Porque el arte sí puede formar parte de la matricula escolar

Por Yazmín Quiroz

SOCHI, Rusia, (N22).-

Porque el arte no miente, como puede hacerlo la escuela en un sistema políticamente rígido, el ingeniero Sergei Ka-Zar-Novski inició hace más de 30 años con un experimento de teatro infantil que más tarde le llevó hacia un novedoso método educativo: integrar el arte como un elemento esencial de la formación escolar.

“Yo empecé con este proyecto en 1971. Nunca pensé que sería una escuela, yo como ingeniero me dedicaba a la construcción”.

Desafiando los parámetros de la ex Unión Soviética, empezó por introducir el teatro. Su primera obra con niños fue Una lección de historia, misma que negaba a los bolcheviques como una mayoría, cuando el vocablo mismo significa en ruso “miembro de la mayoría”.

“Montamos esta obra en 1981, Brezhnev estaba aún vivo. Sugeríamos en la obra que los bolcheviques nunca fueron mayoría, es decir, representábamos una cierta oposición al gobierno hace 32 años”.

Contra todo pronóstico la obra fue un éxito en Moscú. El ingeniero y los chicos montaron otra puesta en escena La lagartija, con mejores resultados que la anterior. El periódico Pravda hizo una reseña y le atrajo todo el público deseable.

La aventura llevó a Kazarnovski a tener un sistema educativo diferente, eficaz pero fuera de los cánones soviéticos. Así las cosas, le obligaron a salir de la escuela.

“Pensé que estábamos en conflicto pero más tarde entendí que en realidad no había tal. Cualquier disciplina artística en conjunto con la escuela, por lo menos en nuestro país, siempre tendrá un cierto conflicto, porque la escuela es un asunto amoral y puede ser manipulada desde el gobierno para mentir. En el arte no se puede mentir, por eso surgió en mi la idea de crear una escuela donde el arte fuera la base de todo el proceso educativo”.

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