Lo que revela la actual pandemia, como señala la bailarina y coreógrafa Mariana Arteaga, es que el museo no estaba pensando en el cuerpo; para el curador Silverio Orduña, es momento de construir relaciones más justas entre las corporalidades desde el afecto y el cuidado
Ciudad de México (N22/Ana León).- Desde el inicio de la pandemia en este espacio hemos estado atentos a las dinámicas y maneras en que el museo se ha adaptado frente al actual contexto que hasta hoy mantiene cancelado el encuentro de los cuerpos en el espacio público y, en consecuencia, en los museos. Amanda de la Garza (MUAC), nos habló del valor del museo como institución, del ejercicio de la curaduría desde la lejanía y lejos de la sala de exhibición, del valor de museo como institución cuando sus puertas se han cerrado; Taiyana Pimentel (MARCO), de las estrategias de supervivencia frente a la emergencia, del ejercicio de resistir y mantenerse conectados con el público; Cinthya García Leyva (Casa del Lago) sobre la transición completa a lo digital como promesa del futuro encuentro; Paola Santoscoy (Museo El Eco) sobre el encuentro con los artistas desde diferentes plataformas para mantener abierto el diálogo, a su vez, con el público; pero hacía falta pensar desde el otro lado, el del cuerpo dentro del museo. En este sentido, el Centro Cultural de España en México lleva a cabo un ciclo, Museos 3.0, para pensar las prácticas digitales de museos en México, una de ellas que llevó por título* la pregunta que encabeza esta nota, justo estaba enfocada a reflexionar sobre el papel de los cuerpos dentro del museo luego del desconfinamiento, las relaciones que se establecen dentro de éste y cómo son abordadas o creadas y cómo serán abordadas y creadas cuando empiece la desescalada. La coreógrafa y bailarina Mariana Arteaga y el curador de La Tallera, Silverio Orduña, abordaron justo este tema y nos reunimos con ellos vía zoom para ahondar un poco más sobre el mismo.
Silverio: Mi tarea dentro de los museos está relacionada con el área de la curaduría y mi interés específico tiene que ver con producir experiencias de arte contemporáneo vinculadas con el cuerpo y las relaciones entre los cuerpos. Había estado pensando y reflexionando sobre prácticas artísticas que están construyendo espacio a través de la corporalidad y justo con la pandemia y con el distanciamiento social todo eso cambió: pensando en los cuerpos que están juntos, de pronto eso se volvió un poco riesgoso o muy riesgoso.
Mariana: En mi caso yo me dedico a la coreografía y al baile, y he tenido un interés en mi trabajo con la aproximación del cuerpo como un propio archivo y también en su relación con otros cuerpos como negociaciones colectivas y formas de transformación posible individual y social, a través de este encuentro entre los cuerpos. Mi relación específica con los museos se ha dado un poco para abordar estos temas a través de mi práctica y también porque es en estos espacios en los que encontré una forma de trabajar la temporalidad que no había tenido oportunidad de ejercer en otros espacios más dedicados a las artes escénicas, específicamente, o espacios de danza.
¿Cómo reconfigurar la idea del cuerpo dentro del museo a partir de la distancia?
Silverio: Me parece que varias personas, varios agentes del arte y de la coreografía y de la danza, específicamente, han estado pensando recientemente, quizá desde el inicio del siglo XXI, sobre las formas de relacionarse coreograficamente desde un punto de vista político y estético. Me parece importante que este saber esté trabajando de alguna forma, en estas circunstancias que estamos atravesando, para pensar el espacio de una forma responsable, de una forma que los protocolos sanitarios no se conviertan en prohibición, en vigilancia, en acoso.
Hay una potencia ahora en los museos para pensar de esta forma, para relacionarse con los públicos de esta forma. Quizá planeando juntos las visitas a los museos en tanto museo y visitante como una alternativa a esta idea masiva que algunas experiencias museísticas tienen.
Me parece importante pensar el espacio museístico como un espacio coreográfico, de cuidado, de atención, como posibilidad de otras experiencias que no nada más son las de recorrer el museo y ya, sino más bien establecer contactos que no tiene que ver con el tocar y el estar próximos, sino más bien establecer otro tipo de proximidad.
Mariana: Bueno, yo me hacía mucho esa pregunta desde el lugar de una hacedora, pero también soy un público que va a museos. Pero no deja de ser la institución misma la que está estableciendo la forma en que los cuerpos se relacionan. A mí lo que me gustaría es poner en crisis, poner en crisis que el cuerpo está siendo normado y poner en crisis un poco o tener la mirada en la situación de qué estamos entendiendo con cuidado del cuerpo, el cuidado está muy relacionado con el control.
También una de las cosas que justo me parece un reto y ojalá, al menos, dentro de las instituciones espero que se haga, es qué relación ha tenido el museo con el cuerpo. Siento que la primera aproximación está siento muy dentro de marcos de control institucional en aras de una pandemia, sí, pero que la reflexión sobre el cuidado y sobre el cuerpo… aún yo no veo los atisbos.
Yo esperaría, al menos, un proceso del darse cuenta, de entender, o al menos pensar cómo es que el museo se ha relacionado con el cuerpo. No solamente en los que lo visitamos, sino de la gente que labora ahí. Y también si la institución está dispuesta a tomar un riesgo en torno a formas de creación, de relación y apertura que también los artistas quisiéramos proponer. Este es un momento muy delicado porque entonces al artista también se le condiciona cómo tiene que abordar el trabajo del cuerpo y cómo se tiene que relacionar con otros cuerpos.
Espero que los artistas y ciudadanos también podamos enfrentar o confrontar mediaciones o quizás reglas de seguridad que también ponen en jaque los afectos.
Mencionas cosas importantes, Mariana, el cuidado, el control, el cuerpo que está siendo normado, ¿cómo condicionaría esto una futura práctica creativa?
Mariana: Esta cuestión de normar el cuerpo está desde siempre, lo que pasa es que es una nueva norma que antes no había sido adquirida. Un poco lo que me revela este momento es también la idea de espacio del museo y yo como artista cómo pensar que este museo puede plantearse las ideas “del afuera” y que el museo siga siendo. Un poco también relacionado con la idea de que esto está pasando, porque en el momento que hubo confinamiento, el museo se trasladó a otro lugar que no es ese espacio físico que está reconocido, sino es la relación digital y, entonces, hablamos de otro espacio. Pero ahora sí, vamos a ser trasladados a una relación espacial que tiene que ver con el cuerpo presente. Mi deseo, porque solamente puedo hablar sobre deseos de reflexión, sobre si hay una posibilidad de desplazamiento espacial del museo en aras de posibilitar que estas normas que están siendo muy contundentes en nuestro cotidiano pudieran tener otros abordajes u otras aristas más amables.
Me parece un momento donde la idea de riesgo cuidadoso es mayor, pero también es interesante. También para ver qué tantas tensiones podemos ejercer por el bien de una libertad creativa, por el bien de un afecto colectivo.
Al hablar de museos, está la arista de aquellas exposiciones demasiado taquilleras que de alguna forma condicionan la experiencia del cuerpo en el museo. Pensando en la distancia y un aforo controlado, ¿de alguna forma esto podrían tener un impacto positivo en la experiencia del cuerpo en el arte?
Mariana: Era una de las preguntas que yo me hacía. También me hacía preguntas sobre la intimidad, la intimidad del cuerpo que está en un espacio y que se relaciona con algo. Pero ahí, sobre todo, hablar del cuerpo es hablar de poner en jaque a tensiones económicas neoliberales que vienen de la idea de organizar estas exposiciones Blockbuster y cómo es la relación con la obra. Lo que es interesante es que, para mí, cuando viene la horda de gente a ver las exposiciones, no se está pensando en los cuerpos. En ese sentido, sí veo, por un lado, una potencia en relación a un cuerpo individual que está en un espacio y que se relaciona con ciertas obras, pero también ¿cómo encontrar un punto medio?, porque el museo es un espacio no sólo de relaciones con las obras, sino también entre los que están ahí, los que la visitan.
Silverio: Me gustaría pensar, como lo menciona Mariana, en que la potencialidad del espacio del museo tiene que ver con la forma también de construir relaciones. Una forma también en la que estamos acostumbrados a estar en el museo, es estar con varias personas al mismo tiempo a pesar de que vaya solo. También la relación del museo como espacio público tiene que ver con su configuración. Me parece que esta idea de exposición estrella o que tiene un público masivo, sí se vincula mucho con la visibilidad de los artistas o de la importancia de los artistas en relación con la historia del arte, pero también se relaciona con formas de aproximación. Esta idea de visitar un museo de una forma solitaria también está escribiendo otra forma de caminar en el museo.
Lo que dijo Mariana sobre la relación de los museos en torno al cuerpo es importante y es trascendente en todo momento, pero ahora mucho más. Y si no se ha dado, es el momento preciso para pensar como institución museística cómo se están pensando los cuerpos no solamente de los visitantes, sino también de los trabajadores del museo. Y también la construcción de toda esta experiencia. Desde el punto de vista coreográfico, se pensaría que el museo dispone el cuerpo y las relaciones que el cuerpo establece en ese espacio. También es importante pensar en el museo no como un edificio, sino más bien como una institución que facilita experiencias estéticas y que produce experiencias en torno a ellas. Y la coreografía, la danza, el baile, las experiencias corporales y todas estas ideas sobre las corporalidades ayudarían mucho a entender qué está pasando en este espacio museo en relación con la pandemia.
El museo está diseñando experiencias, a partir de estas “nuevas normas”, creen que se generen nuevas narrativas, nuevas maneras de ver la curaduría, la museografía?
Silvero: Pienso, y también parto del deseo, de que se piensen en nuevas formas de relación y en nuevas formas de generar estas experiencias. Lo mencionan varios teóricos, el museo moderno se configuró con una coreografía general, que era justo atravesar el espacio del museo y relacionarse con las obras la mayor parte del tiempo, a partir de la vista y todo eso configuró espacios de museos, arquitectónicamente y museográficamente. Podemos ver ejemplos de museos que son cubos blancos y que facilitan el libre tránsito del público. También podemos ver ejemplos museográficos que generan un trazo específico de recorrido para ayudar la lectura de las exposiciones. Esto se ha trabajado y se han “normalizado” ciertas estructuras narrativas y ciertas estructuras de aproximación en los museos. Estamos en el momento indicado de pensar en nuevas formas de pensar el espacio museístico y de todas estas relaciones que se establecen.
Una forma que irrumpió muchísimo en las instituciones museísticas para pensar el espacio es la inclusión de trabajos de artes vivas y, específicamente, de danza. Esto puede ayudar a pensar y a proponer no solamente nuevas formas de crear experiencia y de distribución del espacio, sino también nuevas formas de producir arte. La danza en los museos propone otra mirada y otra perspectiva para construir espacio social.
Mariana: Creo que un poco ya está sucediendo. La pregunta es si esta experiencia de vida o de forma de vida, ¿cuánto se va a extender? Un poco lo que también el Covid está poniendo en jaque es justo esta idea de espacialidad y de ver si el museo va a tener una presencia, por lo pronto, dentro de un espacio concreto físico-arquitectónico y un espacio digital, y un poco lo que yo decía, como una idea de entender que quizá el museo puede ser cualquier espacio.
Lo que yo he visto como espectadora es que empieza a haber un boom de curaduría digital. También me llamó la atención esta idea de aproximación al archivo distinta, pero el archivo siempre había estado ahí. Yo voy con tiento con la idea, la posibilidad de esta reflexión y de este cambio. A veces creo que estos procesos necesitan mucho más tiempo para que esto se concrete también como una idea de sociedad.
El cuerpo ha venido a revelar la necesidad de actualización de la idea de museo y cómo ahora está quedando corta. Y eso da cuenta también de que hay un necesidad de acercar la relación del museo con lo que pasa en su contexto, en su alrededor, que muchas veces, honestamente, lo siento aislado en su dinámica de relaciones, de legitimación y de mercado, mientras están pasando cosas que tendrían que filtrarse en el museo.
Silvero, podrías ahondar sobre la idea de lo coreográfico para entender la experiencia dentro del museo, ¿por qué es tan importante que desde esa disciplina se piense la experiencia del cuerpo dentro del museo?
Lo coreográfico o el pensamiento sobre lo coreográfico ha estado, por lo menos, desde la última década del siglo XX resonando en las prácticas artísticas y resonando en el pensamiento sobre las prácticas artísticas. La coreografía no solamente ligada a como lo conocemos de forma general, ligada a las propuestas dancísticas, sino la coreografía como una herramienta que permite entender las relaciones de los cuerpos en el espacio. La coreografía es, de manera amplia, la escritura de los cuerpos en el espacio con los cuerpos y sobre los cuerpos, y esto permite, cuando se reflexiona de una forma consciente sobre ello, identificar las relaciones económicas y políticas que se establecen del cuerpo con el espacio. Me parece una herramienta muy útil para ahora pensar el museo como un espacio de tránsito y un espacio público. Pensar las relaciones de los cuerpos con ese espacio posibilita entender también las funciones del museo como esta institución que produce y que promueve estas experiencias estéticas.
Por eso me parece relevante que los museos piensen el cuerpo o que se acerquen o se aproximen a diferentes ideas del cuerpo y toda la diversidad amplia de corporalidades, de presencias. Porque, lo dijo Mariana hace un rato, que también el cuerpo en estos momentos, es un cuerpo digital. Por ahí atraviesan muchísimas experiencias en las pantallas, en los dispositivos, y que generan un relación corporal del presente o de nuestro contexto presente.
El museo puede entender desde una perspectiva más amplia su relación con las corporalidades a partir de la herramienta de la coreografía.
¿Cómo convivirán los cuerpos cuando los museos reabran?
Mariana: A mí me parece muy relevante, porque justo lo que esta pandemia vino a revelar es que el museo no estaba pensando en el cuerpo, de entrada. No es una cuestión solamente de Covid y de pandemia que nos pone en jaque en torno a cómo nos relacionamos y desplazarnos al área digital. Lo que pone en jaque son problemáticas que ya vienen aconteciendo desde antes y lo único que pasó es que se visibilizaron. El museo sin la presencia de cuerpos, desde el que trabaja, el que asiste, el que crea, no hay museo. El museo no estaba pensando en el cuerpo o no estaba pensando desde la idea de relación con los otros, no una relación sino de una expectación de lo que acontece en el museo.
Silverio: Mi reflexión final es un poco positiva. Pensar que el contexto nos va a ayudar a pensar y a construir nuevas relaciones entre el museo y las corporalidades. Pensar también que nos va a permitir construir relaciones más justas entre las corporalidades, más vinculadas al afecto y al cuidado.
Imagen de portada: Un grupo delante de El jardín de las delicias / Dani Pozo / El Español