Tijuana ciudad de lamentos sin explicaciones. La crónica de Omar Millán

  • Viajes al este de la ciudad consta de 10 capítulos, en donde se recopilan las múltiples voces de protagonistas que explican el tiempo, dolor y  la corrupción que generó el narcotráfico en la ciudad fronteriza



CIUDAD DE MÉXICO, México, (N22).-
Jon Lee Anderson tiene un
aforismo que dice: “si algo se vuelve cotidiano, nos olvidamos de los
detalles”. A éste, el periodista Omar Millán agrega que en ocasiones “lo
cotidiano se vuelve invisible y se cree que siempre ha estado ahí. Se piensa
que así es la ciudad y no reaccionas; es un problema que se vuelve invisible”,
aseguró en entrevista el tijuanense.
En 2008 Omar Millán se encontraba
trabajando como free lancer para la
agencia de noticias de Estados Unidos The
Associated Press (AP)
, además de colaborar en un periódico de San Diego. En
ese año Tijuana era foco de atención tras los asesinatos que se suscitaban en
la Frontera, los cuales fueron ligados de inmediato al narcotráfico. “La
violencia que estaban mostrando los dueños de la droga estaba convirtiendo a la
ciudad en un lugar completamente distinto”, escribió en la introducción del
libro Viajes al este de la ciudad. Una
crónica de la guerra contra el narco en Tijuana
.
Un año después, en 2009 que es
cuando más violencia se dejó ver en las calles, el periodista trabajó varios
reportajes sobre el narco. “El periódico de San Diego me encargó un mapa
virtual para localizar en dónde se estaban dando principalmente las víctimas,
en qué zona de la ciudad. Al terminarlo me di cuenta que estaba focalizado
principalmente en la zona este, pero para quienes nacimos ahí, no era tan raro
que estuviera en esa zona, porque era un área marginada”.
El autor del libro asegura que en
los últimos treinta años miles de migrantes del sur del país habían llegado a
la frontera con el ánimo de cruzar a Estados Unidos y de emplearse en las
maquiladoras. Su principal asentamiento fue en lugares donde no había servicios
públicos –agua, luz, pavimentación-. Esta zona está conformada por 30 colonias
populares, en donde habitan 80 mil personas, casi la mitad de la urbe.
Después de la investigación,
Millán no quería hacer una crónica sobre el asesinato “como la mayor parte de
los medios lo realiza”, él quería establecer el por qué estaba sucediendo tanta
violencia, además de esclarecer cuáles fueron los antecedentes que la comunidad
había visto y tolerado desde 1980.
Todos veían el estallido que el
ex presidente Felipe Calderón comenzó, pero nadie miró hacia atrás, aseguró
Millán. “El libro se detiene en los detalles, en establecer por qué sucedió esta
guerra, en el caso de la frontera, cómo la sociedad lo toleró, pero también la
misma sociedad reaccionó ante algo que era inaudito que no había sucedido, el
esfuerzo de la obra es eso: reflejar a la comunidad y cómo reaccionó ante esto”.
Indolencia de la situación
Viajes al este de la ciudad consta de 10 capítulos, en donde se
recopilan las múltiples voces de protagonistas que explican el tiempo, dolor
y  la corrupción que generó el
narcotráfico. Además de otorgar un capítulo para expresar la reacción de la
comunidad y contrarrestar la situación.
“Nosotros creíamos que lo que pasaba era únicamente a la gente que estaba involucrada en el narco.
Esta indolencia -que al final es indiferencia al dolor- que cuando te involucra
y ves a la gente cercana que le está sucediendo una desgracia relacionada con
una extorsión, es cuando reaccionas, pero no se hace cuando el bagaje que
tienes te decía que estaba pasando algo muy fuerte, el cual creías que no te
iba a tocar”, aseguró.
En el libro, editado por Trilce,
se encuentran entrevistas con antropólogos, quienes hablan sobre la indolencia.
Ellos explican que la sociedad en ese periodo estaba preocupada por situaciones
laborales y económicas, por consecuente existe una indiferencia por ayudar al
prójimo.
De 2007 al 2010 Tijuana se
convirtió en una ciudad de lamentos. Todos los habitantes hablaban sobre las
afectaciones que habían tenido, esto tuvo una principal consecuencia: la vida
nocturna se detuvo. Millán explicó que “parecía que teníamos toque de queda. A
las 9 de la noche las personas abandonaban la ciudad y las noticias sobre narco
se volvieron costumbre”.
La inmigración es otro problema
que aumentó a la par del narcotráfico. El periodista inquirió que en Tijuana el
ir y venir de personas es una paradoja, porque al verse diario, ya no se le
toma importancia, esto influyó en que el narcotráfico fuera visto de la misma
manera por la sociedad.
Sin llegar al periodismo amarillista
Viajes al este de la ciudad. Una crónica de la guerra contra el narco
en Tijuana
tiene un soporte gráfico. La fotografía que aportaron Guillermo
Arias y Jorge Dueñas,
dos de los mejores fotoperiodistas del país, según Omar
Millán, refleja la crudeza de lo que sería la “porno-violencia”, porque no se
comunica el crimen, ni el cadáver. “Lo que me interesa mucho es el detalle, lo
que pasa después de ese crimen”.
Guillermo Arias trabajó para AP,
Dueñas por su parte estaba en el semanario Zeta,
el trabajo periodístico que habían desarrollado cada uno los acercó a Millán. La idea principal recaía en
descriminalizar los hechos, porque en este movimiento que se estaba
endureciendo con el paso del tiempo, había familias detrás, también deseos y
anhelos, no era únicamente una víctima mutilada y torturada.
“Es otra paradoja, muchos medios
estaban presentando la violencia a través de los homicidios, a través de las
víctimas y lo que hacen es insensibilizar al público y no presentar los
detalles, todo lo que está detrás de ello. Al final de cuentas el problema del
narcotráfico, si es un problema económico, de demanda, pero es más un problema
de educación y un problema de falta de oportunidades,
es sobre todo de
educación.
Si se invirtiera todo lo que se invierte en seguridad pero en educación
otro gallo nos cantara”.
En el último capítulo del libro
se habla de posibles soluciones, porque “como ya se ha dicho, la forma en que
se combate al narcotráfico está equivocada, obviamente se debe de tener a los
delincuentes, pero no debe de ser la única forma”. Millán cuestiona la manera
en que el gobierno decidió detener la violencia de alto impacto, porque ya no
hay tiroteo en las calles, “la violencia se volvió silente”, pero se triplicó
el número de adictos, ahora ya no hay solo un cartel.
“Ahí se ve que la forma con la
que se combate no es la adecuada, no se está viendo el lado financiero, se está
dejando lo educativo de lado y esto es un problema que no solamente al gobierno
le incumbe, nos incumbe a todos”.
El periodista de largo aliento
Para hacer periodismo sin ningún
problema, lo mejor es decir que no se es reportero, aseguró Millán, quien con
AP ha podido trabajar un vasto número de temas con la libertad que se necesita.
Pero por el otro lado, con el semanario Zeta,
vivió los atentados que le hicieron al director del medio, así como la
muerte de un editor.
“Afortunadamente yo no he sufrido
ni amenazas, ni censura, pero de lo que poco se habla es de la censura que
ejercen los dueños de los medios de comunicación, que si bien hablamos que hay
censura por parte de los narcotraficantes, también hay censura por parte de
ellos, quienes están ligados al poder, que limitan el trabajo de los reporteros
para que no se vuelva incómodo”.
Omar Millán aseguró que el
reportero debe de hablar de lo que sucede en México y del cambio que se está
teniendo en el medio: de papel al digital, porque los dueños de los empresas
periodísticas no han resuelto este cambio.
“Pero lo que se me hace grave es
que el periodismo en distintos medios se vuelve más superficial, no hay los
espacios adecuados, ni le dan las condiciones adecuadas al periodista para que
le invierta tiempo a la investigación y haga un trabajo adecuado para los tiempos”,
concluyó Omar Millán.
 Viajes
al este de la ciudad. Una crónica de la guerra contra el narco en Tijuana
salió
bajo el sello Trilce. 
14MAG 

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