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En el marco del Festival Internacional de Cine Guanajuato se realizó un homenaje a Damián Alcázar por su trayectoria y porque “su trabajo es la expresión de un país que no deja de reír en tono negro”
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Imágenes: © Ollin Buendía
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Guanajuato (N22/ Huemanzin Rodríguez). – En muchas ocasiones, Damián, te he visto caminar concentrado en lo tuyo, décadas tiene que te he visto así. No es un caminar cotidiano, me parece que es ese tipo de caminata de aprendizaje, ¿hay algo de peripatético en tu desarrollo profesional?
Siempre he pensado que cada personaje me da la oportunidad de comprender un poquito más al ser humano que estoy analizando y descubriendo y luego, experimentando. En la manera en que percibe la realidad, su vida, cuáles son sus circunstancias y de qué manera reflejan al ser humano que somos todos. Cuando veo el resultado, cuando hice mi mejor esfuerzo, te deja satisfecho. Y la gente que está satisfecha es feliz y relajada. Y puede caminar tranquilamente, sonriendo, sin pretensiones, sin falsedad. Sin envidia. Mi esfuerzo en mi trabajo por hacer cada uno de los proyectos me ha permitido disfrutar de esa manera lo cotidiano.
¿Te libera tu profesión?
Enseña. Alguna vez escuché decir al maestro Luis de Tavira, que el actor era un sabio. Curioso que lo diga de Luis de Tavira, cuando mucha gente asegura que él, como director, odiaba a los actores y actrices. Pero decía que el actor es un sabio porque sabe lo que es morir, ha muerto de amor, sabe lo que es matar, sabe lo que es sufrir. Uno se pone en los zapatos de esos personajes y entiende un poquito más de la vida. Esa es la mayor enseñanza que me ha dado Luis, porque actúas y sales más sabio, sabes más del ser humano.
¿Cómo logras que esa empatía llegue al territorio de lo cotidiano?
Yo no sé si le ocurre a todos los actores y a las actrices. Yo no puedo disociar al individuo que podría dedicarse a cualquier otra cosa de mi trabajo que es ser actor. Yo soy un actor, sí le doy prioridad a mi trabajo prácticamente sobre todas las cosas. No sé si eso sea bueno o malo, tampoco me interesa entenderlo o juzgarlo. Soy un actor que va por la vida y así percibe la realidad. Que concibe cosas desde lo emocional, que tiene inteligencia, pero no la fría, la cerebral, la analítica, sino la que parte de las entrañas. Pero así es como se vive y lo mismo puedes disfrutar de una copa de vino, ver un paisaje o conversar con un amigo.
¿Para ti no es una profesión, es un estilo de vida?
Sí, es una manera de vivir.
¿En ese estilo de vida dónde queda lo político?
Depende de lo que haces y donde alguien te quiera suscribir. Yo no tengo nada que ver con ningún partido político, ni lo quiero, pero eso no significa que conozca a políticos de todos los partidos y que mis decisiones personales no sean políticas, pues los humanos somos animales políticos, porque vivimos en sociedad. Ahora, los proyectos que voy eligiendo siempre son contestatarios o cuestionadores porque se enclavan en la realidad y en el cotidiano, no me interesa hacer solo Crónicas de Narnia, y aún en Narnia pude colar cosas como el ansia de poder que no está en el personaje de la novela. Todos mis proyectos intento que tengan que ver con la realidad y en ese sentido se vuelven contrastantes y cuestionan. Y no porque me interese la política, sino la vida misma.
En ese sentido, ¿qué nos puedes decir de la serie que estás por estrenar Tinta roja, donde se habla de los asesinatos de periodistas?
Es importante hablar de esta gente, ahí sí tenemos una tarea pendiente sobre estas mujeres y hombres que arriesgan la vida por contar la verdad. Es cierto, para ser un buen periodista se debe ser buena persona, si es mala es “chayotero”, es un vendido, es un tramposo, podrá ser todo, pero no un buen periodista, para eso se debe de ser buena persona, porque ¿cómo puede ofrecerle a la gente mejores formas para entender su realidad?, no puede manipular la información ni tergiversarla. Por eso opté por este proyecto.
¿Cómo construyes tus personajes? ¿Eres de los que hacen una taxonomía emocional? ¿Sueles partir de lo vivencial? ¿Es experimental? ¿Investigas?
Es la unión de estos elementos que nombras y de la voluntad. Tú eliges un personaje por un acto de voluntad. Luego profundizas, analizas, investigas, experimentas y luego lo contrastas con la realidad. Y a su vez, lo contrastas con la realidad tuya y las circunstancias del personaje. No puedes ser mezquino con el personaje, tienes que sufrir lo que él sufre, tienes que sentir lo que él siente y te vas acercando a la mejor opción. Ahora, hay niveles en tu progresión, como profesional del cine, la televisión o el teatro. Como actor te digo, las emociones vienen y se apoderan de ti y ya no te permite el pensamiento, como le pasa a mucha gente, pero en nuestro caso tenemos que bajar las emociones, tienen que ser el resultado de los objetivos del personaje, son la progresión de un ser humano. Uno se presta para que trasciendan a través de tu cuerpo: tus ojos, tus gestos, tus lágrimas, tus manos, tu comportamiento físico. Lo implica todo, pero se comienza con la lectura y el análisis lo más profundo posible. Contrastas, enriqueces con lo que se ha escrito sobre ese tema y con la realidad. Eso es lo más importante: la realidad, cómo la percibes y la ajustas al personaje.
Es como si ahora hiciéramos Ricardo III, si nos apegamos al texto hacemos una ficción histórica. Pero si hacemos Macbeth entonces nos preguntamos quién mata hoy por el poder. Aproximarme a Macbeth es diferente. Me lleva mucho más a la realidad. Es cierto, es algo no objetivo, pero está ahí en lo que emana el personaje. Uno es el que tiene que hacerse de las herramientas de nuestro tiempo.
¿Se trata de voluntad o de intelecto?
Se trata de voluntad, por supuesto. Deberían pensarlo los intelectuales, sobre todo los famosos.
¿Los tiempos cambian?
Sí, temporalmente el sentido con el que entendemos las cosas cambia. Por eso es importantes estar atento a la realidad, esa es a la que tenemos que responderle. Ahora mismo hay un gran cambio.
¿Te entusiasma?
Sí. Mucho. Por lo que nos propone y la posibilidad que tenemos. No porque hablemos de un milagro o de un mesías tropical. No, los mesías somos nosotros, nos tenemos que poner a trabajar.
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