Octavio Paz: las sendas de un alumno eterno

  • Octavio
    Paz: las sendas de un alumno eterno.
    Entrevista
    con Evodio Escalante

Por Marcos Daniel Aguilar y Karen
Rivera
Distrito Federal, 27/03/14, (N22).- “Una
figura como Octavio paz se da una vez cada 100 años por muchas razones, en
primer lugar por su talento, no sólo fue un gran poeta, fue un gran ensayista”,
comentó en entrevista para Canal 22 el escritor Evodio Escalante, autor del
libro Las sendas perdidas de Octavio Paz.

A
cien años del nacimiento de uno de los pensadores más lúcidos de la literatura
mexicana, es pertinente recordar las facetas que marcaron su vida.  El ensayista, crítico y poeta Evodio Escalante
analizó la evolución literaria, así como las influencias e influjos de Octavio
Paz.
  
Un poeta crítico, de un germen
marxista  

Octavio
Paz, al igual que Efraín Huerta y José Revueltas, perteneció a una generación
que surgió a la escena literaria en el sexenio de Lázaro Cárdenas, de acuerdo
con Escalante, “eso fue muy formativo y muy significativo, porque los jóvenes estuvieron
inspirados por la ideología socialista que se manejaba en esa época.

“Revueltas,
Efraín y el propio Paz, simpatizaron con los movimientos obreros y campesinos, de
ahí el hilo conductor marxista que atravesó gran parte de la vida del poeta. Todavía
en los años 70 y 80 del siglo XX, a pesar de que había evolucionado mucho, Octavio
Paz se seguía considerando partidario de las ideas socialistas y eso le dio un
toque especial a su literatura, porque lo volvió particularmente crítico”.

Un
poeta siempre está cercano a la crítica literaria, y Escalante aseguró que Paz,
de manera específica, se sentía doblemente crítico, porque tenía una actitud
crítica ante el lenguaje, ante la sociedad e incluso ante el grupo dominante o
hegemónico de ese momento, el grupo sin grupo: los Contemporáneos.

Posteriormente
se consideró así mismo un heredero de Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Salvador
Novo y Carlos Pellicer. “En realidad cuando él surgió a la escena literaria se
consideró más bien un crítico de ellos, porque pensaba que ese grupo de poetas,
tan selectos y tan finos, consideraban a la poesía como un objeto en sí y pensaban
que ésta existía para cambiar al hombre y a la sociedad”, agregó Escalante.
Sucesor de Reyes y los Contemporáneos

Octavio
Paz necesitó legitimarse en la cultura mexicana, sabía que los  Contemporáneos eran su antecedente y se
constituyó como el sucesor o  perfeccionador de una herencia literaria que
dominó el siglo XX mexicano.

“El
poeta siempre dialogó con esos escritores y con otro gran polo que fue Alfonso
Reyes, El deslinde, es un punto de
partida esencial para comprender a Octavio Paz, así sea en negativo porque hay
que reconocer que Paz quiso escribir algo totalmente contrario a eso, El Arco y la Lira es como la antípoda de
El deslinde”, mencionó Escalante.

La
figura dominante en los años 40 y 50 fue Alfonso Reyes, por él existe “El deslinde», de alguna manera, “todos
tenían que pasar por ahí, pero Paz le da la vuelta y comienza una conquista
para ir más adelante, yo creo que esa es la gran lección del poeta, enriquecerse
con todo e ir más a allá”, agregó el escritor.  
En busca de las sendas perdidas

Evodio
Escalante, que obtuvo el Premio de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde
2009, pretende explicar en su libro la génesis de Octavio Paz, de ahí el nombre
de su obra Las sendas perdidas...

De
acuerdo con el escritor, “los
primeros pasos en la literatura que dio Octavio Paz como poeta, particularmente
cuando publicó su primer libro, Raíz del
hombre,
fueron pasos guiados a la sombra de Pablo Neruda”.

Octavio
Paz, quien nació el 31 de marzo de 1914 en la Ciudad de México, decidió salir
del país y viajar a Estados Unidos para luego trasladarse a Paris,  “y ese fue el paso formativo, decisivo en su
biografía, porque en París conoció a André Bretón y al grupo de escritores agrupados
al tema del surrealismo; él también se consideraba un representante del
surrealismo”, y lo demuestra, sobre todo, en Residencia en la tierra.

El
mejor discípulo

“Paz
traía un caballo muy poderoso: él quería ser siempre el primero, si era en la
poesía, quería ser el mejor poeta mexicano, pero no se conformaba con eso,
también quería ser el mejor ensayista y para ello leía a Leopoldo Zea. Entraba
a una especie de competencia y sentía que él quería ser el mejor filósofo
mexicano, esa ambición, a veces excesiva, fue totalmente sana porque lo hizo crecer”,
puntualizó Escalante.

Agregó
que cuando la filosofía mexicana estaba orientada por José Gaos, quien creó el
grupo del Hiperión, donde se encontraba Luis Villoro, Ricardo Guerra y el propio
Samuel Ramos, la actitud de Paz era: “yo quiero ser el mejor discípulo de Gaos,
si él tradujo a Heidegger, pues yo quiero ser el mejor lector de Heidegger”.

En
El Arco y la Lira Octavio Paz
demostró ser un buen lector de Heidegger, por ello a principios de los años 60,
Gaos, sorprendido del trabajo literario del poeta, le aseguró que sería el
premio Nobel de literatura (profecía cumplida) y lo consideró el mejor filósofo
de México.    
Una Paz violenta en el 68

De
acuerdo con Escalante -quien por cierto nació el 2 de enero de 1946-,  las aportaciones de Paz en los años 60 fueron
de una radiante madures. En esa época el escritor publicó Poesía en movimiento (1966); después del ensayo Estación Violenta (1958) y el largo
poema titulado Piedra de sol, lo que
lo consolidó como el mejor poeta  y ensayista
mexicano del momento. Además obtuvo puestos diplomáticos en el extranjero.

“Una
de las cosas que descubrí al escribir mi libro es que en realidad él presintió lo
que iba a pasar en 1968, desde que publicó la Estación violenta. El título de la obra  hace alusión a que vienen tiempos violentos,
tiempos de la razón ardiente, no es la razón encerrada en la academia, es la
razón que sale a la calle a cambiar el mundo. Uno de los poemas de protesta
incluidos en el libro fue el Cántaro roto”,
puntualizó el también antólogo.

Agregó
que en los años 60, los reflectores estaban puestos sobre Octavio, y cada libro
o cada poema que él publicaba era un acontecimiento.
Un
escritor longevo

Octavio
Paz fue el primero en escribir un libro
sobre el estructuralismo en México
. Su publicación sobre Lévi-Strauss (Claude Lévi-Strauss o el festín de Esopo,
1967) no tiene paralelo, debido a que ningún antropólogo lo había hecho. También
escribió sobre Marcel Duchamp (Marcel
Duchamp o el castillo de la pureza,
1968) figura esencial en el arte
contemporáneo.

La
obra de Paz abarca diversos contenidos, además del arte, escribió sobre temas
de corte político como en Las peras del
olmo
(1957) e hizo un análisis de la traducción en Traducción: literatura y literalidad (1971).  

“Él se apoderó de las ideas más
novedosas y las hizo suyas, las difundió entre nosotros
,
nos hizo un gran servicio. Octavio Paz fue un escritor longevo, su vida
atravesó distintas etapas. Hay un Paz
que a mí no me gusta tanto, el que se olvida de sus raíces juveniles y se
vuelve neoliberal,
el que acepta un contrato con la Televisión privada y se
vuelve hasta cierto punto un ideólogo del Estado”, puntualizó Escalante.

Agregó
que Paz también tuvo un filo marxista en otra época y un carácter radical y
combativo que lo llevó a defender Los
olvidados
de Buñuel y a mostrar la realidad que vivía México.

Un hombre extraordinario

Octavio
Paz a diferencia de otros escritores que con la edad disminuyen su potencia
creativa, seguía produciendo obras muy interesantes, incluso en la última
etapa, en los años 70, publicó un libro que aún no se estudia, El Mono Gramático, “a mí me parece un
libro fascinante, porque tiene una combinación de ensayo, poema y relato, todo
junto en un texto magistral que merece más atención, es una obra muy compleja.
Es muy rico leerlo y conformarse con él”, describió Escalante.

Agregó
que “una figura como Octavio Paz se da una vez cada 100 años por muchas
razones, en primer lugar su talento, tenía un talento realmente extraordinario,
es un gran maestro de  la prosa, no sólo
un gran poeta, no he mencionado su extraordinario ensayo sobre Sor Juana Inés
de la Cruz, más de 700 páginas que se leen como si fuera novela policiaca, es
un hombre extraordinario”.

Octavio
Paz es una síntesis de las tradiciones de su abuelo, un intelectual porfirista;
de su padre, un abogado del zapatismo, el viejo régimen y de la Revolución
mexicana en su aspecto más radical y anarquista. “El Cardenismo mismo lo marca
para toda la vida, no es fácil que se de toda esa herencia junta con ese
tremendo talento que él tenía y es difícil que vuelva a pasar algo así, pero
bueno, generaciones van, generaciones vienen”, finalizó Evodio Escalante.
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