Cuando el lenguaje se traslada al reino de lo ilegible e inefable

Scrivere Disegnando (Escribir dibujando) no es una exposición más sobre el tema de la fusión de textos e imágenes, sino sobre la escritura que ha abandonado su función comunicativa

Ciudad de México (N22/Redacción).- El lenguaje es quizá el invento más importante en la historia de la humanidad por una simple razón: permite al hombre comunicarse (claro que también podemos comunicarnos a través de las imágenes).  A través del habla el hombre ha podido transmitir ideas complejas a sus semejantes lo que, con el paso de los años, le permitió construir la sociedad en la que habitamos hoy en día. Le permitió también estructurar su pensamiento y es no sólo una manera de intercambiar información con los otros, sino de entender al mundo, de situarnos frente a los otros. 

No obstante, la escritura ha jugado un papel fundamental en la historia de la lengua, ya que, sin ella, el hombre no habría podido transmitir sus conocimientos; el mismo Borges calificaba al libro, y por ende a la escritura, como «una extensión de la memoria y de la imaginación».

El origen de la escritura se remonta a la época prehistórica, cuando los habitantes de las cuevas utilizaron por primera vez pigmentos minerales para crear imágenes y pictografías rudimentarias en sus paredes interiores.

Asimismo, es en la Antigua Mesopotamia donde vemos el primer hallazgo de escritura cuya grafía representa un concepto; pictogramas que reproducen una cabeza de buey, un cuenco y muchos más, los cuales, en conjunto podían incluso representar varias ideas. Posteriormente, surgió la escritura cuneiforme, que permitió a las culturas como los acadios o los hititas expresar conceptos más abstractos.

Todas las imágenes tomadas del Centre d’Art Contemporain Gèneve

Uno de los pasos más importantes para la creación del sistema de escritura surge cuando las culturas aprenden a representar la fonética de sus lenguas a través de las grafías. Gracias a ese avance surge el alfabeto, el cual permite expresar con una serie caracteres todas las posibilidades del habla.  

Los fenicios fueron los primeros en crear un alfabeto, sin embargo, éste no contaba con vocales. Fue hasta la creación del alfabeto griego, cuando la revolución de la escritura queda completa, agregan vocales, (tomadas del alfabeto arameo) e incluso llegan a manejar mayúsculas y minúsculas.

Con el paso de los años, la escritura continuó evolucionando según las necesidades de la lengua y de los hablantes. Por ejemplo, hoy en día la escritura se ha simplificado de manera abrupta, debido a las redes sociales, incluso se han retomado las imágenes (emojis y stickers) para expresar ideas.

Por otro lado, también el arte ha permitido que tanto la lengua como la escritura tenga diversas manifestaciones; basta con recordar el poema “Altazor” de Vicente Huidobro, los caligramas de Apollinaire o el famoso léxico en Rayuela de Julio Cortázar, para saber a qué nos referimos. Incluso ha habido autores que han inventado su propia lengua y su propia escritura, como el sindarin de Tolkien.

¿Qué pasaría si un montón de artistas decidieran quitarle el significado a la escritura? ¿Tendría algún sentido observar un montón de grafías carentes de significado? O por el contrario, ¿optaríamos por darles un significado al montón de garabatos? ¿Será posible que, bajo la escritura automática, el misticismo y demás experimentaciones sea posible escribir lenguajes desconocidos para el hombre con una carga semántica mucho más allá de nuestro conocimiento?

La exposición Scrivere Designado, la cual reúne a más de 300 obras producidas por 93 artistas formados y autodidactas, presentada en el Centre d’Art Contemporain Genève de Ginebra, Suiza, cuenta con un acervo gigantesco de escrituras que fueron creadas bajo diferentes experimentaciones, cuyo significado está muy lejos de la comprensión convencional de nuestro conocimiento

Co-comisariada por Andrea Bellini, directora del centro de arte, y Sarah Lombardi, directora de la Collection de l’Art Brut (CAB), Scrivere Disegnando (traducido por sus organizadores, del italiano, como Escribir Dibujando) es la primera exposición producida en colaboración por estas dos instituciones. Reúne obras que Bellini y sus colegas tomaron prestadas de varias colecciones de arte moderno y contemporáneo, junto con muchos préstamos que rara vez se han exhibido antes del CAB, que posee la colección más grande de arte brut y arte marginal del mundo.

Bien ilustrado, repleto de información sobre la vida y las ideas de los artistas cuyas obras se exhiben en la muestra, y con ensayos de Bellini, Lombardi, el historiador de arte suizo Michel Thévoz (quien también fue el director fundador de la Collection del ‘Art Brut), y otros colaboradores, Scrivere Disegnando se ha publicado en ediciones separadas en francés e inglés..

Andrea Bellini señala que «Scrivere Disegnando no es una exposición más sobre el tema de la fusión de textos e imágenes en obras de arte contemporáneo o ajeno, ni tampoco una que analice la naturaleza de la escritura en sí misma. En cambio, tiene la intención de mirar el «lado oscuro» de la escritura, es decir, la escritura que ha abandonado su función comunicativa y se ha trasladado al reino de lo ilegible e inefable». 

Los lenguajes imaginarios creados por artistas bien podrían ser “asémicas” es decir que no poseen ni transmiten ningún valor semántico. Pueden parecer compuestos de «letras», «palabras» y «oraciones», pero cualesquiera que sean las formas visibles que adopten, carecen inherentemente de significado, excepto, quizás, para sus creadores.

Sarah Lombardi mencionó que «Algunos de estos artistas inventaron lenguajes imaginarios y alfabetos compuestos de signos y símbolos que desconocemos; sin embargo, tienen un sentido o un significado para sus creadores».

No obstante, el hecho de que carezcan de un significado convencional, no los excluye de adquirir un significado personal para el espectador. Cada lenguaje imaginario se rige bajo una propia lógica que exige un pensamiento imaginativo de los espectadores.

Lombardi señaló en su ensayo de catálogo que Scrivere Disegnando, que tanto la exposición como el libro, prestan mucha atención a las creaciones de mujeres, especialmente aquellas cuyas obras ahora se clasifican como art brut y que a menudo “atribuyen poderes mágicos o espirituales a dibujar y escribir «. Entre ellos: Helene Smith, Laure Pigeon, Jeanne Tripier y Jane Ruffié, por nombrar algunos.

Scrivere Disegnando examina el lenguaje o sistema de escritura inventado por cada artista, el cual evoca su propio mundo o proporciona un puente inusual al mundo conocido.

Andrea Bellini expresó: «nuestra exposición expresa una paradoja: se trata de escribir, pero, al final, ofrece muy poco para leer. Al contrario, ofrece un universo para examinar, en el que se requiere participar con el intelecto y la emoción […] Si miramos la historia de la escritura, muy a menudo se ha utilizado para ocultar el significado en lugar de hacerlo explícito».