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La periodista mexicana Eileen Truax arroja algunas coordenadas para entender el proceso independentista de Cataluña desde su experiencia como observadora en el referéndum del 1-O y su trabajo con comunidades de jóvenes inmigrantes en la región
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Imagen: El Confidencial
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Ciudad de México (N22/Ana León).- Durante la jornada independentista de Cataluña a la que se la ha denominado ya el 1-O, la periodista mexicana radicada en Los Ángeles, Eileen Truax estuvo presente en diferentes puntos de Barcelona como señaló en la crónica realizada para el espacio digital Horizontal, “Las calles serán siempre nuestras”, esto a propósito de una investigación que ha realizado por más de un año sobre la población de inmigrantes jóvenes en dicha comunidad autónoma española. Parte de este trabajo fue publicado en el diario The New York Times en español, en el artículo “El dilema de los migrantes inmigrantes ante la independencia de Cataluña”. En el primero, Truax narra el ánimo que permeó las calles el primer día de octubre; en el segundo, comenta testimonios de inmigrantes acerca de su situación si Cataluña llegase a consolidar su independencia. Ambos escenarios plantean más preguntas que respuestas: sobre la legalidad frente a la legitimidad de la acción del pueblo catalán y sobre el vacío legal en el que quedaría la situación de la población inmigrante durante la transición.
Nueve días después, el martes 10 de octubre el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont declaraba la independencia para ponerla, en el mismo acto, en suspensión y abrir el diálogo con el gobierno de Mariano Rajoy: “Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”, para añadir “propongo que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos el diálogo”. El plazo se ha cumplido por parte del Gobierno español y a la búsqueda de la independencia por parte de Cataluña la amenaza la aplicación del artículo 155 de la Constitución española que señala que el Gobierno puede tomar las medidas necesarias para obligar a una Comunidad Autónoma el cumplimiento forzoso de las obligaciones que la constitución u otras leyes le imponen o, si fuera el caso, la protección del interés general.
La independencia Cataluña aún está por definirse, sin embargo, sobre la mesa queda el valor histórico y político de la acción ejercida por el pueblo catalán, no todo, claro, pero aun algunos de los que están en contra reivindican el valor de la lucha por el derecho al voto, como señala Truax en esta entrevista en la que nos arroja algunas coordenadas para analizar la situación de Cataluña.
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Ya que tú estuviste ahí, durante la jornada del 1-O, ¿cuál consideras que es el peso político de los cuerpos en la calle, el gesto de levantar las manos ante la agresión de la Guardia Civil?, ¿qué impresiones te causa?
Lo primero es la actitud de los catalanes: yo no generalizaría. Hay un sector de la sociedad catalana que salió a las calles ese día a defender su derecho a ejercer el voto y también a ayudar a otros a defenderlo. Aquí quiero hacer una observación que yo creo que es importante cuando se maneje este tema, siento que mediáticamente se ha confundido mucho lo que es el derecho a votar y la decisión o la preferencia de una Cataluña independiente. Es decir, en el referéndum la pregunta que se hacía a quiénes decidieron votar es: “¿Está usted a favor de la creación de una República Catalana Independiente, sí o no? Lo que se decidió el 1 de octubre en las urnas fue una cosa y lo que la mayoría, pienso yo, de la sociedad catalana puso en juego fue una diferente: el derecho a ejercer el voto. Durante mis entrevistas en la calle conversé con varias personas que me decían “yo estoy a favor de la independencia de Cataluña, pero no creo en este referéndum, no estoy de acuerdo con que esta sea la forma en que se debe de hacer. Por esa razón yo no voto, pero creo que la gente debería de tener el derecho a votar si quiere”, otros decían “yo estoy por la independencia y estoy a favor de este referéndum”. Hay gente que decía “yo voy a participar en el referéndum y voy a depositar la papeleta en blanco porque estoy a favor de la independencia pero no estoy a favor de que se haga de manera unilateral”. Un chico me dijo: “yo no iba a votar, estoy en contra de la independencia porque quiero que Cataluña siga siendo España pero por la represión que hemos visto en los días previos ahora voy a ir a votar porque me parece un atropello lo que están haciendo”. Lo que quiero dejar claro es que no fue una postura de Sí o de No. Una cosa es la gente que opina que debe haber Cataluña independiente o la gente que opina que no debe haber Cataluña independiente. Y otro tema aparte, en paralelo, es la gente que opina que se debe respetar el derecho al voto y la gente que opina que hay que bloquear el derecho al voto, que básicamente es el gobierno español.
Desde mi perspectiva, hay un sector de la población catalana muy convencida de lo que está haciendo. Sentí mucho orgullo por parte de la sociedad catalana de darse cuenta que en ese momento estaban defendiendo un ejercicio democrático a través de urnas y de papeletas. Creo que la consciencia de quienes estuvieron ese día ahí, y particularmente de la nueva generación –la que no estuvo dentro del proceso de transición de la dictadura franquista a la democracia– que no ha tenido que vivir antes ninguna de esta represiones, de todas maneras conserva la memoria histórica.
Sin duda no es toda la sociedad catalana. La gente que está en contra de la independencia decidió no legitimar el referéndum pero no salió a votar No, simplemente no salió a votar. Por eso menciono que hubo un momento en que se equiparó referéndum con independencia. No significa que el que haya habido un ochenta y tantos por ciento a favor del referéndum sea que esa es la postura de la comunidad catalana, lo que pasa es que los catalanes que están por el No, no acudieron porque consideraron que era legitimar un mecanismo que no era del todo legal.
Respecto a la represión la condena fue unánime. De parte de la gente que estaba en los centros de votación, lo que yo encontré, fue madurez para no caer en la provocación. Lo que hubo de parte del gobierno español fue claramente una provocación.
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Después de todo este despliegue que se vio en las calles por parte de la población catalana que más allá de la legalidad fue por la legitimidad, como mencionas, de defender el derecho al voto, se habló de una “mayoría silenciada” por parte de Rajoy a partir de la violencia, pero una vez que Puigdemont declara la independencia y la pone en suspenso en el mismo acto, ¿no está silenciando también él la voz de todos esos catalanes que salieron a votar?
Creo que Rajoy juega con las palabras y juega muy mal. Ese término de la “mayoría silenciada” es absolutamente tramposo. Lo que es importante entender desde fuera y lo que a mí me quedó claro los días que estuve allí es que lo que allá están llamando la equidistancia es un tratamiento a veces en medios y a veces desde el análisis político que pretende equiparar el poder del gobierno español con el poder del gobierno catalán, yo creo que ahí está el primer problema. No creo que Puigdemont o el gobierno catalán tengan herramientas para silenciar a nadie ¿cómo? ¿una mayoría silenciada?, ¿cómo podrían estarlos silenciando? Las calles ahí están y no se detuvo a nadie en las calles por parte del gobierno catalán. No hay un mecanismo de silenciamiento por parte del gobierno catalán como lo hubo por parte del gobierno de Rajoy. Podríamos hablar de la mayoría silenciosa, podría tener una validez, pero lo que yo cuestionaría es el término mayoría porque cuando tú dices que hay una mayoría estás implicando que todos esos piensan igual. Si hubiera esa imagen, en todo caso sería la de una diversidad silenciosa.
El discurso en las calles se caracterizó por ser una resistencia pacífica del lado de los que reivindicaban su derecho al voto, no necesariamente de quienes reivindican la independencia de Cataluña. Pero en el caso de quienes defienden la unidad de España, se permitió que fueran muy visibles los grupos que tenían este discurso fascista –el brazo extendido y el grito “Puigdemont al paredón”. El tratamiento que yo vi de las manifestaciones fascistas en Charlottesville en EEUU hace unos meses, fue muy duro y fue de mucha descalificación, y el tratamiento que yo he visto en la prensa internacional a las manifestaciones fascistas en Barcelona no es ni tan duro ni tan claro y me parece que fascismo es fascismo donde quiera que esté ocurriendo.
Desde el análisis político o desde el discurso mediático decir que la gente ha sido manipulada por una intención política del grupo en el poder me parece injusto y bastante irrespetuoso. Esa intención del grupo en el poder por su puesto que existe y que a esa intención del grupo en el poder se pueda estar debiendo la suspensión temporal de la declaración de independencia pues también. El artículo que leíste en Horizontal lo titulé “Las calles serán siempre nuestras” porque mi apreciación es que al margen de lo que ocurra, esta generación salió a las calles a darse cuenta que esa democracia en la que nació es algo que dan por sentado, pero puede ser volátil y puede ser frágil y cualquier privilegio democrático hay que ganarlo y hay que defenderlo, esta generación no va a volver a soltar las calles. Estas lecciones de ciudadanía para las generaciones se quedan por mucho tiempo y ese es el gran valor que yo veo en estos días.
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Mencionas que se te parece injusto que se hable de una manipulación mediática y de hecho también de una manipulación desde el gobierno catalán hacia su población para salir manifestarse, y justo este es uno de los argumentos de una carta que escriben entre muchos otros Fernando Savater al presidente de la Comisión Europea donde uno de los temas que pone sobre la mesa para criticar de manera muy dura el referéndum y las aspiraciones independentistas de Cataluña es justo este adoctrinamiento que mencionas en tu artículo de The New York Times a las nuevas generaciones de catalanes. En la carta se habla de “un adoctrinamiento al odio de España desde Cataluña”.
Yo hace mucho tiempo que no leo a Fernando Savater porque la vida es muy corta. Pero, el argumento del adoctrinamiento es sin duda uno que se ha usado desde el gobierno español desde hace mucho tiempo. Hay que pensar que las comunidades autónomas han exigido un mayor o menor grado de autonomía de España en la medida en que sus características propias han sido más fuertes. Creo que el ejemplo que nos resulta más claro a todos porque es más conocido es el del país Vasco. Tienen un idioma propio que ha sobrevivido a muchos años de prohibición y a un embate de este deseo de imponer la españolidad como un elemento de unidad nacional y de hegemonía. En el caso de Euskadi lo que vimos es que hubo un sector que no se conformó con la autonomía y querían la independencia y optó por el terrorismo para reivindicar sus propuestas y es por esto que es muy conocido, pero también es por eso y por muchas otras razones que el país Vasco logró tener prerrogativas de soberanía y de autonomía mayores que las otras autonomías. Lo que ha pasado en el caso de Cataluña es que también tiene una identidad muy fuerte, tiene un idioma que a pesar de las prohibiciones prevalece y tiene marcas identitarias y culturales muy sólidas. Dentro de las facultades autonómicas de las autonomías españolas está el manejo de la educación y en Cataluña desde hace varios años se estableció el catalán como idioma obligatorio en las escuelas en paralelo con el español por medio del programa de inmersión lingüística.
Es importante entender la historia de Cataluña para entender por qué hay esta reivindicación de la identidad. En 1714 cuando Cataluña es incorporado a España empieza este proceso de desmantelar y eliminar estas marcas identitarias. Los ejemplos que más se usan son las sardanas que es el baile tradicional de Cataluña, el uso del catalán y algunas otras cosas más. En el siglo XX, al terminar la segunda república y llegar Franco, la mano muy dura para lograr esta unidad nacional que se buscaba desde la dictadura implicaba pasar por encima de todas estas marcas culturales que de una arbitraria: se sancionaba a quien hablara en catalán y no podías registrar nombres en catalán. Cuando cae la dictadura y se da la tradición a la democracia, este pueblo que logró preservar su idioma y tradiciones, las arropa, se busca esta reivindicación de la identidad. Eso no pasó en otras regiones autónomas de España, por eso hay que entender la particularidad de Cataluña como entendemos ahora la particularidad de Euskadi. Cuando vuelve la democracia a España y cuando se dan las facultades autonómicas para ellos decidir en materia de salud y en materia de educación lo que se decide es que se oficialice nuevamente el catalán. Se va a enseñar historia de Cataluña, así que en paralelo a los libros de historia que hablan de historia del gran imperio español tienes los libros que se emiten sólo en Cataluña que cuentan la historia de este pueblo. Eso es lo que se califica como adoctrinamiento. Sí hay en los libros algunos detalles como por ejemplo, en uno de ellos, de quinto o de sexto, hay un mapa donde viene Europa, vienen marcados algunos países de Europa y viene marcada Cataluña como una región separada de España, enfatizando la europeidad de Cataluña por encima de su españolidad, esto es a lo que se llama adoctrinamiento.
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¿Cómo puedes clasificar estos grados de identidad que has observado en Cataluña, desde el ser catalán, español o europeo o justo lo que mencionabas en tu artículo en The New York Times, cómo los inmigrantes se asumen como catalanes?
Este trabajo de jóvenes inmigrantes en España lo inicié el año pasado en septiembre. Estuve en Madrid y luego me moví a Barcelona e hice una serie de entrevistas y ahora regresé específicamente a Barcelona. En todos hago entrevistas de historia de vida y llevo un set de preguntas para todos y en todos los casos hago esto que me dices. En el caso de Cataluña, la mayoría de los chicos me han respondido, a veces, como primera etiqueta la ciudad de origen y después catalán, antes de español y antes de europeo. En Cataluña tienes acceso a la información en ocho idiomas diferentes y clases de español y de catalán gratis, cuando llegas como inmigrante. Además de que cualquier persona registrada como habitante de cataluña tiene acceso a servicio de salud sin importar su estatus migratorio. No es una sociedad ideal pero sí es una sociedad más diversa donde la interacción comunitaria tiende a fluir. No quiero parecer una apologista, pero sí me parece que he sido capaz de atisbar un poco en los elementos que hacen que esta sociedad parezca un poco más amable y un poco más diversa en comparación con una sociedad que todavía espera la última palabra de un rey.
¿Cómo vislumbras la independencia de Cataluña?
Creo que el asunto de la independencia de los pueblos es asunto de cada pueblo, la autodeterminación de los pueblos. Cabe señalar que a diferencia de otros procesos independentistas el pueblo de Cataluña no está viviendo en una situación de opresión, aunque el día del referéndum y un día previo el gobierno español bloqueó Internet y en los días previos bajó las páginas web con la información sobre dónde estaban ubicadas las casillas para votar. Eso no salió mucho en los medios y no hubo un escándalo internacional hasta que hubo violencia. Lo que sí no podemos negar es el derecho a luchar por la autodeterminación de los pueblos más allá de si hay independencia o no. Yo creo que eso sí se vio en las calles, sí se vio en la gente.
Me parece que un gobierno responsable, de los dos lados, tanto el español como el catalán, tendrían que evaluar cuál es el costo social y humano de un proceso de este tipo. Pienso que el Govern Catalán tiene que actuar con responsabilidad, me parece que lo que pasó ayer –el día de la declaración y suspensión de la independencia por parte de Puigdemont– es parte de esa responsabilidad, es decir, vamos a hacer una pausa y dar una oportunidad al diálogo. También me parece una buena estrategia política porque lo que hizo fue mandar el balón a la cancha de Rajoy y ahora lo que siga va a ser responsabilidad de Rajoy, Puigdemont fue muy inteligente en esto. Económicamente hay mucha viabilidad, estamos hablando de una región de siete millones de personas con una economía sólida que aporta entra la cuarta y la quinta parte del PIB de España con una identidad nacional fuerte que en muchos sentidos sí es muy europea por su diversidad lingüística. Creo que el gran reto para Cataluña si en algún momento fuera pactada o forzada la independencia es ver qué va a pasar en la UE porque una Cataluña sin reconocimiento de la UE sí podría verse en aprietos. Y de último, esto debería servir a la élite política de España a hacer un replanteamiento de quiénes son como sociedad y como país.
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