Nohbords, proyecto de exploración del movimiento , comandado por Diego Mur, pre estrena un fragmento de éste, su más reciente trabajo, el sábado 27 de abril en el Centro Cultural de España
Ciudad de México (N22/Ana León).- Iniciado en 2014 como un proyecto que convocaba bailarines dependiendo de cada idea de su fundador, Diego Mur, Nohbords salta ahora a otra etapa en su proceso de investigación, voltea hacia un cuerpo fijo de baile, cuatro hombres que darán continuidad, bajo la dirección de Mur, a este «laboratorio de experimentación», como define el propio coreógrafo a su proyecto.
Formado bajo la disciplina de una escuela como Antares, Mur, que nació en Sinaloa en 1990, ahora ha hecho a un lado el rigor escolar para entregarse por completo a la investigación de un movimiento que responda a una idea o viceversa, una idea que nazca a partir de un movimiento. Se entrena bajo sus propios términos y se va haciendo un lugar en la danza como parte de una generación que es capaz —por necesidad, la mayoría de las veces debido a pocos estímulos para la danza o estímulos que respondían a bailarines de otra generación— de crear sus propios espacios para presentarse, razón también por la que es un creativo que abraza la interdisciplina pues ésta le permite dar salida a sus ideas no sólo en un escenario convencional, sino en un museo, una galería, un cortometraje e incluso la fotografía, una coreografía como un catálogo del cuerpo, esto como resultado de la colaboración con un diseñador.
Mur presentará junto a sus bailarines un adelanto de Dorje, su más reciente trabajo, en el marco del festival Letras de Tránsito, organizado por el Centro Cultural de España en México. A propósito de esto, charlamos con el bailarín sobre éste proyecto y las múltiples aristas de su práctica.
En todas las descripciones que encontré de qué es Nohbords, encontré esto: estudio y exploración del cuerpo y del movimiento para construir trabajos escénicos partiendo de campos alternativos. ¿Cómo es eso?
Nohbords es un proyecto de danza contemporánea y arte visual fundado por mí en el 2014, actualmente soy el director del proyecto. Tiene como finalidad el estudio del cuerpo y del movimiento aplicado a diferentes campos del arte. Una de las inquietudes que tenemos como proyecto tiene que ver con la experimentación de distintos formatos de lo que reconocemos como danza tradicional, podernos salir un poco de esa línea aunque nos conducimos también dentro de ella, para poder llevar la danza a diversos públicos y que sea una práctica mucho más amplia. Que pueda tener la oportunidad de presentarse en espacios como una galería, la calle, un museo, en formato de video, quizás cortometrajes. Tenemos algunas piezas que son colaboraciones con pintores.
Estamos por estrenar una obra que es en colaboración con diseñadores gráficos, entonces haremos una especie de catálogo donde se exponga el cuerpo a partir de las fotografías. Lo que intentamos es poder llevar a formatos distintos esta investigación que tenemos del cuerpo para poder llegar a un alcance más amplio de público. Nos interesa poder salirnos de esta cosa quizá tan circular, cíclica o cerrada de lo que se reconoce como la escena de la danza.
Entonces digamos que ya no es sólo danza, es danza y algo más, ¿todavía se le puede seguir llamando danza?
Le llamamos danza contemporánea. Creo que la idea y la concepción que se tiene a partir de la práctica del cuerpo siempre es bastante relativa. Hay quienes nos visualizan como un proyecto mucho más visual y un proyecto completamente multidisciplinario. Yo realmente considero que hago danza, sólo que lo único que hacemos es eso: atrevernos a plasmar nuestras piezas en otras plataformas que no son las comúnmente reconocibles, pero siempre digo que hacemos danza contemporánea.
En tus palabras, ¿qué es la danza?
Para mí la danza es bailar. Hay gente que me pregunta, “¿por qué te aferras a decir que haces danza contemporánea?”, porque la verdadera inquietud, de donde partimos completamente para poder llegar a todos esos formatos que quizá se reconocen como más actuales, vienen de la inquietud de poder moverme, de bailar, es el interés que tengo, la investigación del cuerpo en movimiento. Aunque se siente que quizá puede ser más abstracto o tiene una representación completamente irregular, partimos de ahí y nos aferramos a la idea de decir que bailamos. Me gusta sentirme que soy un bailarín.
Y en esta dimensión, ¿cómo entiendes el cuerpo y cómo el movimiento?
Es una concepción de lo que para nosotros representa el moverse. Es decir, siempre somos cuerpos que estamos en tránsito. Lo que hace la diferencia de un cuerpo activo cotidiano, al nuestro, es la forma en cómo lo abordamos y evidentemente la conciencia con la que lo hacemos. Aunque podamos percibir en nuestro trabajo movimiento que no se reconoce tal cual como un paso de baile o como una cosa que sea súper poderosa en cuanto al rango de posibilidad de las cualidades de un cuerpo, lo abordamos de una manera bastante consciente, sabiendo que para nosotros significa danza. Creo que ahí es cuando entra la oportunidad de poder decir que hacemos danza. No importa si es bastante bailado o dinámico, o es una cosa mucho más pasiva y contenida, o incluso de elongamiento.
¿Es una constante que en tus procesos creativos integres otros medios de expresión artística?, ¿es el salto natural que debe dar ya la danza en México?
No lo sé. No me atrevería a decir que tiene que ser. Yo creo que formo parte de una generación donde las colaboraciones por muchos aspectos, son una opción, quizás, la más funcional. Creo muchísimo y apuesto por la integración de otras disciplinas en lo que hacemos, porque creo que eso es la puerta que nos puede llevar a la evolución de lo que esperamos. No tenemos muy claro del todo. Nos perciben como un proyecto bastante claro, pero seguimos en práctica y seguimos experimentando, pero a mí como creativo, los trabajos que hacemos tienen que ver con una especie de redondez que se va conectando con otras disciplinas. Es decir, no pienso en movimiento y después pienso en un vestuario, en la iluminación, en un escritor, realmente desde el principio voy tratando de unir todo lo que ocurre y eso me lleva a tener que colaborar con otras personas, y además hay una forma de crear cuando te empapas de otras disciplinas que puedes ver cómo perciben esas personas que no se dedican a la danza exactamente, el movimiento, entonces le puedes dar vuelta a la hoja para poder abordarlo desde otra manera, desde otro ángulo. La práctica multidisciplinaria me parece algo bastante funcional y actual para nosotros.
¿Qué le hace falta a la danza hoy, o qué le ha hecho falta para que se le reconozca como al cine o la literatura en México?
Yo creo que lo que hace que la danza se sienta bastante ensimismada en su práctica, lo diré desde un punto bastante lejano, somos un proyecto que no se relaciona directo con el gobierno, con lo gubernamental y que prescindimos de cualquier apoyo hasta ahora, nos movemos por iniciativa privada o realmente nosotros hacemos nuestras propias actividades para poder tener fondos y crear nuestras piezas. Creo que se han generado fórmulas que ya no son funcionales para nosotros los nuevos creativos y creadores. Creo que se trabajó para que hubiera una fórmula en el quehacer dancístico que en su momento fue bastante poderoso para poder tener los logros pero que se quedó estancado y que ahora no son atractivos. Incluso se pueden sentir hasta pobres. No hay apoyo económico, ni hay una apuesta realmente por el trabajo de los nuevos. No se apoya a los jóvenes para poder crear. No hay espacios que te permitan poder presentarte. Son muy pocos los espacios que están al alcance de las nuevas generaciones. Incluso los nuevos espacios que se están creando es porque los mismos jóvenes estamos haciendo que suceda y estamos abriendo estos espacios independientes y entre todos nos vamos apoyando y colaborando para que esos espacios sucedan. Pero, definitivamente, no hay una preocupación de las nuevas directivas culturales. Creo que de pronto se siente que hay muchísima escena, muchísimos jóvenes creando, pero al final todos esos jóvenes que somos parte de esta generación, son pocos los proyectos que logran concretarse y sobrevivir.
Dedicarte a la danza en este país se siente como si tuvieras que tratar de hacer una especie de resistencia. También es un país que no apuesta por lo creativo, siempre todo se reduce de cierta manera a una preocupación académica, institucional y no sé qué tanto muchos de nosotros queramos acercarnos a esa fórmula.
¿Cuál es la base de tu movimiento, de tu técnica?
Yo me formé como bailarín con el maestro Miguel Mancillas, vengo de la escuela y de la compañía Antares, al norte del país, y después al finalizar mi proceso como estudiante viaje a realizar una residencia artística en Bélgica y a partir de ahí tuve la oportunidad de trabajar con diferentes maestros en este proceso como estudiante y reconocer cuáles eran las cualidades de cada uno de ellos y qué es lo que ellos como maestros ofrecían. Además es una cosa bastante actual, realmente la práctica de una sola tendencia o técnica en particular, no sé qué tan atractivo pueda ser o no para mí en específico.
Trato realmente de inspirarme en muchísimas cosas a la par y dependiendo de lo que quiera crear o de la idea en específico que tenga de la pieza, de lo que quiera hablar o abordar, voy relacionándolo con el movimiento. A veces sucede al revés, empiezo a generar movimiento a partir de una idea o un concepto, empiezo a indagar de esa manera y de pronto salen movimientos y me apropio de ellos y vamos tratando de investigar esos movimientos y es justo lo que hace que me mueva o que baile. No me recargo hacia una práctica o técnica en específico realmente. Hay cosas de las que no nos podemos escapar, escolares, y que yo reconozco cuando me muevo y que hay cosas de centro, o caídas, suspensiones que vienen del maestro Miguel y cosas de control, equilibrios, pero es una cosa más inconsciente.
¿Qué es Dorje, de dónde viene, cómo surge?
Dorje es un instrumento de rituales, un objeto que se usa en diferentes religiones y prácticas, la más conocida es e el budismo, y es un objeto que simboliza la fortaleza del espíritu y la esperanza. En algunas religiones se le llama el “diamante del rayo” y tiene que ver con esto, con una especie de objeto que habla de una fuerza. Decidí nombrar la pieza de esta manera como forma de recordatorio personal. Todos transitamos por etapas quizá caóticas, negativas, que nos llevan a poner en duda qué es lo que somos, cómo nos representamos y qué es eso que nos representa, que físicamente, mentalmente pueden ser violentas. Y en vez de poner un título que haga referencia a esa parte de un mal proceso de vida, una mala etapa, una mala racha, quise poner un nombre que simbolizara todo lo contrario para que cada vez que presentemos y quienes la bailemos recordemos que existe esa parte de la esperanza y de la fortaleza que nos sacará eventualmente de esa parte.
La pieza a nivel físico se desprende de una nueva investigación que tenemos en la que abordamos conceptos como la pérdida del centro, fueras de equilibrios, contrapesos, conceptos como el vértigo, el ahogo, la agitación, la respiración. Un poco lo que me interesa siempre poder abordar en mi piezas y que es algo que actualmente me mueve muchísimo, es poder lograr estados físicos y mentales en quienes las bailan. Recurrimos muchísimo, por ahora, a ese tipo de conceptos que nos sacan de esa sensación de equilibrio o de seguridad que podemos tener al movernos. Un poco, curiosamente, todas esas mecánicas de movimiento se asemejan a todas esas sensaciones o emociones que no son las más positivas: el mareo, el vértigo, la pérdida de la noción, o de la vista, el control, nos lleven y nos inclinan a poder hablar de esta especie de infierno personal. Lo que estamos abordando en esta pieza, fuera de la práctica, a manera de concepto, tiene que ver con un infierno personal que todos vamos proponiendo. Sobre todo también habla de un tránsito como de esta idea de lo que nos construye y lo que se siente tener que desprendernos de todo eso que creemos que es lo que nos representa y la sensación de confusión que puede crear eso.
Todo el material que vamos a ver en la obra es completamente dirigido por mí, pero creado por ellos [los bailarines].
Imagen portada: Nohbords / Paulo García