El Centro de Cultura Digital, en colaboración con otras instituciones, ha desarrollado el Mapa Transmedia, una serie de mediciones en torno a la creatividad
Ciudad de México (N22/ Alizbeth Mercado).– La creatividad no se encuentra restringida en un círculo, pero es un concepto abstracto que podemos entender por los resultados: pinturas, películas, canciones, ropa, videojuegos libros, entre otros artefactos. Es difícil de medir, sin embargo, integrantes del Centro de Cultura Digital (CCD) se dieron a la tarea de hacerlo y generar el Mapa Transmedia. [1]
Este mapa da cuenta de la economía creativa en México, surgió por el vacío informativo sobre el desarrollo de este sector, aunque se tiene datos como el de la Cuenta Satélite de Cultura que es información que produce el INEGI en coordinación con la Secretaría de Cultura. «Nos interesaba tener información con nuevas metodologías. Ha cambiado mucho el panorama de los datos, las herramientas que tenemos para acceder a ellos y también ha cambiado en este tiempo la idea que tenemos de la cultura y la economía creativa», de acuerdo con Mariana Delgado, directora general del CCD.
El objetivo de esta nueva medición es conocer qué está pasando en otros sectores que no vinculamos con la creatividad de forma inmediata, como el marketing o el desarrollo de videojuegos, pero que, según el parámetro de la asociación británica NESTA, sean industrias que tengan al menos el 30% de sus trabajadores dedicados a la creatividad.
La primera capa del mapa transmedia son los datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) del INEGI, entre 2015 y 2018, y le añadieron información digital que proviene de la red social MeetUp donde conviven distintas comunidades creativas.
Entre algunos de los resultados que encontraron es que en Nuevo León y Jalisco hay un importante desarrollo de la economía creativa digital. Quintana Roo es el estado que ha tenido mayor crecimiento en la economía creativa, le sigue Querétaro donde el desarrollo de la economía creativa ha sido casi el doble a otros sectores y en estados en el suroeste, la Artesanía es muy importante, pero están poco conectados con el resto de las industrias creativas.
La gráfica de abajo, la tomamos del Mapa y muestra «la importancia de Ciudad de México y el Estado de México a su alrededor, para las industrias creativas. Son visibles algunas especializaciones estatales como la artesanía en Puebla y Guerrero.»
Quizá la pregunta resulte obvia, pero ¿por qué mapear?
Porque creemos que mapear es una herramienta indispensable para un desarrollo de Políticas Públicas, para diseñar herramientas razonables. No es idea ni ocurrencia, es muy interesante cuando volteas a ver los mapas, cosas que se saben en un nicho, pero que no está solo, sino que es todo un ecosistema. Te permite entender las necesidades de ese nivel. Es padre poder ver el ecosistema de cada estado, ver qué estado ha estado haciendo enormes inversiones y qué estados van rezagados.
Un dato importante que reveló el INEGI es que la cultura aportó el 3.2% del PIB en 2017, otros datos como el de The Competitive Intelligence Unit estiman que es del 7.4%, esta disparidad quizá tenga que ver con la metodología. ¿Ustedes utilizaron un método híbrido?
Este trabajo se hizo con análisis de datos oficiales. Con el Banco Interamericano nos lanzamos a hacer una encuesta cuantitativa, en alianza con Parametría, sobre las empresas creativas y aparte de eso, estamos desarrollando con la UAM, estudios de caso y etnografías, este es un proyecto incremental. Ahorita está la primera parte que es el análisis de datos y poco a poco vamos publicando más y creciendo el proyecto.
Hay todo un tema con las cifras. Con los números de la cultura siempre tenemos una variante del 2% hasta el 7% y otras aparecen con el 10%, la cultura nos convoca a abrirnos y entenderla desde todas sus dimensiones; buscar cuáles son todas las cosas que están participando ahí. El tema que sí me parece muy importante es el de la transparencia de los datos, que las metodologías sean transparentes y accesibles, nosotros lo hacemos por medio de un GitHub.
Lo que necesitamos, más que datos felices, son datos transparentes, puntuales, que se crucen, trata de cruzar desde todas las aristas para atacar esos detalles que pasan en estadística, que tiene que salir en tiempo, ser oportuno, vasto, y hay que hacer ese esfuerzo.
¿Por qué medir la cultura?
Es necesario, hay muchísimas maneras. La que a nosotros nos convocó fue porque la cultura necesita importantes inversiones para poder fundamentar por qué es necesaria esa inversión, lo mejor que puedes hacer es, no es una justificación de voluntades, sino datos que nos hablan. Tú le inviertes a la cultura y la cultura reditúa.
Resulta que la cultura es un campo económico que crece mucho más rápido que otros sectores y que no solamente procura derramas para sí misma, para sus trabajadores y empresas, sino que ayuda a dinamizar a otros sectores.
Más allá de pensar en beneficios sociales que nos trae la cultura, efectos de reconstrucción del tejido social, de procesos identitarios de procesos históricos. Hay un factor super importante de crecimiento del país que es importante tener presente.
Para crear la medición utilizaron herramientas de otras disciplinas, ¿cómo entender que la cultura se necesita ver de forma transversal?
Hoy en día todos los estudios que se quieran preciar de su valor hacen este esfuerzo multidisciplinario de integrar bastantes cosas. En la cultura estamos viendo la concepción de que la cultura la hacían los creadores en un sentido muy romántico de los artistas, que todo salía de su inspiración, pero vemos que, en realidad, en producciones más tradicionales, como el cine, como lo entendíamos hasta hace poco, hay factores técnicos que están llenos de talento y creatividad.
Es entender que la creatividad no es algo exclusivo de los artistas o de los creadores, sino que en los programadores de código también hay una cantidad extraordinaria de creatividad, en los diseñadores, en todas estas cosas creativas y que se integran. Lo vemos ahora con productos como un videojuego o una aplicación, en la creación de eso participó un equipo desde lo más más tecnológico a lo más loco, creativo. Todos bajando un proyecto y al mismo tiempo, dándose chance de jugar con él y pues así es como producimos hoy en día la cultura.
En este tenor de la cultura romantizada hace falta una “conciliación” entre la alta cultura y la cultura popular y entre lo digital y analógico. ¿Cómo paliar esta división tan marcada que se tiene en cuanto a criterios?
Todos estamos de acuerdo, sin excepción, que se tiene que romper esas barreras, hay puntos muy dramáticos. Hay un tema de tecnologías y de arte que pesa mucho a las concepciones más tradicionales, pero en realidad, donde lo vemos más dramático es en el tema de cuál es el superarte y las artes tradicionales, populares, comunitarias, colectivas; ahí es en donde es muy dura esta diferencia, brutal. Mientras que un creador puede aspirar a una convocatoria de medio millón de pesos, un proyecto comunitario, indígena, entra en los 50 mil, hay una desproporción; no solamente al apoyo, a la visibilidad, a darles el valor como parte integral de nuestro cuerpo creativo, nuestro mundo productivo.
¿Cómo vincular las enseñanzas tradicionales al quehacer y tratar de lograrlo con las brechas de conectividad?
Es un trabajo que hacemos a muchas manos, no hay una sola dirección que tenga que resolver esa problemática. Estamos viendo en temas de derecho autoral cómo proteger los derechos de las comunidades, de las creaciones de las comunidades, de los bordados, que de pronto los toman de estas firmas y los venden sin ningún beneficio para las comunidades de donde las extraen. Estamos hablando de una creación colectiva que les pertenece a varias comunidades. En el tema digital pasa lo mismo, cómo reconocemos, hoy en día, temas de creación, por ejemplo, el código abierto está hecho por muchos. Son puntos de encuentro entre cosas que pensamos diferente y no lo son tanto, el tema es el bien común. Es un tema muy fuerte y en lo digital es muy político, el tema es el buen vivir, el buen estar y la creación.
Desde el CCD, por ejemplo, trabajamos muchos temas de generación de conocimiento y emprendimiento en estos ejes de acción, abrimos al tema de otros conocimientos que vienen de otras órbitas, otros mundos, trabajar con las comunidades, cómo se integran, cómo integrarlos a la digitalidad sin que sea un proceso de extracción, que sea de su interés.
Sí hay un tema de brecha, pero está en ambos lados. Del otro lado el tema de acceso a redes, herramientas, a las capacitaciones que necesitamos para que nuestros dispositivos no sean solo de consumo, sino que nuestros dispositivos sean de creación. Ahí hay un trabajo que hacer de alfabetización digital importante, que tenemos que hacer todos juntos, porque no hay una sola agencia que pueda resolver ese tema. Y también una brecha de comprensión histórica de las instituciones o de los sectores privilegiados, como son los artistas del sistema y gestores, hacia otros mundos de creación, otros procesos y otros códigos.
[1] Estudio piloto en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo, el British Council y NESTA