Don Quijote: El caballero que nos enseñó a «desfacer entuertos»

  • «…Los pícaros comunes y corrientes tienen poderes inmensos  para alucinar y agitar a los demás, pero no pueden hacer nada ante la rectitud moral y el temple caballeresco de don quijote. La magia blanca triunfa sobre la nigromancia, la bonhomía y el humanismo vencen a los trúhanes y a los malhechores”.

Por Alejandra Flores

“La fantasía quijotesca trasciende
y transforma la realidad cotidiana y uno de los procedimientos fundamentales
para lograrlo, amén de sus desmanes, es poder nombrar minuciosamente a los
ficticios enemigos ¿No está lleno el imaginario europeo desde tiempo inmemorial
de centauros, quimeras, ninfas, silfos, elfos, dragones? ¿No tiene acaso Castle
Bricks un enciclopédico diccionario de las hadas? Estas obras no serían, en
palabras de Bruno Wethelhaim, sino usos del encantamiento porque si los magos
encantadores gigantes y demás tienen poderes sobrehumanos, la valentía, el
extravió y la temeridad de Don Quijote los vencen en cualquier terreno”,
comentó Ernesto de la Peña.
Escritor, lingüista, polígrafo,
académico y erudito mexicano, Ernesto de la Peña dedicó la última conferencia
magistral que ofreció, a Cervantes y a El Quijote. Después de recibir el 26º
premio internacional Menéndez Pelayo en El Colegio de México el 6 de septiembre
de 2012, quien fue considerado uno de los 20 sabios del siglo XX, ofreció una conferencia
magistral titulada “Las realidades del quijote”.
 “Tiene en su poder el arma más poderosa:
conocer los nombres y el empleo que dará a su fuerza es una forma transfigurada
de la caridad. Es la altísima calidad de las acciones heroicas caballerescas,
la que puede brindar un hidalgo, no la que puede dar un santo. Pero las dos
formas colindan. Para nosotros los hombres, una vez que se extinga una breve
luz, tenemos que dormir una noche eterna. La inmortalidad artística es la
sombra póstuma de los grandes”.
Esos delicados y casi traslúcidos
linderos entre locura y cordura, entre realidad y fantasía donde el valeroso Hidalgo lucha contra poderosos enemigos imaginarios, quedaron superados por la
pluma de Cervantes, al ir hilvanando una tras otra las andanzas de Don Quijote
en compañía de su fiel escudero, Sancho Panza.
“Quedan así enfrentados
indeleblemente los delirios de la caballería medieval y la realidad popular del
siglo XVII.  Precisamente por esta razón
buscar este contraste entre el escudero astuto y denodado que suele aparecer en
las novelas que le quemaron el cerebro a Don Quijote, queda ventajosamente
sustituido por un hombre del pueblo que se nutre de la verdad que se encuentra
en la plaza pública en el trato cotidiano con los menesterosos y que
ocasionalmente permite filtraciones del mundo canallesco encanado por ejemplo
en Rinconete y para Don Quijote sus supuestos enemigos pertenecen por
definición a la gentuza que habita el patio de Bonporno.  Los pícaros comunes y corrientes tienen poderes
inmensos  para alucinar y agitar a los
demás, pero no pueden hacer nada ante la rectitud moral y el temple
caballeresco de don quijote. La magia blanca triunfa sobre la nigromancia, la
bonhomía y el humanismo vencen a los trúhanes y a los malhechores”.
En opinión de De la Peña,
comúnmente se afirma que el propósito fundamental de la novela de Cervantes fue
acabar con los libros de caballería, “pero no se toma en cuenta al decirlo que
estamos ante uno, el más importante y que el profundo conocimiento, la
familiaridad que tuvo el escritor con estas obras queda de manifiesto sobre
todo en el escrutinio que se hace de su biblioteca. La fuerza de su extravío es
tan grande, que no se percata cabalmente de la desaparición de un cuarto, o en
todo caso, lo atribuye a un encantamiento”.
El realismo de la literatura
española
“Se ha repetido que la literatura
española se caracteriza sobre todo por su realismo y parece omitirse lo que
representa la gesta del caballero. Tal vez el propio Cervantes temeroso hasta
la magnitud inconmensurable de su descubrimiento, sintió la imperiosa necesidad
de atemperarlo y dio nacimiento a Sancho Panza quien, en el platillo de la
balanza del juicio, algunas veces pesa más que su propio amo, así como la
contundencia de lo real particularmente nuestras pasiones más profundas nos
obliga a abandonar deseos y proyectos y ceñirnos a lo posible”.
Pese a que la realidad cotidiana no
se cansó de castigar a Don Quijote, siguió adelante espiritualmente, indemne y
triunfal. Nos hace reflexionar en los viejos caballeros sin miedo y sin tacha,
quienes caminaron sobre arenas movedizas 
de lo milagroso “y lo milagroso no acata órdenes”.
No hay argumentos irrebatibles que
nos digan que esta es la única realidad posible, dice Ernesto de la Peña.
“La aventura espiritual de Don
Quijote supera con mucho a los avatares cotidianos en que se cuela por su afán
de enderezar entuertos, socorrer a los menesterosos  y defender a los indefensos. Su verdadera
dimensión es el descubrimiento de ese trato posible o fungible que pueda
responder victoriosamente a la frase de Shakespeare que hemos citado. Y por
elemental justicia distributiva y como una especie de concesión al sentido
común el glotón, veraz y leal Sancho colma las medidas de la relación directa
casi me atrevería a decir sana con la gente. 01.38.25 Los paisajes y los
objetos que lo rodea e impide gran (estulticia) literaria que el arrebato de El
Quijote nos arrastre totalmente consigo”.
Sin embargo, la  visión de Don Quijote, en lo que respecta a
la realidad, no es uniforme, y hay momentos en la interpretación al donde falta
de sinceridad en el personaje.
“A mi entender, el momento
culminante es el episodio de La cueva de Montesinos. El caballero al que han
bajado con una cuerda a una profundidad considerable, poco tiempo después al
regresar a la superficie, narra a sus interlocutores una pormenorizada historia
de lo que vio bajo tierra. El tiempo transcurrido es tan breve, que hace que el
bueno de Sancho ponga en duda la veracidad de las palabras de Don Quijote, y
más tarde, en el pasaje de Maese Pedro, el titerero reitere su desconfianza”.
Poeta, ensayista y filólogo,
Ernesto de la Peña también publicó en 2009 el libro Don quijote: la sinrazón
sospechosa
, en donde comparte con el lector sus hallazgos y reflexiones sobre
una de las historias universales de la literatura. De lector a lector, De la
Peña establece un diálogo en torno a esa sinrazón de la que habla desde el
título del libro y que encontró: “en el arreglo final, intencionado y
deformante, que el Caballero dio a sus vivencias y a sus anhelos”, según de la
peña.
“El título que decidí poner en
estas divagaciones puede sonar a blasfemia, pues parece poner en tela de juicio
la total sinceridad del Caballero, si se acepta que su cabal extravío, su
sinrazón, es la razón única que lo guía por la vida y que, a fin de cuentas, lo
inmortaliza”.
El libro fue publicado por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Imagen:http://bit.ly/1SoQ6kd
             http://bit.ly/1qGGFoQ
             http://bit.ly/1XN8C9r
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