Periodismo narrativo: cómo, para qué, hasta dónde

Previo a su participación en la FIL Guadalajara, charlamos con la periodista y escritora argentina Leila Guerriero sobre este género, sus mutaciones, sus necesidades y sus retos

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- En palabras de Leila Guerriero, “el periodismo narrativo es un género que ya se ha instalado y como una forma de la literatura”. Durante su participación en la Feria del Libro de Guadalajara, la escritora argentina participará en el Encuentro de Crónica, que sucede esta tarde a las 18 horas; en el foro Periodismo a pesar de todo, que tendrá lugar mañana a las 20 horas; y en el Encuentro Internacional de Periodistas, que ocurrirá un día después, con la conferencia Periodismo narrativo: cómo y para qué. A propósito de ésta, charlamos con la escritora unos días antes de su intervención en la FIL.

¿Cómo ha mutado el periodismo narrativo, cuáles han sido sus grandes cambios en estos años?

Es una pregunta inabarcable. Mi conferencia es sobre periodismo narrativo, sobre cómo hacer para poder vivir de esto, los obstáculos que se le presentan a un periodista en el intento de hacer una vida de este oficio.

Si uno piensa en un libro como Hiroshima o un libro como Operación masacre, de Rodolfo Walsh, o piensa en los textos de Roberto Arlt anteriores a esto acá en la Argentina, y después ve un poco lo que pasó con la antología que se hizo sobre el nuevo periodismo, y que mentó sobre “el nuevo periodismo”, Tom Wolfe, mi sensación es que el efecto que produjo, al menos la antología de Wolfe, fue como una novedad mayúscula, realmente no había esa forma de hacer periodismo en ese momento. Me da la sensación de que desde la forma después hemos innovado bastante menos. Sin duda, el periodismo narrativo es un género que ya está instalado y creo que como una forma de la literatura, claramente, desde hace mucho tiempo y que como todas las formas no puede vivir renovándose y viviendo al filo de la vanguardia.

Me parece que ha habido intentos más interesantes de renovar desde el reporteo, incluso desde las formas, pienso un poco en lo que es el periodismo performático, algunas obras de teatro, por ejemplo, como las de Lola Arias que se basan en historias reales, eso también es periodismo, o el proyecto de Daniel Alarcón, Radio Ambulante. Me parece que son todos intentos por renovar desde, por supuesto no estamos hablando solamente de lo escrito, sino desde otro tipo de soportes, lo que son los podcast, y demás. Si me centro en el periodismo escrito, me parece que naturalmente es un género que se ha inscrito definitivamente dentro del cánon literario y que como todos los géneros tiene y tendrá épocas, etapas, movimientos, formas, subgéneros. Me parece que somos un poco más conservadores ahora que lo que resultó el periodismo narrativo en su momento cuando salió. No se si es una crítica o no, yo generalmente no soy como de vanguardias, soy más tranquila en ese sentido. No soy de las que van por allí inventando formas.

Éste, como has mencionado, es un género rico que juega con otros géneros y justo se han añadido nuevas formas de hacer periodismo narrativo como lo que mencionaste de Daniel Alarcón, pero más allá de lo obvio, ¿para ti qué es lo valioso de un texto de este tipo?

Creo que básicamente lo que más me gusta del periodismo narrativo es que permite no caer en el reduccionismo. Exige no caer en el reduccionismo, más bien. Cualquier texto periodístico reduccionista es poco interesante. Obviamente hay géneros que te obligan a ser un poco más conciso, más sintético y en pintar la realidad sin tantas facetas como las noticias, por ejemplo. El gran desafío del periodismo narrativo es la creación de textos sólidos que no sean reduccionistas. A mí por lo menos, los textos que me resultan más interesantes son aquellos que permiten dejar abierta una cantidad saludable de dudas y no darle al lector una especie de conclusión taxativa con respecto a determinado tema.

Has mencionado que este es un oficio de largas distancias, muchas veces el periodista que se dedica a elaborar este tipo de textos se está yendo siempre, ¿cómo es ese aislamiento, es necesario para aprender a mirar?

Una cosa es el aislamiento a la hora de la escritura que, por lo menos para mí es necesario, no puedo escribir si no me quedo en mi casa. Pero el momento del reporteo no es un momento de aislamiento, al contrario, hay un cierto aislamiento en términos de que uno está tan metido en esos mundos, o en ese mundo en particular, que todo lo demás pierde un poco de consistencia, podríamos decir la vida cotidiana. Pero, en realidad, el momento del reporteo es un momento de salir a estar en el mundo, aunque sea ir a meterte a casa de otra persona, pero es un salir de. Si te aíslas en el momento del reporteo estás frito, estás sonado, es el momento de salir a ver y ese es el momento de establecer un mirada. Tener que salir tantas veces como sea necesario, hasta que empieces a establecer una mirada sobre un punto de vista sobre aquello que estás mirando. Con una primera vez es muy difícil que puedas leer a fondo la realidad que te propusiste mirar. Yo lo llamaría más bien como abducción, en términos de que el tema te abduce, y todo te lleva a eso. No es que uno deje de vivir por reportear. Y sí, creo que es necesario un cierto grado de obsesión y de estar rumiando eso todo el tiempo y de pensar qué nuevas entrevistas puedes hacer y dónde puedes buscar más información. No es algo que uno meta en una caja y lo cierra una noche cuando se va a dormir y lo abra una semana más tarde.

Has hablado también que este es un oficio en el que se aprende a mirar y es también un oficio de saber contar y en este saber contar se da la creación de muchas metáforas y pienso que también tiene que ver con tener algo de poeta. Pero en medio de violencias como las que se viven en México, por ejemplo, cómo conservar esa “poesía” por decirlo de alguna manera, como lo hace Walsh de alguna forma en Operación masacre, que sabe jugar con los géneros para contar un hecho atroz.

Creo que nada es excusa para escribir mal. Cuando se escribe mal, se escriben mal noticias, se escribe mal lo que sea, periodismo narrativo, etcétera. Por supuesto que cuando escribís una noticia se escribe más urgido, estás apremiado por el tiempo. De todas maneras un periodista que se dedica a eso, y que escribe bien, está habituado a eso y conoce su caja de herramientas, su manera de escribir, su estilo, su voz propia. Yo confiaría en que sería capaz de aplicar una o alguna o todas esas cosas aun cuando esté urgido.

Con el periodismo narrativo la gente cree que se trata de escribir raro, de poner metáforas o de ser poético. No se trata de de eso. Se trata simplemente de encontrarle a cada texto la forma adecuada dentro de una voz propia y de un estilo propio. Hay periodistas que son más barrocos y otros que son más austeros, como Walsh, por ejemplo, que era un tipo que adjetivaba muy poco. Operación masacre, particularmente, tenía un estilo con muy poca floritura. Creo que cuando uno tiene una realidad conflictiva, una realidad violenta, una realidad hostil, tiene primero que nada que tener en claro que es periodismo y que el contenido importa por sobre todas las cosas. No se trata de escribir algo lindo y de salpicar un texto con metáforas. Primero, tener un buen reporteo y entender que el texto sobre todo es eso: el contenido.

A la hora de escribir no puedes pensar en fórmulas, un texto tienen que tener tensión narrativa, momentos de suspenso y todo eso lo tiene que tener en la medida en que el texto lo pide y deja de pedirlo. Esa es la diferencia entre redactar, como dice Caparrós, y escribir. Es escribir bien o escribir mal. Me parece que plantando frente a una realidad que te golpea, que te resulta tremenda, hostil, que te lastima, a veces, vas a ser capaz de encontrar la mejor forma para que ese texto le interese a muchos lectores, que de eso se trata, digamos.

 

Imagen:  © Carina Pérez García