Algunas coordenadas de la experiencia en la escritura de Luisa Valenzuela
Guadalajara (N22/Karen Rivera).- Luisa Valenzuela no tenía una vocación literaria cuando era pequeña, aunque lectora incansable, ver a su madre Luisa Mercedes Levinson escribiendo todo el día le parecía muy pasivo para su vida. Aún recuerda cuando jugaba entre escritores como Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato, y se burlaba de ellos mientras conversaban en la sala de su casa.
«En ese momento le decían a Borges «qué extraordinario eres Borges», extraordinario porque lo consideraban un gran escritor, pero un escritor de escritores, no era famoso para nada, y él contaba de eso, ya había pasado muchos años de su primer libro y él los dejaba en las bolsas de los amigos, cuando estaban colgados los abrigos les dejaba el libro para que lo lean y estaba orgulloso porque había vendido 17 ejemplares, le podía dar la mano a cada uno de sus lectores ¡imagínate tú!
Su pasión por la escritura comenzó a los 17 años, después de iniciarse en el periodismo. En 1966 publicó Hay que sonreír, su primera novela inspirada en los bajos fondos de Buenos Aires, Argentina, su lugar de origen. Y siguieron libros como Entrecruzamientos, El mañana y Como en la guerra, en las que imprimió su postura política y de crítica frente a las injusticias de su país.
«Porque no vivo en una torre de marfil, porque tengo mucha conciencia social y eso lo siento de cerca. Los temas políticos no decido, se me imponen, porque en la época justamente de Borges y Sabato era la pelea: el arte por el arte o el arte dirigido, los purista que yo también creía que era el arte por el arte y no con mensaje, no política, la palabra política y yo me crié con esa enseñanza y después la realidad se te cuela. No vivís en la torre de marfil, la realidad se cuela y ahí está. Creo que tengo novelas de cada década de la Argentina, esperemos que tengamos un momento de cambio para bien ahora.»
En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Luisa Valenzuela recibió la medalla del Salón Literario Carlos Fuentes después se inaugura ese espacio y habló de su reciente libro El chiste de Dios.
El chiste de Dios es un cuento inspirado en un desafío: escribe toda una novela sin la letra «E», toda la novela cuenta toda una historia y no usa la letra ‘E’ que es la más frecuente en francés, entonces la «E» en castellano no es una letra tan frecuente. Decidí escribir un cuento sin la letra «A» que es la más frecuente, por lo menos un cuento para hacerle un homenaje, entonces este cuento El chiste de Dios es porque Dios le quita a este hombre pobre, que se llama Ernesto, todo con la posibilidad de la «A», entonces no puede amar, no tiene corazón.»
«Para mí, las novelas no nacen con un plan, para mí se van desarrollando a medida que se escribe. Eso es muy peligroso, porque a veces sentís que tenés que tirar todo a la basura, pero esa es la fascinación que yo siento al escribir.»