Javier Sicilia o el traductor del silencio de Dios

  • «El silencio espanta en un mundo lleno de ruido como el nuestro en donde todo mundo habla, donde las palabras brotan de todos lados, como al salir de las paredes cuando están enfermas», dijo el poeta al explicar el porqué de Vestigios, su nuevo libro

Por Víctor Gaspar 

Distrito Federal, 10/06/13, (N22).-  


Permanencia en los puertos,
de 1982, fue el texto con el que Javier Sicilia inició una larga carrera en la poesía. Ahora presenta Vestigios. N22 platicó con él.

Javier, muchas gracias por la entrevista. Vestigios, lo que queda. Pareciera ser que es lo que queda de Dios, que es un concepto que usted explora en este libro de poesía. ¿Cuál es el concepto de Dios que usted está buscando? 

«Pues yo creo que no es un concepto, es una experiencia. Y la poesía trata de develar esa experiencia. La experiencia en Vestigios es un dios que se hace cada vez más ausente, más delgado, más escondido, más incapaz de percibirse en la factura histórica que estamos viviendo, en el dolor histórico que estamos viviendo, en el discurso que estamos viviendo, que lo ha velado, lo ha ausentado, lo ha borrado».

Hablaba de la poesía como experiencia, como posibilidad de una revelación de ese Dios. ¿Es así en Vestigios?¿Es una decantación su propia experiencia, de un modelo de Dios diferente, de un dios que usted busca?

«Sí, yo me convenzo más de que Dios es amor y todo amor es retiramiento, es ausencia. Creo en esa teoría muy vieja, mística, de Tzin Sung, de Isaac Luria, un judío, que después lo va a retomar Simone Weil, de que Dios crea retirándose, haciendo un hueco de sí porque si no, sólo hubiera Dios».
Usted ha pasado por situaciones muy difíciles, la pérdida de un hijo. ¿Qué queda? ¿Cómo sobreponerse ante ello y sobre todo, cómo volcarlo en la búsqueda poética?

«Yo creo que he entendido en silencio. El silencio espanta en un mundo lleno de ruido como el nuestro en donde todo mundo habla, donde las palabras brotan de todos lados, como al salir de las paredes cuando están enfermas. Sólo cuando una lengua se degrada podemos llegar a lo que estamos viviendo en este país. Esa lengua, que es el insumo del poeta, no me sirve para refundar sentidos frente a la muerte de mi hijo, ni para decir el horror indecible de su muerte y de la muerte de tanta gente en este país. El silencio es más elocuente, es el respeto a la palabra, es el decir -como le digo en el poema a mi hijo- el mundo ya no es digno de la palabra. Guardémosla, recojámosla en el silencio. Y es una forma del decir mucho más profunda que cualquier palabra».

Vestigios es editado por Era.

Imagen http://bit.ly/1bpMF6U

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