¿Qué es la literatura comprometida? Un concepto que se fue conformando a lo largo de diferentes textos de Sartre y que se reflexiona en este ensayo, una mirada a lo que concibió como el compromiso del editor
Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- ¿Ser escritor es una decisión política? ¿La literatura tiene un valor más allá de lo literario y un compromiso con el tiempo en que fue creada? A partir de la obra de Jean Paul Sartre, el escritor y ensayista Héctor Iván González se hace estas preguntas en una época donde la frivolidad impera en la inmensidad fugaz de la opinión en redes sociales, a través de su libro La literatura comprometida y Jean-Paul Sartre, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León.
“Hace varios años leí el ensayo de Mario Vargas Llosa ‘El compromiso de un escritor’, después al encontrarme con escritores contemporáneos mexicanos mayores, les preguntaba sobre este tema. Y muchas veces desacreditaban el término sin que supieran quién lo decía o en donde lo decía o cómo lo abordaba. Empecé a notar que había un vacío sobre la literatura comprometida, sin que supieran en qué consistía el concepto. Me di a la tarea de buscar en la obra Jean-Paul Sartre, en una buena traducción, la de Aurora Bernárdez, después en la licenciatura de Letras Francesas leo en francés este libro. Así me atrapó el tema, porque se aborda con prejuicio o con referencias a terceros. Esa fue en gran parte una de mis motivaciones principales para escribir este libro, saber en qué consiste realmente la literatura comprometida y por qué sí y por qué no hay que tomarla en cuenta.”
Tomas como base tres libros de Jean-Paul Sartre: ¿Qué es la literatura? (Qu’est-ce que la littérature?), Mallarme: La lucidez y su cara de sombra (Mallarmé. La lucidité et sa face d’ombre) y La responsabilidad del escritor (La responsabilité de l’écrivain).
En realidad traté de ir un poco hacia atrás en la historia, este libro Qu’est-ce que la littérature?, es de 1948, tenía muy poco de terminar la Segunda Guerra Mundial y Sartre tenía ya esta inquietud. Él da una conferencia en la UNESCO donde se pregunta ¿cómo vamos a construir Europa? ¿Qué papeles nos tocan? Como institución, ¿qué le toca a la UNESCO? Y ahí es en donde por primera vez toca el tema del compromiso y la responsabilidad del escritor donde esboza algunos conceptos que después va a desarrollar.
También hay otro libro sobre Mallarmé. La lucidité et sa face d’ombre, que tiene que ver con cuál ha sido la postura ética de los escritores del siglo XIX. Él se dedica mucho a revisar la vida y obra de Stéphane Mallarmé, Charles Baudelaire y Gustave Flaubert. Se da cuenta que hay una división en Francia de lo que se considera a un escritor. Hay un desprecio post Revolución Francesa de parte de los intelectuales, no quieren sentirse burgueses, añoran la aristocracia. Eso deja a los escritores en un limbo entre dos clases sociales. Eso pervive en el siglo XIX hasta principios del XX. Entonces Sartre se lanza a la crítica y decide: ¿Por qué pensamos que la literatura está divorciada de la realidad política, social, económica? ¿Por qué la literatura pensamos que no tiene una repercusión directa en el individuo? Estos tres libros abordan la tesis de Sartre que después va a desarrollar en ¿En qué consiste la literatura? (Qu’est-ce que la littérature?) Dice que es una creación dirigida y llega a la conclusión: En el encuentro de dos libertades, que no pueden crear alineación, no pueden crear engaño, no pueden crear más ideología, sino una postura crítica.
Sartre se asume en una tradición de intelectuales franceses desde Voltaire, Victor Hugo, Charles Baudelaire, Gustave Flaubert, Émile Zola, esta tradición que llega hasta Foucault
Con el surgimiento del ciudadano, después de la Revolución Francesa, hay una postura del intelectual que se aleja de la corte, figuras asociadas a ese perfil cortesano son Corneille, Racine, incluso el propio Montaigne aunque sea tan inteligente, estaba supeditado a ese régimen. Con Voltaire y con Hugo, el escritor empieza a tener una individualidad, un carácter personal, una actitud crítica, propositiva, en todo caso una actitud de política activa.
El caso de Víctor Hugo, sale exiliado durante el tercer imperio bonapartista. El caso de Émile Zola es terrible, al intervenir en el caso Dreyfus, se dice que fue asesinado en 1902 por haber luchado con su pluma contra el castigo a Alfred Dreyfus. Entonces, hay una tradición, hay una postura ética, moral y en todo caso, artística; porque gran parte del trabajo que tiene que tener el artista, es no solamente de buenas intenciones (ya lo dijo André Gide: De buenas intenciones está empedrado el camino al Infierno). Sino ser una consciencia de su tiempo, un reflejo para su propia sociedad y en su momento, por qué no, ser una postura crítica ante lo que no está bien o ante las injusticias. Y el hecho de mencionarlo es ya un acto crítico.
¿Por qué crees que la postura de Sartre y su crítica, ha sido desacreditada a lo largo de los años?
Porque Sartre se mostró independiente al proceso cultural de Europa. Por ejemplo, el rechazo del Premio Nobel, que es la consagración de cualquier escritor, pero de alguna manera como él recibió muchas críticas del llamado mainstream o la parte más establecida de la cultura era como decir, no necesito de este premio que me otorgan, que ya habían recibido Camus, no lo necesito. Rechazó la condecoración.
Más allá de eso, él desde el inicio empezó a hacer una consciencia crítica, incluso se habla del decadentismo de sus obras. La Náusea y El Muro, eran obras decadentes, eran obras pervertidas, están en los índices del Vaticano para no leerse. Libros consignados incluso para ser quemados en la hogueras fascistas. A partir de eso, notamos que se hace muy crítico con la sociedad.
En el momento de la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera los Aliados tenían la calidad moral para hablar de “liberar” a Occidente. Sartre se mete mucho en ese mundo de posguerra construido por su estalinismo cuajado y el capitalismo salvaje de Estados Unidos. Ante esa falta de certezas en esa crisis, es muy crítico. En vez de arrojarse al capitalismo es crítico a él, también es crítico a los rusos a pesar de que se acerca y los busca.
Con respecto a tu pregunta, creo que también tuvo momentos muy desafortunados, declaraciones que hicieron que mucha gente se alejara y no entrara a sus textos. Entrevistas de banqueta en las que pudo haber dicho dislates que hicieron que la gente ni se acercara a su obra.
¿Sartre es ese tipo de escritor “Oveja Negra”, como en Alemania Heinrich Böll, críticos de las maneras en la reconstrucción de Europa tras la guerra?
Yo lo veo como un pez a contracorriente. Era como latente lo que buscaba. Vincula el existencialismo a la consciencia de lo que nosotros mismos debemos de entender que no hay Dios, que no dependemos de un tipo de destino, que somos entes independientes, incluso en términos más filosóficos, lo va vinculando con el marxismo. En realidad es esta amalgama entre existencialismo que radica en un profundo individualismo, en una noción clara del sujeto. Y en otro momento, en la lucha de clases. Él logra hacer esta amalgama ¿y eso a quién le va a gustar? Si Europa estaba regida entre monarquías y el Vaticano va a meter el dedo en la llaga con una corriente filosófica –literaria–artística.
Tu libro me ha remitido a ¿El fin del intelectual francés? De Zola a Houellebecq (Shlomo Sand, Akal). En este momento políticamente correcto, de cacería de brujas, donde valen más las opiniones en redes sociales para el grueso de la población. ¿Crees que ha llegado el fin de la figura del intelectual?
Tiene mucho que ver con los matices, las dimensiones, a final de cuentas podemos tener una verdad pero después vemos que todo tiene más matices, más explicaciones, más vueltas, las cosas son más complejas y dignas de atenderse abstractamente con mayor análisis. Desde los años sesenta se ha generado una idea del “periodicazo”, de dedos flamígeros aleatorios que dirigen cardúmenes de opiniones que van de un lado a otro. Sartre va trabajando los términos, cuida las ideas y es muy preciso con el lenguaje, yo creo que es la única solución contra la “opinocracia”, contra las versiones de oleadas.
Sartre también habla mucho de la figura del intelectual que está aceptando, de entrada, que la literatura no va a tener ninguna función social. El hecho de que lo acepte ya es una forma, una rendición. Dice: “Como un viento céfiro que rosa las cosas sin hacerles nada”. Al final lo que dice es: La literatura son actos y tienen una consecuencia. El hecho de mencionar algo, ya es estarlo rebasando por lo menos ontológicamente. Y además, cuando hablamos del dictador, cuando hablamos del tirano, cuando hablamos del gran capitalista en el momento en que lo mencionamos también él ya sabe que lo estamos viendo. En esa dinámica dialéctica ya estás creando una postura crítica.
En tu libro das ejemplos de lo que Sartre consideraba literatura comprometida en su tiempo, y nos lleva a territorios más allá de su criticada Europa.
En ese momento para Sartre, la literatura comprometida era en los escritores de la Generación Perdida: William Faulkner, John Dos Passos, Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, John Steinbeck, esos eran los que le interesaban a él y por eso precisamente él estaba hablando de una literatura real existente. No estaba hablando de abstracciones o de la literatura del mañana. Estaba hablando de cómo en la sociedad más capitalista, más salvaje, más contradictoria, más racista, más censuradora, hay una generación de escritores que están rompiendo con todo eso.
¿La vida del autor es valiosa también para considerarse en la totalidad de su obra?
Sartre se interesa en Flaubert por todas las contradicciones a las que conlleva. A final de cuentas tiene una postura misántropa. Lees sus cartas y dice cosas como: odio a la sociedad, espero nunca convivir con ella. O despreciaba a la burguesía en su ascenso social por no tener clase, no tener gusto, y de la aristocracia venida a menos también se quejaba.
Es lo que dice Sartre sobre Mallarmé, que yo cito: Cuando le cortan la cabeza al rey también se las están cortando a Dios, por eso el limbo. Lo que le interesa a Sartre es lo que pasa con la profesionalización del escritor (Faulkner tenía que trabajar en su granja, vendía sus cuentos. John Steinbeck trabajaba en una vulcanizadora, hacía periodismo político, hacía reportajes de orden social. Dos Pasos hacía periodismo. Fitzgerald hacía guiones). Sartre señala cómo en la cuna del escritor francés había muchos vicios, una posibilidad para distanciarse de la sociedad. Por eso se interesa en los estadounidenses que tenían un contacto terre à terre, por eso dice que sus novelas son grandiosas. No cree que quien no tenga una actividad así pueda hacer literatura, Sartre habla de casos concretos, de esos autores que muchos de ellos vienen de la guerra, de una experiencia más compleja y completa de la realidad. Entonces escritores como Paul Valéry o André Gide que además ganaban una buena plata con sus publicaciones en la novel review, te das cuenta de que vivían muy a alejados del mundo y en el caso de Gide muy cercano de los nazis. Eso es parte de la polémica.
Al final del ensayo, ¿con qué te quedas de Sartre en la actualidad?
A mí me gustan cosas como “la libertad es el contexto”. Defender una libertad no se puede hablar en una abstracción. Muchas veces gobiernos como Estados Unidos nos dicen que son representantes de la libertad pero nunca nos dicen de qué libertad o en qué consiste su libertad. Esas frases generalizadoras necesitan una nota de pie de página. Entonces Sartre nos dice que la libertad es en contexto y tienes que luchar cada vez más laboralmente, económicamente, en pareja, con las relaciones interpersonales. Por otro lado, su postura de que la literatura tiene que estarse adecuando a diferentes épocas. Si la época que le tocó a Zola era la de la locomotora y fue “la bestia humana”, ya no podemos quedarnos en eso. Ahora tenemos que hacer una literatura de redes sociales, de smartphones, con las dinámicas diferentes que vivimos en cada paso. Eso fue lo que dijo, nunca dijo: supedítate al partido comunista y a la izquierda, como tampoco dijo supedita tus conceptos a un dictamen religioso o de canon. Sí dijo: adecua la literatura a las nuevas dinámicas porque la realidad está en cambios.
Me quedo con esta conclusión como una suerte de decir: la literatura está en movimiento porque de lo contrario sería la muerte de la literatura. La literatura refrendando un concepto ya sea por izquierda o por derecha, pro capitalismo o pro comunismo, te vas a dar cuenta de que en esos está una jaula para el pensamiento. Y en eso estaba Sartre, muy crítico con el capitalismo, pero también denuncia los excesos de Stalin.