social ha impactado en la forma en que haces música?

Había estado trabajando con mi instrumento en proyectos que tenían que ver más con canciones y en estos meses volví al bajo de una manera más experimental. Tengo también una dinámica de varias semanas, subiendo cosas a mis redes sociales, Facebook e Instagram. Los lunes le llamo “Lunes de poesía y canciones”, y los viernes es “Viernes del escribajista”. Y me he dado cuenta que volví a trabajar mi parte de juego y exploración a niveles un tanto extremo. Siento que, pese al horror que ahora vivimos en el mundo, ha sido un buen momento que me ha impulsado mucho a vivir mi entorno.

Sesión de fotos para Denise y Alonso en Coyoacán Ciudad de México a 6 de septiembre de 2020 Foto: J. Raúl Pérez

Actualmente tienes un podcast con Denise Gutiérrez, ¿cómo surgió?

Se llama “Bajo a voz”, está todos los domingos en www.patreon.com/bajoavoz, son $4 USD para acceder a los podcast y otros contenidos. Lo recaudado se va a la defensa animal y la educación en México. Porque Denise y yo compartimos estas inquietudes. Ella y yo siempre nos hemos entendido y querido mucho, somos complementarios y hemos trabajado en muchos proyectos. Ella participó en un disco mío, alguna vez hicimos una instalación en una galería, también hemos trabajado el cuento de mi abuelo La migala, junto con Juan Manuel Torreblanca. Ha habido mucha complicidad y decidimos hacer un podcast que tiene dos temas, uno lo desarrolla ella y yo el otro; y además, componemos cosas originales y hacemos arreglos. Justo antes de hablar contigo, estaba trabajando en un arreglo para ella de The touch of your lips, de Chet Baker (1929-1988).

Imágenes: Cortersía de Alonso Arreola.