Marguerite Duras partió de este mundo hace 20 años

  • “Me gustaba darme asco a mí misma. Me veía destrozándome. Era placentero aquel desplome”.

Por Irma Gallo

Ciudad de México, 03/03/16, (N22).- Marguerite Duras
nació en la Indochina francesa en 1914. En 1932 se trasladó a París, donde
estudió Derecho, Matemáticas y Ciencias Políticas.

Nueve años más tarde publicó su primera obra, La impudicia, a la que seguirían más de
veinte novelas, guiones cinematográficos y textos dramáticos como Moderato cantabile, El vicecónsul, El
arrebato de Lol V. Stein, Los ojos azules pelo negro, Emily l, Los caballitos
de tarquinia, El amor, Destruir  
y Un dique contra el pacífico.

A la adolescente
cuya relación sexual con un hombre mucho mayor fue la inspiración para su
novela El amante (Premio Goncourt 1984), el alcohol la acompañó casi toda la
vida.
Yann Andrea, su
última pareja (40 años menor que ella y homosexual), narró a la biógrafa Laure
Adler que había épocas en las que ambos bebían de seis a ocho litros diarios de
alcohol y apenas comían.
La escritora se
regodeaba en la caída: “Me gustaba darme asco a mí misma. Me veía
destrozándome. Era placentero aquel desplome”.

Escribir es
quizá su obra más personal y por lo tanto desgarradora. Marguerite no tenía
compasión para hablar de sí misma:

“Si no hubiera
escrito me habría convertido en una incurable del alcohol. Es un estado
práctico: estar perdido sin poder escribir más… Es ahí donde se bebe. Ya que
uno está perdido y ya no se tiene nada que escribir, que perder, uno escribe.
Mientras el libro está ahí y grita que exige ser terminado, uno escribe. (…)
Cuando me acostaba, me tapaba la cara. Tenía miedo de mí. No sé cómo, no sé por
qué. Y por eso bebía alcohol antes de dormir. Para olvidarme, a mí. En seguida
pasa a la sangre, y luego uno duerme. La soledad alcohólica es angustiosa”.
(…)
“Mi habitación
no es una cama, ni aquí, ni en París, ni en Trouville. Es una ventana
determinada, una mesa determinada, ritos de tinta negra, huellas de tinta negra
inencontrables, es una silla determinada. Y determinados ritos a los que
siempre vuelvo, a dondequiera que esté, incluso en los lugares donde no
escribo, como por ejemplo las habitaciones del hotel, el rito de tener siempre
whisky en mi maleta en caso de insomnios o de súbitas desesperaciones. Durante
aquel período tuve amantes. Se acostumbraban a la soledad de Neauphle. Y según
su encanto a veces esta soledad les permitía que, a su vez, escribieran libros.
Raramente daba a leer mis libros a esos amantes. Las mujeres no deben hacer
leer a sus amantes los libros que escriben”.
Tras una
profunda crisis, marcada por el alcoholismo, escribió tres obras maestras: El hombre sentado en el pasillo, El mal de
la muerte
y el amante, célebre novela que inspiró una película homónima de
Jean-Jacques Annaud.

Hoy la
recordamos porque falleció el 3 de marzo de 1996 en París, sus restos descansan
en el cementerio de Montparnasse.

Imagen:http://bit.ly/1oSpIH9
             http://bit.ly/2dPD3jH
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