Frida Guerrera: “En este país documentar y denunciar violaciones de un pueblo es un crimen”

Defensora de derechos humanos desde 2006, Verónica Villalvazo se ha dedicado a hacer un relato real sobre el feminicidio en México

 

Oaxaca (N22/Perla Velázquez).- Desde hace poco más de una década a Verónica Villalvazo la han dejado de llamar por su nombre, ahora todos la conocen como Frida Guerrera, una mujer con mirada penetrante y muchas historias que contar. Estamos en el jardín del Centro Cultural de Convenciones de Oaxaca, dice que esta ciudad es su segunda casa. Aquí inició la investigación y el buscar la justicia por las víctimas de feminicidio.

“Tengo una deuda pendiente con Oaxaca, porque creo que está tan monopolizado y tan oculto [el feminicidio]. Además de que no logró establecer cómo trabajar con la gente de aquí. A pesar de que viví tantos años solo tengo un par de casos que acompañó y que he publicado. Sí es un tema pendiente.”

Frida Guerrera es psicóloga de profesión, pero desde 2006 es defensora de los Derechos Humanos y cronista del feminicidio. Durante 2017 su nombre se hizo viral en redes sociales, pues buscaba la identidad de una niña que apareció muerta en el Bordo de Xochiaca: el caso “Calcetitas rojas”.

Aunque “antes de ella hubo una niña que también me marcó y que poca gente supo. Karina era oaxaqueña, fue dejada en una carretera en Puebla y en menos de 48 horas su cuerpo apareció en una fosa común”. Karina era de una comunidad mixe y para ingresarla a la fosa fue catalogada por las autoridades como prostituta de 28 años, “era una chiquita de 13, su mamá apenas podía entender el español y lo único que quería era el cuerpo.”

Dice Frida que era una niña como muchas de la zona de la Sierra de Oaxaca, con sueños para buscar un mejor futuro. Este impulso la llevó a aceptar que un hombre la subiera a su tráiler un 5 de abril de 2016, un día después encontraron el cuerpo y quedó en calidad de desconocida.

“Hasta junio que empecé a hacer estos comparativos de mujeres desaparecidas y no identificadas encontré el caso de Karina y empecé a hacer el comparativo con la ropa y resultó que era la misma, pero no tenía 28 sino 13 años y era una niña mixe que fue fácil llevársela.”

Con esta historia fue que Frida Guerrera tuvo la necesidad de poder hacer un “poquito de ruido” y exigir justicia. “En 2016 logramos que el cuerpo fuera reintegrado a su pueblo, que era lo que su mamá quería y hasta el momento no hay justicia. Por eso creo, que Oaxaca tiene mucho qué hacer en el tema del feminicidio, sobre todo de prevención. Es evidente que las mujeres de las sierras difícilmente tienen esta consciencia de que la violencia no es normal”.

“Sólo números aproximados”

Antes de empezar a platicar le pido a Frida una fotografía, ella acepta, pero decide quitarse la pechera que la acompaña. Son sus instrumentos de trabajo los que atesora en esas tres bolsas que se cuelga: un iPad, un libro, una libreta y el celular. “En cualquier momento escribo”. El tiempo le debe alcanzar para viajar, investigar, escribir y vivir. En su blog, que le abrió un amigo costarricense, cuenta una historia de feminicidio cada semana. Además, a través de Facebook y sus demás redes sociales va actualizando las cifras “extra oficiales” sobre el tema. A pesar de que este trabajo lo comenzó en Oaxaca, ahora lo ha llevado a todo el país. “Lo que pasa es que sólo son aproximados, porque hay muchos casos que se quedan en la normalidad.

“El tema de la mujer me empieza a jalar por la zona triqui, la mixteca. En este tenor de cómo las mujeres se convierten en botines, por la facilidad con que son desechadas y ahí fue en donde nació mi necesidad de que teníamos que voltear a ver el tema de las mujeres.”

Recientemente Frida concentró diversas historias en el libro #NiUnaMás (Aguilar, 2018), después del prólogo la primera historia es de una mujer de Oaxaca, quien le contó las historias de su pueblo, en donde a las mujeres las asesinan sólo por su condición. “Cuando yo le empecé a explicar lo qué es el feminicidio y que nadie las tiene que lastimar, que no es normal que las mujeres en la sierra tengan que cargar cubetas de grava para ser castigadas y exhibidas porque se portan mal, ella regresó a su comunidad y ya no permitió que su marido la volviera a tocar.”

¿Qué piensas del trabajo que se ha realizado por parte de la sociedad para tratar de concientizar sobre el feminicidio?

Creo que a los organismos de la sociedad civil no se les debería de exigir porque en primer lugar no deberían de existir, pero ya que están ahí, creo que hay mucho que hacer para empujar a las autoridades a que se metan a estas zonas para reeducar a las mujeres de que se pueden salvar sus vidas.

Hace tiempo que dejaste Oaxaca por amenazas, ¿cómo has vivido estos años tras intentar publicar las cifras que tú encuentras y que son muy distintas a las oficiales?

En este país documentar y denunciar violaciones de un pueblo es un crimen, te conviertes en criminal. Denunciar el desplazamiento de una comunidad triqui, de una comunidad indígena es crimen, así como también fui perseguida por denunciar la violación a un niño de uno de los mejores colegios de Oaxaca.

Cuando yo inicio con todo esto tenía claro que no me iba a enfrentar a algo fácil, porque además de todo el daño a las víctimas existen muchos egos en el tema y yo lo he dicho: “no estoy descubriendo el hilo negro de nada, simplemente empecé a hacer las cosas diferente”. Primero a documentar y a mostrarlo todos los días, porque era necesario hacerlo visible.

Frida tiene un objetivo bien establecido: “ser la voz de los que no tienen” y a pesar de ser un tema difícil, ha tratado de ser congruente con sus palabras, porque para ella lo importante son las víctimas. “Realmente son las voces de ellas quienes se deben de escuchar, las que tienen que exigir, nosotros sólo los acompañamos, mas nunca seremos protagonistas.”

La base de sus indagaciones muchas veces, dice, es la nota roja. De allí, ella parte para encontrar historias que después tienen un nombre y un sueño que contar, “porque tenemos  que dejar de lado el sensacionalismo en el tema y dejar de verlo como cosas: ¡Ahhh, qué horroroso! Es un tema real que te puede pasar en cualquier momento. En cualquier momento.”

El activismo más allá de redes sociales

En las redes sociales Frida siempre está activa. Sin ellas su trabajo no tendría la repercusión que hasta el momento ha logrado. Cerca de ocho mil personas son parte de su Facebook. Varias veces ha mencionado que este tema “no nada más es responsabilidad de las autoridades, quienes te mandan un mensaje de impunidad todo el tiempo y que por eso sigue pasando, sino por una sociedad completamente apática, en donde ya nos dejamos de importar”.

Por ello, desde este medio ha tratado de sensibilizar a sus seguidores acerca del tema, pero también de hacerlos partícipes para salir a la calle y continuar exigiendo justicia por casos como el de Karina o el de “Calcetitas rojas”. Sus publicaciones ahora convocan a que el sábado 3 de noviembre la gente se reúna a las 10 de la mañana en el Ángel de la Independencia, porque “la magnitud de los feminicidios exigen institucionalizar oficialmente y a nivel internacional un día para recordar a todas sus víctimas”.

¿Cómo has visto el activismo en redes sociales?

Nos estamos quedando en nuestras zonas de confort. “Sí me indigna lo de las fosas, lo de los migrantes” y solo compartimos para viralizar. Necesitamos adueñarnos del espacio y salir a marchar, a que te de el Sol. Porque siguen asesinando a niñas y no estamos haciendo nada más que indignarnos por redes sociales. Entonces, tenemos que empezar a dejar esta zona de confort, salir y entender que la única manera en la que vamos a hacer que estas autoridades se muevan será uniéndonos como sociedad.

 

Imagen: República 32