Una venerable dama literaria en el mundo del cómic

Angel Catbird, la primera novela gráfica de Margaret Atwood, vio la luz en 2016; en nuestro idioma se publicó a finales del 2018 bajo el sello editorial Sexto Piso

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Un grupo de híbridos se proponen salvar al mundo de la invasión de hombres y mujeres rata comandados por el terrible Dr. A. Muroid. Cat Leone (mujer gato), Strig Felidus (hombre-gato-búho), Ray (hombre-pájaro) y el Conde Gátula (murciélago gato), acompañados por un grupo de gatos-hombre, se enfrentarán a este malvado personaje en el cómic Angel Catbird, la primera novela gráfica de la escritora canadiense Margaret Atwood.

 

 

En 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuenta Atwood, era ya una fiel lectora de tiras cómicas. Nacida al inicio de ésta, a los seis años devoraba estos materiales que tuvieron un regreso glorioso luego de terminada la guerra. Desde entonces, no sólo era una devota del género sino que también dibujaba sus propias historietas. Y es que en esta dama de las letras está también el amor por la ilustración. Poblaba sus historias con animales fantásticos con superpoderes. Es así que en este tipo de historias, Atwood vertía varios de sus intereses: la narrativa, la ilustración y su interés por los animales, en específico, la conservación de las aves y los gatos  (animales que la han acompañado por muchos años y que bien se sabe son unos de los principales depredadores de las aves de ciudad).

“De este contraste entre mi pasión por leer y escribir cómics y mis manos manchadas de sangre aviar nació Angel Catbird. Reflexioné varios años al respecto y hasta dibujé algunos bocetos. Sería una combinación de gato, búho y humano, y tendría por consiguiente, un conflicto de identidad –¿salvo a este polluelo de petirrojo o me lo como?– pero sería capaz de entender las dos perspectivas de la pregunta. Sería un dilema carnívoro andante y volante.”

 

 

Dividida en tres partes: “Angel catbird”, “El castillo de Gátula” y “Catbird ruge”, la escritora echa mano del humor, la ironía y el sarcasmo para, a través de una historia aparentemente sencilla, abordar temas como la integración racial, el entendimiento del otro, la preservación del ambiente y sus especies, y la lucha por el poder.

En lo ambiental, la autora se ocupó, de que el acercamiento que hace en la trama tuviera su fundamento ecológico y científico, es así que durante el desarrollo de la historia, al final de páginas específicas, una pequeña viñeta informativa aparece con estadísticas proporcionadas por Nature Canada, o datos para informar a los dueños de estos animales de compañía de prácticas poco recomendadas como:

 

LOS GATOS NECESITAN SUS UÑAS

La amputación de las garras o desungulación es un procedimiento quirúrgico en que se mutilan los últimos huesos de los dedos de los gatos, incluido el lecho ungular. Rascar forma parte de la conducta normal de los gatos y tiene varios propósitos. ¡Hay soluciones no quirúrgicas para salvar su tapicería!

Y que además de informar, promueven el cuidado atento de mascotas como los gatos y hacen un llamado de conciencia a los dueños de éstos, en primer lugar porque las cifras de mortalidad de los gatos en libertad son elevadas; y en segundo lugar, porque a esta especie en libertad se le atribuyen millones de muertes anuales de aves, por lo menos en Canadá.

 

 

No hay que olvidar que Margaret Atwood, es una ambientalista bastante activa, es miembro de Amnistía Internacional y una de las personas que preside BirdLife.

Al mundo de ficción creado por la canadiense se une el trabajo del ilustrador Johnnie Christmas (dibujos) y de la colorista Tamra Bonvillain, con la rotulación de Nate Piekos of Blambot y la traducción de Magdalena Palmer. Un poco alejada de historias como El cuento de la criada y Alias Grace, que han sido convertidas en series, esta ficción aporta otro matiz a la pluma de la escritora canadiense que ha sido candidata al Nobel por largo tiempo.

 

 

Todas las imágenes:  © Ireli Vázquez