J.M. Coetzee dicta conferencia sobre la censura en la UIA

  • “Uno de los instrumentos de control en ambos rostros era la censura. Pero hay que tener en mente que estamos hablando de una era pre electrónica en la que el único método práctico para transmitir textos era la imprenta, un método que fácilmente podía ser interrumpido o clausurado”.

Por Irma Gallo
Ciudad de México, 06/04/16, (N22).- Sobre la censura, y cómo no todo es siempre lo que parece, John Maxwell Coetzee, Premio Nobel de Literatura 2003 dictó su conferencia magistral hoy en la Universidad Iberoamericana, con lo que concluyeron las actividades del coloquio sobre su obra que comenzó con su investidura como Doctor Honoris Causa el día de ayer.
“Hasta 1990 cuando la legislación creada por el gobierno del apartheid empezó a ser desmantelada, la censura del estado afectaba la vida de los escritores en Sudáfrica. La censura era el antecedente en contra del cual todos los artistas operaban: novelistas, guionistas, poetas, cineastas, por no decir de los periodistas, editores y quienes publicaban”, comentó el Nobel.
En 1996, Coetzee ya había escrito un libro sobre los efectos de la censura del estado en los escritores en varios lugares de África, así como en la Unión Soviética anterior a 1989 y Europa del Este, pero no fue sino hasta hace unos años cuando se publicó The Literature Police, de Peter MacDonald, cuando volvió el interés del Nobel en este tema.
“En la década de los setenta, en la época en que empecé a publicar obras de ficción, el Estado sudafricano se estaba mudando de lo que llamaría ‘el rostro utópico del apartheid’ a lo que llamaría su rostro político real. En el rostro utópico, los gobernantes, el Partido Nacional apoyado por las iglesias calvinistas, el establishemnt de la educación y las fuerzas armadas trataban de construir un muro alrededor del país para aislarlo y separarlo del mundo, para que, detrás de ese muro protector, poder organizar y mandar a una sociedad conforme a los dictados de Dios. Un Dios protestante, un Dios calvinista”.
En el caso de In the heart of the country, Waiting for the barbarians y Life and Time of Michael Cage, afirmó Coetzee, escribió los tres libros en Sudáfrica, en inglés y envió los manuscritos a Londres, en donde fueron publicados y luego exportados a Sudáfrica. Al llegar, según la regla de esas épocas (los setenta y ochenta) fueron llevados al Director de Publicaciones del estado, y de ahí a los comités de lectores expertos. Todos fueron aprobados para venderse en Sudáfrica. Pero muchos años después, el reporte de los tres lectores censores llegó a manos del Premio Nobel, que así se dio cuenta de que, gracias a él, uno de sus libros, en el que personajes negros y blancos tenían relaciones sexuales, no lo prohibió.
“Se veían a sí mismos no sólo como guardianes de la moral y la seguridad del país, sino también como guardianes de la República de las Letras. Si leo sus reportes correctamente, en efecto me declararon inocente de intentar menoscabar la moral en perjuicio de la seguridad del estado sobre la base de que yo era un ciudadano de la República de las letras, y por ello, mis lealtades deberían estar con esa república no con alguna ideología extranjera”.

Finalmente, estos censores actuaron de acuerdo a lo que eran: también ciudadanos de la República de las Letras, dispuestos a protegerlas de los políticos.

Imagen:Irma Gallo
16AM

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