- La renuncia es un acto secularizador que resignifica la tradición jerárquica y confiere un auto límite a la obediencia vertical: Fernando M. González
CIUDAD DE MÉXICO, México, 28/02/13, (N22).- “El próximo Papa que tome el mando de San Pedro tendrá la autoridad plena, inmediata, directa y total sobre todos los católicos y toda la Iglesia. El Papa puede pedir e impulsar una renovación en la organización interna de la Iglesia, él puede reclamar que se ponga otra vez en práctica el Concilio Ecuménico Vaticano II, en lo que ya se estableció, e incluso, ir más allá para que los problemas de los católicos y del mundo efectivamente sean tratados por todos y sean resueltos por todos; sobre todo en un mundo contemporáneo, donde las posibilidades de comunicación e intercomunicación son mucho mayores, en donde además, la gente exige con toda razón, ser tomada en cuenta, participar en todo tipo de decisiones que le afecta”, así lo refirió el fraile dominico Miguel Concha al ser entrevistado por la Agencia N22.
El anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI ha suscitado una serie de polémicas dentro y fuera de la Iglesia católica que han conducido a una mesa de análisis dentro de las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. En ella se comentaron aspectos como los problemas que enfrenta la Iglesia en términos de los derechos humanos.
De acuerdo con académicos y expertos del tema, el asunto de fondo no es la salud o perfil que ha de cubrir el postulante a la vacante papal, sino las preguntas graves que afectan a la Iglesia, en cuanto a temas como justicia, vida -en el sentido integral-, dignidad, equidad, pederastia, entre otros, que ponen en cuestión la existencia y forma de ser de la propia institución eclesiástica.
“El problema de fondo es estructural. Hay una visibilidad de la iglesia, pero no está funcionando, no tenemos reconocido los suficientes derechos como creyentes, como cristianos en la Iglesia; cuando dijo Benedicto XVI que iba a renunciar, expresó que había que retomar el Concilio Ecuménico Vaticano II, y creo que hay que retomarlo desde la raíz”, indicó el teólogo Miguel Concha.
Por otra parte, el sociólogo mexicano Fernando M. González señaló que la renuncia de Benedicto XVI es un acto secularizador que resignifica la tradición jerárquica dentro
de la Iglesia, incluso confiere un autolímite a la obediencia vertical, en el que por primera vez se asiste a un Cónclave con un Papa vivo.
Sobre este tema, N22 le preguntó a González ¿de qué manera afecta a México el nombramiento de un nuevo Papa? Y respondió que “depende de quién se nombre, se requiere de un equipo para implementar casos muy difíciles como los que se han dado dentro de la jerarquía católica mexicana como el caso Marcial Maciel y otros, como el encubrimiento de actos ilícitos por parte de prelados”.
–¿Qué características deberá poseer el nuevo Papa?
-En principio debe tener buena salud, un mínimo de capacidad histriónica, que tenga
capacidad para enfrentar aquello que dejó intocado Benedicto XVI, si quiere la Iglesia
modernizarse, debe cubrir todas estas cartas.
Por su parte, el ex sacerdote Alberto Athié señaló que la afectación que tiene el nombramiento papal en México es complicado pues “la gente de México, tiene por principio un gran afecto al Papa y eso marca mucho nuestra mentalidad; el Papa es muy importante en la identidad del país, pero ya nos hemos dado cuenta de que necesitamos un Papa mucho más comprometido, que resuelva los problemas que han quedado pendientes, y que enfrente este mundo muy complejo, que necesita muchísimo del Evangelio. Ese es el tema de la Iglesia como de cualquier religión. En términos de pederastia, tiene que marcar el final de esta historia, tiene que entregar a las autoridades a los responsables, sea quien sea, y tiene que marcar un cambio absoluto en la política de la Iglesia hacia adelante”, puntualizó Athié.
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