Graciela Iturbide «es una artista universal»

«La ‘dama de negro’, como acostumbra vestir Iturbide, miraba al público taciturna, donde sus manos inquietas parecían pedirle una cámara, mientras escuchaba su vida en cachitos y se transportaba a Juchitán, seguramente, y a los años de aprendizaje con su mentor, Manuel Álvarez Bravo»

Por
Elizabeth Guzmán

Ciudad de México, 01/08/14, (N22).- 
En
un mercado de Juchitán, Oaxaca, por aquel año de 1979, una señora y sus iguanas
darían la vuelta al mundo y no precisamente en 80 días. Han pasado 35 años
desde que la fotógrafa Graciela Iturbide encuadró a la llamada “Nuestra señora
de las iguanas” y sigue viva esa imagen, siendo pieza fundamental de su trabajo
de blancos y negros.
Y
justamente esas “fotografías que han dado la vuelta al mundo”, como se refirió María
Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas
Artes (INBA), la convierten en una artista universal merecedora de la Medalla de
Bellas Artes. Presea entregada en la Sala Manuel M. Ponce del “palacio de
mármol”, donde amigos, familiares y público en general se reunieron para
aplaudir 45 años de labor ininterrumpida de Graciela Iturbide.
Con
ese gesto entre alegría y sorpresa, la “dama de negro”, como acostumbra vestir
Iturbide, miraba al público taciturna, donde sus manos inquietas parecían pedirle
una cámara, mientras escuchaba su vida en cachitos y se transportaba a
Juchitán, seguramente, y a los años de aprendizaje con su mentor, Manuel Álvarez
Bravo, quien le enseñó “las ventajas del trabajo en solitario”, como refirió el
especialista Alfonso Morales, durante el homenaje en la que también participó
su amiga entrañable Fabienne Bradu.
Y es
que la escritora y periodista Bradu no le bastaron más de 30 minutos para
referirse al trabajo de 45 años de Graciela, donde en esa estrecha relación de
conversaciones inacabables, la fotógrafa le ha despejado prejuicios, dudas,
contado sueños e historias.
“El
primer prejuicio que me despejó Graciela Iturbide es que la fotografía no es un
reflejo de la realidad, ni siquiera un espejo, sino la interpretación en la que
interviene la intuición, el azar, la pericia y la sensibilidad del artista”,
describió Fabienne Bradu.
Además
de puntualizar tres ejes centrales en la obra de Iturbide: sacrificio,
paciencia e invisibilidad; ya que el sacrificio es esa necesidad que Graciela
descubrió para ser aceptada por la comunidad en los trabajos que desarrollaba;
paciencia, porque hay que saber esperar, observar y estar preparados; e
invisibilidad, porque “las  personas no
se sienten amenazadas por su cámara a diferencia de otros fotógrafos
despiadados a la hora de congelar el tiempo”, refiere la escritora Fabienne
Bradu.
En
estos años de dedicación profunda a la fotografía, Graciela Iturbide consiguió
“la pureza del blanco que constituye el centro de su fotografía, un blanco
segador… el color de lo sagrado”, como bien apunta la escritora Fabienne Bradu.
Esa
medalla dorada en manos de la fotógrafa fue aplaudida en una sala abarrotada,
donde flashes imparables segaban a la fotógrafa, quien con un gesto de
generosidad a su gremio posaba de derecha, izquierda y centro para ser
congelada en el tiempo.
El aire
era lo que faltaba en el espacio donde se proyectó durante el homenaje el
trabajo fotográfico de Iturbide, pero con esa frescura que contagia la
felicidad, Graciela firmó, firmó y siguió firmado autógrafos, porque esa es la
gratitud a su público que hizo filas para tomarse también la foto del recuerdo.

En breve
El próximo domingo 10 de agosto Graciela Iturbide
ingresará a la Academia de Artes en el rubro de gráfica. Ese día se inaugurará
la exposición “Naturata”, serie sobre
la naturaleza que inició en el Jardín Botánico de Oaxaca, en el Museo Nacional
de San Carlos. Además de trabajar actualmente en la edición del
cortometraje sobre José Luis Cuevas que realizó durante sus años de estudiante
en el CUEC.

Y tan viajera
como siempre, en noviembre se traslada a Japón para realizar una residencia de
mes y medio. 
Fotografías: Elizabeth Guzmán 
14MAG 

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