“Una apuesta porque el ensayo y el pensamiento crítico tengan una capacidad de difusión que pase por fuera de lo académico”, una dimensión más popular del pensamiento: esta es la apuesta de la editorial argentina
Ciudad de México (N22/Ana León).- Ezequiel Fanego hace una pausa antes de responder cada pregunta. Estamos sentados en la cafetería de la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. El lugar no podría ser mejor. Vamos a hablar de libros, de su papel como editor y del proyecto que emprendió desde 2005 junto a Diego Esteras: la editorial Caja Negra. Está de visita en el país porque, me cuenta, “Estamos en un proceso que creemos que es una nueva etapa de la editorial acá en México. Nos costó primero lograr que los libros lleguen y creemos que los dos o últimos tres años hemos logrado cierta continuidad, como que los libros ahora, más o menos se ven, se consiguen, se leen. Ahora queremos entrar en una segunda fase que tiene que ver con, por un lado, fortalecer esa continuidad, que los libros lleguen más rápido, que sean más accesibles. Resolver esta cuestión de los precios. Y también entablar relaciones con proyectos, con agentes culturales, con editoriales afines, y tratar de que los libros sean parte del tejido cultural de México. Generar más diálogo entre Caja Negra y lo que está ocurriendo acá.”
Y en ese ánimo, esta tarde, a las 19 horas, estarán en Aeromoto, una pequeña biblioteca en la colonia Juárez, en la calle de Venecia, número 23, en donde se conversará sobre prácticas editoriales y estrategias oblicuas. Luego, dos días más tarde, el sábado 2 de marzo, tendrán un encuentro de editoriales independientes en la librería La Murciélaga, donde Fanego charlará con Diego Rabasa y los editores de la también argentina, Cactus.
Conozcamos un poco de este proyecto editorial cuyas prácticas y enfoque trascienden el oficio.
Primero, el nombre, ¿por qué Caja Negra? No sé si lo pensaron así, pero hay una doble intención, puedes esperar algo bueno o algo malo; o también está la idea de algo que guarda la memoria hablando de la caja negra de los aviones.
No tiene un por qué, porque en realidad la idea fue buscar un título, una imagen, que sea el emblema visual de la editorial, pero que tenga multiplicidad de sentidos posibles. No queríamos algo que tenga un sentido unívoco. Lo cual fue una buena decisión. No hay un porqué, en un punto se nos apareció esta imagen y dijimos ‘esta imagen es muy potente’ y tenía esa dimensión de misterio y de significante vacío que uno podía llenar de un montón de cosas. Además, tiene una cosa que nos pareció muy interesante porque siempre nos dicen una interpretación de esa imagen, “la caja negra”, lo cual tiene bastante que ver con algo que para nosotros es muy importante en la editorial y es que está siempre muy atenta a las lecturas que se arman de nuestros libros y de nuestro proyecto editorial. Nos enriquece mucho cuando nos cuentan cuál es su lectura de nuestro proyecto. Eso para nosotros es muy enriquecedor porque creo que la tarea editorial se termina de completar en ese feedback (retroalimentación), en esa ida y vuelta.
Así que estuvo muy bien, fue tomando distintos sentidos. El más fuerte y el más pregnante sí tiene que ver con esa cuestión de que es una memoria que preserva las razones de un accidente o de algo que te acontece. Creo que hay algo que recorrió todo el trayecto de la editorial que es esa búsqueda, a nosotros nos interesa mucho pensar en los libros como una caja de herramientas para interpretar el presente, como si el presente fuera de algún modo esa caja negra y en los libros estuviera la clave para interpretar esos procesos que ocurren sin que nosotros tengamos consciencia.
Editamos un libro de un autor que se llama Vilém Flusser que tiene un libro que se llama Filosofía de la caja negra –que no es el que publicamos nosotros– que tiene que ver con la idea de que los artefactos contemporáneos funcionan de un modo que nosotros desconocemos. Él lo analiza en la fotografía y dice que la cámara fotográfica es la primera caja negra, porque vos tocás un botón y sale una fotografía y de alguna manera desconocés el mecanismo. Sabés cuál va a ser el resultado, pero desconocés el mecanismo. Y él dice que eso es el modo en el que funcionan las sociedades contemporáneas, que uno lo puede ver en el algoritmo, por ejemplo, es un caso perfecto, porque nadie sabe en realidad lo que puede un algoritmo. Y él hace un llamamiento, para él esa ignorancia es como la ignorancia de nuestro tiempo, desconocer los mecanismo que se nos ocultan y que finalmente le dan forma a nuestros comportamientos, a nuestra vida. Y Caja Negra tiene la vocación de indagar esos mecanismos.
Leía una entrevista que te hicieron y ahí decías que sus primeros modelos a seguir fueron sellos musicales, ¿por qué?
Hace poco me preguntaban cuál es uno de los libros emblemáticos de Caja Negra y yo decía que el de Post Punk porque era la música que escuchábamos mucho cuando empezamos con la editorial y los sellos que nos inspiraron eran de esa época. Y nos inspiraban bastante porque el post punk tenía una máxima: formas radicales para contenidos radicales. O sea, si uno tiene un contenido radical, ese mismo contenido radical tiene que tener una expresión en una forma radical. Que lo mismo pasaba en otros proyectos que publicamos en la editorial como la Nouvelle Vague, distintas corrientes estéticas o el nuevo cine alemán. Muchos ejemplos de búsquedas que pensaban un contenido político o un contenido radical vinculado a la forma en que se expresaban. Y a nosotros en la editorial siempre nos interesó mucho la cuestión de la forma, más concreta del diseño estético de la editorial, siempre le dimos mucha importancia, pero también las formas en cómo comunicamos, para nosotros forma parte de un mismo quehacer editorial, de un todo.
Después, también nos interesaba mucho que las bandas del post punk tenían una capacidad de contrabandear contenidos. Muchas bandas y discos que toman su nombre de una novela de Philip K. Dick, o que mencionan en sus letras un concepto de Derrida, esas ideas hacían colapsar la distinción entre alta cultura y baja cultura, que un poco de eso, que contrabandeaban contenidos que supuestamente son muy exigentes o para una minoría, los contrabandeaban en un campo de cultura popular como es la música. Es algo que también nos inspiró bastante desde un comienzo.
¿Y cuáles serían entonces sus modelos editoriales?
Caja Negra sólo fue posible en una ciudad como Buenos Aires y creo que también podría haber surgido o en Barcelona o en México, son ciudades que tienen una larga tradición editorial independiente y de traducción, y creo que en Latinoamérica, sobre todo en los sesentas, los setentas, hubo muchos proyectos editoriales y lo que me parece que nosotros rescatamos y nos inspiró, es que tenían un objetivo cultural más allá de la cuestión comercial que es muy importante para cualquier editorial y para nosotros también. Pero digamos que lo que moviliza el proyecto es un horizonte cultural. En Argentina estuvo la editorial Sur, el Centro Editor Latinoamericano, digamos que hay muchos ejemplos de estos en otros países y eso por un lado fue una gran inspiración.
Más cercanos en el tiempo tanto en España como en Latinoamérica, a fines de los años noventa, principios de los dos mil, empiezan a surgir muchas editoriales independientes, un poco antes que nosotros y en paralelo a nosotros, que fueron inspiración y fuente de un montón de conocimientos sobre el hacer editorial porque nosotros no teníamos experiencia previa. Desde editoriales que son como editoriales hermanas, Tinta Limón, Cactus, Eterna Cadencia, Interzona, Mansalva, todas esas editoriales que surgieron en el mismo momento. Y algunas editoriales que nos inspiraron de otros países, nos gusta mucho la editorial Pre-Textos de España, tuvimos la oportunidad de conocerlos cuando recién estábamos empezando, casualmente, y fueron como una especie de padrinos. Se da por suerte que el mundo editorial independiente hay mucha solidaridad y mucha alianza.
Dices que Post Punk es su libro más emblemático, pero ¿con qué libro inician Caja Negra y por qué?
Empezamos con Acéphale que era un libro que compilaba los cinco número de una revista que se llamaba Acéphale que dirigía George Bataille que tenía una particularidad, porque además de ser una revista de escritura filosófica, sociológica y esotérica, era como una especie de secta y a nosotros nos interesó mucho porque era un proyecto en el cual la indagación filosófica estaba muy vinculada con una experimentación vital. Salimos con ése libro y uno de Artaud, El arte y la muerte.
Reviso su catálogo y me parece que hay la intención de que sea un discurso ininterrumpido, hay varios autores, sin embargo, parece un mismo discurso. ¿Hay una idea de que sí sea así, todos los libros publicados como un mismo discurso?
Sí. Digamos se fue dando así, pero ahora ya somos conscientes. Al principio fue algo más intuitivo. Básicamente lo que nosotros publicamos es un reflejo bastante fiel de nuestras lecturas. En Caja Negra, somos un grupo de cinco personas más todos los colaboradores, seremos unos diez, más o menos, y finalmente nos terminamos constituyendo como una especie de grupo de lectura donde vamos comentando textos e indagando, o problemáticas y vamos encontrando los libros que responden a esas problemáticas. Un poco el catálogo tiene menos el reflejo de un plan editorial que el reflejo de un programa de lecturas. Esa es la coherencia que se le va dando al catálogo. A veces pienso que por ahí el programa editorial de Caja Negra se parece más a una biblioteca personal donde vos vas buscando libros y que en realidad parece medio aleatoria, pero si los mirás en retrospectiva tiene mucho sentido pues fue el sentido que fue siguiendo tu lectura. Un poco el programa de edición tiene esa forma. Por eso se van dando esas afinidades selectivas, conexiones internas entre los libros. Muchas veces nos pasa que un libro anuncia otro. Pero es más el resultado del modo en que trabajamos más que algo inventado o que nos propusimos que fuera así.
Con el tiempo fuimos tomando conciencia de eso y nos gusta mucho pensar el programa editorial justamente como dijiste, como un discurso. Por eso cuidamos mucho el orden de la publicación de los libros porque sí sentimos que hay un encadenamiento discursivo, digamos.
A qué obedece ese orden de publicación y cómo es la selección, si bien dices que obedece a sus lecturas, ¿cómo deciden qué libro sigue?
Por un lado hay cierta intuición sobre lo contemporáneo, pero no en el sentido de estar siempre a la moda, sino en sentir que tenemos la necesidad de abordar cierto tema que tiene que ver, primero como una experiencia personal y después como imagen que uno tiene a partir de ese estar atento a lo que está pasando y de lo que se está discutiendo. Siempre tratamos de estar muy en diálogo y de seguir, leer revistas, estar en contacto con otros proyectos, grupos de estudio. Nos interesa mucho el afuera de la editorial y los vínculos que tenemos con otros proyectos culturales, y en eso vamos teniendo como una especie de mapa y algo de la elección de los libros a veces tiene que ver con cierta pertinencia, pero porque sentimos que los interrogantes que resuelven esos libros tienen que ver con una necesidad que nos plantea el presente. Es una mezcla de indagación y también intuitiva, en un punto.
Hay algo que tiene más que ver con el estilo, con el modo en que nos gusta comunicar las cosas. Básicamente, en Caja Negra hacemos una apuesta porque el ensayo y el pensamiento crítico tengan una capacidad de difusión que pase por fuera de lo académico y que tenga un lenguaje más directo y que cualquier persona con inquietudes pueda acceder a los libros. No tratar de ir a un público muy especializado, ni manejar una jerga que deja fuera a lectores potenciales, sino que nos interesa esa dimensión más popular del pensamiento. Hay algo también en el estilo de la escritura que tenemos muy en cuenta a la hora de seleccionar los libros.
Te pregunto esto, porque a diferencia de los monopolios, las editoriales independientes me recuerdan siempre esta frase de Calasso que decía que el editor “escribe con los libros que publica”.
Bueno Calasso me gusta mucho. Sí, nosotros consideramos un poco que nuestro catálogo es nuestro texto y por eso le exigimos que tenga la coherencia que tiene. Y también creo que eso nos permitió tener un tipo de vínculo con el lector que permite que vaya siguiendo la colección y que muchas veces confié en nuestra selección por más que no conozca a un autor. También tenemos la sensación de que en los libros de Caja Negra, vos podés ingresar por un libro que te recomendaron y apostamos mucho a que una vez que entres al catálogo no te vayas tan fácil, que un libro te vaya llevando a otro y a otro.
Hablando de esta relación que buscan con el lector, en una era digitalizada, ¿cuál es el papel del editor hoy?
Es un papel que es cada vez más importante no solamente en el campo editorial, de los libros, sino me parece que la figura del editor o algo de la práctica que hacemos puede ser trasvasada a otras disciplinas y tiene la misma importancia. Y creo que tiene que ver que como estamos en una época en la que estamos bombardeados por un montón de estímulos y por información diversa, muchas veces superflua y redundante, en realidad la idea de información, lo que es información para las teorías de la cibernética es lo que genera una diferencia, es como si yo te digo algo que vos ya sabías en realidad eso no es información, información es ese diferencial. Y yo creo que para los que hacemos trabajo editorial, que además es un trabajo de administrar un espacio de visibilidad, ese es nuestro mayor capital. Caja Negra el mayor capital que tiene es que hay gente que está atenta, que está mirando y que logramos la atención en un mundo en el cual los estímulos y la guerra por la atención es tan grande. Y nuestra responsabilidad en ese sentido es hacer una apuesta porque aquello que nosotros mostramos y comunicamos sea efectivamente una información. Algo útil, que implique un corrimiento de la percepción cotidiana y ya establecida, que sea un estímulo para seguir pensando. Creo que esa tarea es cada vez más importante y lo es en cualquier campo, digamos. En la publicación de libro o para quien administre una página web. Se vuelve cada vez más importante que nos especialicemos en eso, en encontrar aquello que se sale del discurso mainstream.
Son una editorial independiente, pero reciben algún tipo de subsidio del gobierno? Y en este sentido, ¿cuál es el estado de las leyes en Argentina respecto a la publicación de libros y el precio del libro?
Subsidios directos no, prácticamente no hemos recibido nunca salvo algún apoyo a la traducción que nos ha dado alguna embajada, pero en general no. La editorial no tuvo mucho apoyo estatal, digo, de manera directa. De repente hay condiciones económicas que favorecen el surgimiento de editoriales y desde ya esas condiciones están determinadas por un tipo de políticas más generales y en ese sentido, hay contextos que son más favorables al surgimiento de editoriales independientes y más negativos. En este momento en Argentina estamos atravesando un momento muy negativo para la cultura independiente. Creo que muchas editoriales independientes y con las que me siento más cerca de mi país, no surgieron con el apoyo directo estatal, con subsidios. Y en un punto creo que es favorable, creo que lo mejor que puede hacer el estado a ese nivel, es generar las condiciones ideales para que surjan la mayor cantidad de discursos posibles, pero cuando ya empiezan a favorecerse ciertos contenidos, se termina direccionando un poco cuáles son las formas de las editoriales y los contenidos de las editoriales, y eso no creo que sea muy positivo.
Además, el hecho de haber podido sobrevivir sin el apoyo directo estatal hace que cuando ese apoyo se retira nosotros ya tenemos las herramientas para seguir existiendo. Así que, creo que es importante en ese sentido sostener cierta independencia.
Y respecto al precio del libro, ¿cómo se maneja allá?, ¿cómo les afecta?
Respecto de otros países como Chile, por ejemplo, nosotros tenemos la ventaja de que no hay IVA sobre el libro, este es uno de estos subsidios indirectos que te digo que sí son muy importantes y beneficios. Pero tenemos muchas otras dificultades que han hecho que el precio de los libros en los últimos años se haya encarecido mucho. No hubo ninguna política directamente dirigida al sector para mitigar los problemas de la inflación, que nosotros tenemos como sabrás una inflación altísima que se traduce de manera muy brutal a los costos de producción de los libros, el papel, la imprenta. En ese sentido, no hay ninguna política orientada al sector. Tampoco de apoyo a las exportaciones, de hecho todo lo contrario, en el último año nos pusieron un arancel a la exportación que antes no teníamos lo cual encarece el precio de los libros afuera.
Ahora vamos a empezar a imprimir algunos libros acá. Si uno genera las relaciones y las complicidades con proyectos locales se pueden hacer cosas así. En España hace un tiempo que estamos imprimiendo. Ahora queremos empezar este año a imprimir algunos libros acá. Somos muy conscientes de que muchos de nuestros lectores son estudiantes universitarios o gente de nuestra generación o vinculada a la cultura que vive en condiciones de bastante precariedad. Si el libro tiene cierto precio empieza a competir con cuestiones de la vida básica. Nosotros creemos que nuestros libros, por suerte, para mucha gente son bienes de necesidad. Pero si los precios empiezan a ser muy caros empiezan a dejar a fuera a los lectores.
Aquí en México por ejemplo, justo en el el FCE se implementa como un plan de fomento a la lectura el bajar el precio de los libros, pero se generaliza el que el bajar el precio de los libros significa que la gente va a leer. Como editor, ¿qué opinas de este tipo de estrategias y cómo afecta a la editoriales?
Coincido con vos. En principio pareciera ser una mirada un poco simplista de un problema muy complejo. Para empezar, el precio de los libros no se baja con un decreto. Para bajar el precio de los libros tenés que tomar medidas que efectivamente faciliten y bajen los costos, faciliten la circulación, faciliten la distribución. Los precios de los libros sólo las grandes editoriales tienen la capacidad de fijar precio donde quieran. Las pequeñas editoriales en general tenemos la voluntad de que los libros estén lo más barato posible porque tenemos que competir con un montón de otros bienes culturales, y en ese sentido, bajar el precio de los libros, para empezar, tiene que implicar un montón de políticas muy complejas que ataquen a la cadena de formación de precios.
Si bien cualquier medida que facilite el acceso a los libros promueve la lectura, desde ya que bajar el precio de los libros por sí mismo no va a hacer que la gente lea más. Por un lado me parece que lo que atenta en este momento con la importancia o la centralidad de la lectura en nuestra cultura tiene más que ver con un tipo de cultura mediática, con un modo en el que circula hoy mismo la información, incluso tiene que ver con medidas más globales, como la que te mencionaba antes, la precarización laboral que no favorece. Si alguien tiene que trabajar en dos trabajos para poder vivir y no tiene tiempo libre, no puede leer tampoco. Hay un montón de medidas que parecieran a priori que son por fuera del sector, pero que favorecen la lectura.
Generar espacios de intercambio, promover espacios de intercambio, promover que la gente tenga más tiempo libre, dar los medios para que ese tiempo libre no sea siempre colonizado por las grandes empresas del entretenimiento, sino que sean espacios de intercambio, de esparcimiento. Generar espacios públicos de encuentro, de discusión y de debate.
También cuáles son las políticas de los medios, si los únicos medios a los que accedemos son los grandes medios que siempre te están vendiendo el mismo entretenimiento. Todo eso son políticas culturales más amplias y que favorecen los hábitos de lectura.
Mencionabas que hay varias editoriales hermanas con las que tienen muchas afinidades, pero más allá de eso, ¿se involucran en algún proyecto en conjunto de fomento a la lectura independiente que no tenga nada que ver con el gobierno?
Lo que más estuvimos haciendo en los últimos años en Argentina fue trabajar con ferias. Hay muchas ferias independientes. Las ferias te permiten acercarte directamente a los lectores, mostrar tu catálogo de una manera más completa y que los precios estén más bajos. Ante un contexto de bastante crisis económica empezaron a surgir muchas vías alternativas de encuentro con los lectores y eso es algo que venimos trabajando bastante.
Siempre en la editorial nos interesó fomentar espacios de intercambio con lectores, pensadores y con otras editoriales, y con otros proyectos a veces artísticos o de investigación, colectivos, políticos… Desde siempre hemos hecho muchas actividades. Para nosotros publicar el libro no es sólo hacer los libros y ponerlos en la librería, sino que es tratar de fortalecer los lazos que creemos afines, muchas veces no editoriales. Hacemos eventos que son una especie de alianzas con galerías, museos, espacios barriales, y que de alguna manera tienen que ver con espacios de fomento a la lectura.
¿Caja Negra está dirigida a un lector de nicho? ¿Apelan a formar a un tipo de lector en específico?
Creo que la idea del editor como formador siempre me pareció muy arrogante. Me choca un poco. Considero que además tiene el problema que muchas veces tienen estas políticas culturales que te mencionaba recién, de subestimar al lector. Nosotros por principios y uno de los aprendizajes que hemos hecho por nuestro trabajo editorial es que nunca hay que subestimar al lector y que tiene los mismos intereses y las mismas capacidades y la misma curiosidad que tenemos nosotros que somos lectores, además. No somos otra cosa más que lectores que casualmente estamos editando. Pero nuestra formación fue como lectores. Entonces no creemos que estemos formando lectores. Lo que sí, asumimos el compromiso que implica para nosotros no subestimar al lector, pensamos siempre en un lector que es bastante exigente y queremos que nuestras lecturas sean siempre estimulantes y que le abran nuevos campos de pensamiento o que corran el eje de la mirada y que les plantee nuevos interrogantes.
Más que formar al lector, creo que nuestra tarea es atraer cada vez más lectores a partir de estímulos nuevos y a partir de generar preguntas nuevas.
Sobre lo que me decías del nicho, también me parece que hay algo, como un estigma, que pesa sobre las editoriales independientes, las editoriales pequeñas, un estigma que muchas veces lo repetimos nosotros mismos como una profecía autocumplida que es esa idea de que lo que nosotros hacemos está dirigido a un nicho o un grupo muy especializado, gente que tiene que tener cierto conocimiento o estatus cultural, y me parece que hay que apuntar a todo lo contrario, a romper ese supuesto nicho y a llegar al mayor público de lectores posibles sin resignar nunca ni la agudeza crítica de los textos ni la calidad de la escritura, sino todo lo contrario.
Nuestras apuesta es hacer siempre un trabajo de calidad y que ese trabajo llegue cada vez a más gente, no que quede restringido a gente que ya lo conoce. Para nosotros lo más lindo siempre es cuando alguien descubre un universo de lecturas a partir de la editorial que para aquél persona que va a confirmar un mundo que ya conocía.
Para ustedes como editores y para ti, ¿qué es leer?
Como lectores siempre leímos como un modo de supervivencia. En el ensayo como en la ficción, a veces es el único espacio que me reconforta, encuentro calidez. Del encuentro con un escritor como un par, a alguien que le pasa lo que a mí, encuentro un hermano o una amiga. Leo lo mismo que como o que veo, tiene algo que ver con la supervivencia y con la imaginación. Cuando uno siente a veces que no hay alternativa y siente un poco limitado por los modos de vida y te sentís un poco sin oxígeno, en la literatura no sólo encuentro preguntas y respuestas sino encuentro a veces las claves para imaginar otros modos posibles de relacionarme con la gente o con lo que hago. O para imaginar horizontes polìticos.
Y eso está un poco en el comienzo de la editorial, porque la editorial fue un proyecto en el cual quisimos ver cómo eso que para nosotros era vital podía constituirse justamente en un modo de vida.