«La gran escritura de Sergio Pitol está allí, vigente»: Margo Glantz

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«Él tenía su sala una serie de retratos de escritores y amigos. Yo estaba entre ellos. Se levantó, me llevo de la mano y señaló mi retrato con gran cariño. Con eso me conmovió profundamente».

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Imagen: El Informador

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Ciudad de México (N22/Víctor Gaspar).-  Margo Glantz escribió en 2006 “Mi amigo Sergio Pitol”, un análisis sobre la obra del autor de El Mago de Viena donde hace una analogía entre la escritura de Pitol y la labor de un alquimista que conjuga “lecturas y relecturas (…) fue él, no yo, quien leyó y quien acometió ciertas hazañas” y agrega que en este ejercicio  “reelabora el arte de la narración”.

Margo se enteró de la muerte de su amigo, al mismo tiempo que recibió una foto de la máquina de escribir de Kafka. En este contexto, dijo en entrevista para Noticias 22, que gracias a Sergio Pitol conoció a escritores “del mundo polaco, húngaro, yugoslavo que de otra manera no hubiéramos conocido. También a muchos escritores ingleses, franceses”.

En opinión de Glantz, Pitol es un escritor de culto que pertenece a la gran literatura no sólo mexicana sino universal, “pertenece a una generación de escritores extraordinarios que está en extinción, que se interesaban sobre todo en escritura, en la literatura, en la cultura como algo fundamental que no podían separar su vida de eso”.

Sergio Pitol o la cultura como diplomacia

“Fue un diplomático nato en el sentido de que tenía una gran elegancia, una gran inteligencia, un enorme aunque propiamente en el diplomático. No fue burócrata, fue muy creativo”.

En la época en que Pitol fue embajador en Checoslovaquia produjo títulos como El desfile del amor (1984), Domar a la divina garza (1988) y La vida conyugal (1991) que componen la “Trilogía del carnaval”.

El último encuentro

“Estuve hace año y medio con Mario Bellatin, también muy amigo de Sergio, estuvimos a verlo a Xalapa. Ya Sergio estaba muy deteriorado, hacía tiempo que ya no hablaba, que ya no escribía. Sin embargo, nos reconoció. Él tenía su sala una serie de retratos de escritores y amigos. Yo estaba entre ellos. Se levantó, me llevo de la mano y señaló mi retrato con gran cariño. Con eso me conmovió profundamente. Luego estuvimos yendo a restaurantes, a caminar, etc. Estuvo muy gozoso pero había perdido gran parte de sus facultades. A partir de ese momento hubo algunos problemas muy tristes que nos han impedido a los amigos más cercanos volver a ver a Sergio”.

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