¿Podemos encontrar en la obra de Alfonso Reyes una reflexión sobre las condiciones de un confinamiento forzado por una enfermedad?

Marcos Daniel Aguilar, investigador y ensayista nos da algunas pistas sobre la figura de ese enemigo invisible que habita algunos de sus ensayos

Ciudad de México (N22/José Meléndez).- Alfonso Reyes pertenece a una generación de literatos muy importante para la cultura mexicana. Es la generación conocida como el Ateneo de la Juventud, la cual estuvo conformada por un selecto grupo de escritoras y escritores que se educó y trascendió a la Revolución Mexicana. Podríamos decir que Reyes y su generación son los revolucionarios intelectuales, que, con el paso del tiempo y ya llegada la revolución, van a dotar, incluso de pensamiento ideológico, pero también pensamiento histórico, y cultural al nuevo Estado mexicano que va a surgir de la Revolución Mexicana. 

Alfonso Reyes quiere recuperar la historia de México a través de sus costumbres, de sus tradiciones, pero sobre todo, de su literatura. Podemos decir sin temor a equivocarnos que Alfonso Reyes es uno de los principales investigadores de las letras que se desarrollaron en México desde la época prehispánica hasta lo que se desarrolló en la Nueva España. La aspiración de Reyes consistía en que México fuera una sociedad moderna, llena de progreso a través del conocimiento de nuestra cultura, sobre todo a través del conocimiento de nuestra historia. En ese sentido, transmitir nuestra cultura, nuestro arte y nuestra historia a las generaciones futuras. En un momento clave de su vida, y de forma circunstancial, llega a una reflexión que justamente cien años después, vuelve a cobrar total vigencia en nuestra sociedad por motivos de la pandemia que hemos vivido en los últimos meses en todo el planeta. Por ello platicamos con Marcos Daniel Aguilar, ensayista e investigador de la obra de Alfonso Reyes.

¿Cómo es que Alfonso Reyes vuelve a ser vigente en su reflexión sobre un confinamiento obligado, en este caso por la pandemia de Covid-19? 

En un primer momento habría que mencionar bajo qué circunstancias es que Alfonso Reyes se encuentra en Europa que es donde hace esta reflexión tan vigente que llega hasta nuestros días. Alfonso Reyes es hijo del general Bernardo Reyes, el cual fue un político del régimen porfirista que cuando el general Porfirio Díaz sale del país por causas de la revolución, Bernardo Reyes trata de tomar el poder en febrero de 1913. Este hecho que se conoce como la Decena Trágica, que no es más que la intentona de varios militares porfiristas, entre ellos Bernardo Reyes, de derrocar al presidente Madero y hacerse del poder. Es en esta acción militar que muere Bernardo Reyes al intentar tomar el Palacio Nacional. En ese momento Alfonso Reyes decide autoexiliarse en Europa. Llega a París a finales de 1913 y ahí pasa una temporada, pero a los pocos meses comienza la Gran Guerra que para nosotros es mejor conocida como la Primera Guerra Mundial. El ejército alemán toma la ciudad de París por lo que Alfonso Reyes y su familia huyen a Madrid, España, en donde ya se encontraba el hermano mayor de Alfonso Reyes, el abogado Rodolfo Reyes.

Desde el año de 1914 hasta muy entrado el año de 1924, como él dice, va a ser un ciudadano de la corte de la vida de Madrid. Es decir, se mete y se inmiscuye en la vida y en la sociedad madrileña.

Cuando Alfonso Reyes llega a Madrid en ese año de 1914, ya no llega como el hijo del ex gobernador del estado de Nuevo León, sino que llega como un refugiado, como un exiliado más. Llega con poco dinero. Llegó a trabajar en la legación mexicana en Francia y por la llegada de Venustiano Carranza al poder, después de derrotar a Victoriano Huerta, despiden a todo el cuerpo diplomático y Reyes se queda sin trabajo. 

Reyes sin trabajo y con poco dinero llega a Madrid y tendrá que trabajar (muy probablemente) por primera vez en su vida. Tiene que ocuparse de varios oficios entre ellos el redactor de notas para periódicos, corrector de estilo, edición de libros y de colecciones. También hará traducciones de obras del latín, griego y francés al español. Desempeña trabajos diversos para diferentes instituciones culturales y educativas en España. Sin embargo el salario de Alfonso Reyes sigue siendo ínfimo por lo que apenas y le alcanza para cubrir los gastos diarios de él y de su familia. Viven en condiciones que si bien no son de miseria pero si de una gran precariedad. En general, Reyes vive la inseguridad de no tener para el pago de varios de los servicios indispensables. Así se expresa en la correspondencia que tiene con uno de sus mejores amigos, el escrito dominicano: Pedro Henríquez Ureña. Desde el año de 1915, 1916 y 1917, Reyes le está comunicando a Pedro Henríquez que está padeciendo diversas enfermedades que tienen que ver con su condición de vida, con su calidad de vida. Reyes les llama: «Otra vez me está atacando la epidemia española». Dice Reyes en una carta de 1916: «Me acabo de enfermar de una fiebre terrible, que me tiene postrado en cama por varios días, es una fiebre que me causa dolor intestinales y dolores de cabeza.» Un año después, en 1917, le cuenta a Pedro Henríquez que su hijo Alfonso Reyes Jr padece una situación similar, y entonces menciona: «¡otra vez esta pandemia española!», y lo paradójico es que unos años después, en 1918, Madrid iba a ser atacada por la que es considerada la epidemia más letal en la historia de la humanidad, la mal llamada gripe española, la cual mató a millones de personas en la parte occidental del planeta. Es por eso que podemos decir que Alfonso Reyes vivió y padeció las precuelas de lo que iba a ser la gripe española de 1918. Vive de alguna forma las malas condiciones de salud, vive ese infierno que puede llegar a ser una enfermedad bacteriológica o provocada por un virus, en el contexto en que se desarrolla también esta histórica enfermedad hoy por el covid-19 que azota a todo el mundo. Dice Alfonso Reyes: «Mientras me recupero, tengo que seguir en esta cueva que es mi casa, pero es una cueva húmeda, que no ayuda en nada a que mi salud se recupere.» 

En el libro Cartones de Madrid, que Alfonso Reyes publica en 1917, cuenta cómo antes de salir de París rumbo a Madrid, va ya con sus pertenencias y dice él que está escuchando ya a lo lejos, a varios kilómetros de distancia, los cañones que está arrojando el ejército alemán. Es un enemigo invisible que no están viendo los que huyen de París, pero que sí están escuchando a la distancia a manera de cañonazos. Es curioso cómo esta idea del enemigo que está persiguiendo y tratando de arrebatar a Alfonso Reyes la existencia, se encuentra presente, de manera constante, en su literatura. Cuando está explicándole a Pedro Henríquez Ureña que tiene que resguardarse para no contagiarse más por un virus o una bacteria, hay un enemigo allí que está presente y del cual se tiene que cuidar demasiado a grado tal de seguir en una casa con las peores condiciones, con tal de no seguir inyectándose. 

Hay un texto de Alfonso Reyes que habla con mucha más claridad de este tema. Es un ensayo que Reyes publica entre 1918 y 1920, tiene que ver con ese enemigo invisible, pero que se escucha. Es un breve ensayo que tiene por título “La Cueva o la Refundación de la Sociedad”. Dice Alfonso Reyes que para refugiarse del bombardeo enemigo, todos los vecinos de un edificio, tenían que bajar al sótano al momento de escuchar las bombas. Es lo que Alfonso Reyes llama la Keif o la cueva y dice Reyes: «Todos teníamos que bajar al sótano y en el sótano alguna vez se encontró un médico que se dedicaba a estudiar las pandemias que se transmitían de África a Europa, estaba una lavandera, que vivía en el mismo edificio, estaba un filósofo, un profesor de filosofía que se encontró con todos lo demás en ese sótano.» Y entonces se pregunta Alfonso Reyes, « ¿Bajo qué condiciones es posible que un filósofo, un médico y una lavandera se encuentren en el mismo lugar? ¿Qué provocó este crisol de sociedad en donde no importando la condición social, no importando su origen y no importando su educación, puedes llegar a formar una sociedad amalgamada, 

en el que puedas dialogar con el otro sin importar de dónde vengas? Lo provoca el hecho de sobrevivir y ocultarnos por varios días, incluso, en la cueva. ¿Para qué? Para sobrevivir.» 

Entonces yo me pongo a pensar que Alfonso Reyes siendo un escritor tan visionario como el que es, estaba previendo (en el sentido del desarrollo histórico de la sociedad que él estaba observando) lo que más de cien años después íbamos a vivir lo habitantes del planeta. Refugiarnos en una caverna, refugiarnos en nuestras casas, incluso en nuestros edificios en donde viven un montón de personas que antes de la pandemia no conocíamos sus orígenes, no conocíamos sus historias y por primera vez nos vemos cara a cara y que incluso podemos llegar a dialogar con el vecino que no conocíamos. Reyes ya estaba previendo. Incluso cuando uno lee ese pequeño texto, si le quitamos el año, la situación de la guerra y si le ponemos por la pandemia, por le covid-19 en el año 2020, estamos describiendo lo que vivimos ahora. 

Alfonso Reyes se adelanta otra vez a su tiempo y recorre una distancia de cien años para hablarnos de que tenemos la posibilidad de sobrevivir ante el enemigo que no vemos, pero que se escucha como el covi-19, que tal vez no lo vemos, no está aquí, tangiblemente pero que todo mundo nos está diciendo que existe allá afuera. Las noticias, el compañero, el vecino nos dice que está ahí afuera.

Es curioso que el mismo Alfonso Reyes va a experimentar una situación similar, también en tiempos de conflicto, y en un tiempo en el que hay que sobrevivir y que para sobrevivir hay que ocultarse. Este es un mensaje que nos envía Alfonso Reyes desde el pasado hasta el presente. Esta adversidad que vivimos ante la pandemia de covid-19, lo que tenemos que reflexionar a la distancia es que tenemos que pensar en el otro, en cómo está el otro. Tenemos que ser empáticos, tenemos que ser abiertos y plurales de las necesidades y urgencias del otro, que tal vez, no la esté pasando tan bien. 

Imagen tomada de escritores.org